Por supuesto que a nadie, en el ecosistema de partidos políticos de San Juan, le resulta indiferente la resolución judicial final sobre el sistema electoral para 2023. Dentro del justicialismo, algunos más que otros, miran con expectativa ese pacto de unidad que sigue postergado. En el bloquismo algunos sacan cuentas de lo que podría suceder en abril cuando tengan que volver a elegir autoridades, en medio de tensiones crecientes por la continuidad o la ruptura con el frente. Pero todo, absolutamente todo, queda subordinado al devenir indescifrable de este agosto que apenas despunta.

Empieza una semana clave para los argentinos y lógicamente para los sanjuaninos, en cuenta regresiva para conocer las medidas económicas del plenipotenciario Sergio Massa, devenido en salvador de la República y última carta del Frente de Todos. Si bien nadie conoce las decisiones que se anunciarán el miércoles, hay una sensación dentro del oficialismo: será a matar o morir. Se agotó el tiempo de la contemplación.

En este sentido, se sinceró con sorprendente aplomo la senadora Cristina López Valverde el pasado viernes en Banda Ancha. La albardonera ponderó las apetencias de Massa como un factor importante en esta coyuntura. Dijo que el ahora superministro sabe ejercer el poder. Para algunos esa ambición puede resultar riesgosa, pero otros dirán que es un atributo necesario, imprescindible en un gobierno que perdió el rumbo.

Y ahí se anotó la senadora López. Dijo que esa vocación de poder, esa facultad de ejercer el mandato fue la debilidad de Alberto Fernández. La legisladora, integrante del bloque oficialista de la Cámara Alta, lamentó que el presidente se haya reducido a una figura 'indecisa' y 'muy lenta'. Con esas palabras. Muy fuerte.

Llamativamente o no tanto, López coincidió con el planteo que venía haciendo Cristina Fernández de Kirchner desde la derrota electoral del Frente de Todos a nivel nacional en 2021. ¿Cuántas veces la vice le pidió públicamenta al presidente que 'use la lapicera'? Incontables. Bueno, el superministro parece dispuesto a vaciar el tintero. Después podrá evaluarse el resultado. Todo menos la quietud.

'Por el bienestar de todos los argentinos y las argentinas espero que haya un ordenamiento, que se tomen algunas medidas para mitigar y definir un horizonte de cierta confianza', dijo la senadora López. No es una librepensadora. Por supuesto que tiene opinión propia, pero durante su carrera política siempre actuó con verticalidad peronista. Hay que interpretar su reproche público a la indecisión presidencial como una mirada colectiva. Indisimulable.

El grupo de Whatsapp de los senadores justicialistas y aliados se mantuvo en silencio hasta que llegó la convocatoria a una reunión de bloque para este martes. Mientras estén concentrados a puertas cerradas, en la Cámara de Diputados Massa estará despidiéndose del recinto y dejando en manos de Cecilia Moreau, posiblemente, la presidencia del cuerpo.

Dejará una buena estela el tigrense entre los diputados y diputadas por San Juan. Una alta fuente justicialista confió que Massa fue determinante para que Walberto Allende se quedara con la presidencia de la Comisión de Minería, por ejemplo. Era un cargo pretendido por La Cámpora y el líder del Frente Renovador operó a favor del sanjuanino.

Hiperactivo, Massa nunca dejó un mensaje sin contestar. Sin importar la hora. El pasado jueves, apenas fue oficializado como superministro de Economía y otras yerbas, respondió afectuosamente el saludo que le envió la bloquista Graciela Caselles. Le mandó dos stickers: uno de un abrazo y otro de sí mismo, recortado con ambos brazos en alto. ¿Festejo anticipado?

Caselles confirmó el viernes pasado en Banda Ancha que será candidata a intendenta de Capital con el respaldo de Massa. Dijo que no se irá del bloquismo para enlistarse en el Frente Renovador, pero tiene abrochada la referencia nacional. Hoy vale mucho pero la cotización de esas acciones dependerá de la suerte que le toque al flamante ministro.

Hoy por hoy el 2023 se encuentra más lejos que nunca. Como escribió Horacio Verbitsky el pasado domingo 24 de julio, en una reunión cumbre del Frente de Todos alguien dijo: 'No me hablen del 2023. Por ahora hay que pensar cómo vamos a pasar el 2022'. El periodista cercano a la Casa Rosada sacó una conclusión certera. En medio de la corrida cambiaria y con Silvina Batakis viajando a Washington, el oficialismo ponía en duda la conclusión del mandato.

En esa circunstancia ganó cuerpo la operación para coronar a Massa como el mesías, con toda el riesgo que ello implica. Precisamente por ese cálculo de riesgos podría interpretarse el gesto parco de Sergio Uñac. El gobernador rechazó no una vez sino dos días seguidos llamarlo 'superministro' al tigrense. Puede parecer una cuestión menor, semántica. Pero no. Hay una consideración de carácter político detrás de esa distinción.

Dijo Uñac que ningún ministro vale más que otro, en una estructura donde cada cartera debe funcionar perfectamente articulada con el resto. En en fondo, dio la impresión de que el gobernador se guardó un resto. Independientemente de que su relación con el ahora ministro de Economía no está en el mejor momento, eso se puede resolver con cierta facilidad. La cautela, en todo caso, podría significar tomar distancia de la volatilidad nacional. Subirse al tren de Massa, en el país de los tres ministros de Economía en un mes, puede resultar una apuesta riesgosa.

Hasta la oposición miraba con detenimiento el resurgimiento de Massa. La última vez que fue candidato presidencial fue en 2015. Su candidato a gobernador en San Juan fue Roberto Basualdo, en fórmula con Enrique Conti. Dicen que quedaron amigos desde aquel momento, aunque luego la política los puso en veredas diferentes. ¿Cuánto queda de aquel vínculo?

Coronado anticipadamente por los mercados que le dieron una tregua a la corrida cambiaria y elevaron la cotización de los bonos argentinos, Massa sabe que el periodo de gracia será muy breve. Esta semana definirá su suerte, a matar o morir. Habrá varios ojos mirándolo desde San Juan. Algunos, a cara descubierta. Otros, desde la penumbra.


JAQUE MATE