Por tercer día consecutivo Argentina batió su propio récord de contagios de Coronavirus. Este jueves terminó con 23.683 casos positivos, la peor marca desde que la pandemia llegó al país en marzo del año pasado. Sin embargo, la curva epidemiológica todavía no encontró su techo. Este es apenas su camino ascendente. Debido a esa ferocidad de la segunda ola es que a partir de las cero horas de este viernes comenzaron las medidas restrictivas en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Esa zona concentra el 60 por ciento de la estadística.

San Juan también tuvo su luz amarilla este jueves, con 200 casos positivos informados, que duplicaron el nivel que venía registrándose desde el lunes. Si fue una cuestión aislada, una irregularidad en la curva, o si fue el nuevo piso de contagios de aquí en adelante, eso podrá evaluarse con el correr de las próximas horas. No hay demasiado misterio. La peste también está brotando por segunda vez en esta tierra. A eso obedece el llamado de emergencia al Acuerdo San Juan, hecho por Sergio Uñac.

Con habilidad, el gobernador sentó a todos los sectores a una misma mesa para coparticipar responsabilidades. Hizo parte a la oposición que en Buenos Aires rechazó las medidas aún antes de conocerlas. Pero también abrió el espacio para todo el arco privado, empresario y sindical. El resultado debiera ser una suerte de contrato, en el que todas las partes quedan comprometidas. Ya no es una cuestión que deba resolver Uñac vía decreto de necesidad y urgencia. Su responsabilidad es y seguirá siendo la mayor de todas. Pero el resto de los sectores no podrá señalar desde afuera, sencillamente porque no quedó afuera nadie.

De todo lo que se dijo en la presentación de este Acuerdo San Juan de emergencia, hubo una referencia interesante hecha por la ministra de Salud, Alejandra Venerando. Y fue la referida al aprendizaje. La enorme diferencia con respecto al arranque de la pandemia, es que esta vez todos y todas tienen su propia experiencia. Ya no hay demasiado por descubrir. Es tedioso, interminable, absurdo como una novela kafkiana. Pero se convirtió en rutina.

Venerando destacó tres grandes diferencias con respecto a 2020, cuando el Coronavirus se asomaba a esta región del planeta. El primero de los aspectos es que se fortaleció el sistema sanitario. Hubo un crecimiento de camas de terapia intensiva tanto en hospitales públicos como en clínicas privadas. Sigue estando el límite humano, porque el personal terapista no se puede multiplicar de un día para el otro. Pero aún así hay un punto de partida bastante mejor que el año pasado.

Sin embargo esta mayor capacidad de internación queda amenazada por la agresividad de la segunda ola. La velocidad de los contagios ha superado holgadamente los registros del 2020 y apenas está empezando. Si no hay freno, no importará la cantidad de camas, porque siempre serán insuficientes.

El segundo aspecto diferencial de esta segunda ola es que convive con la vacunación. En San Juan el personal sanitario fue priorizado y hoy cuenta inmunidad por primera vez. Si existen contagios, ya no debería generar infecciones graves ni mucho menos costar más vidas. 

Por supuesto que la vacunación está todavía verde. Apenas comenzará con el segmento de los adultos mayores de 60 años a partir del lunes. Y ni siquiera hay fecha tentativa para inmunizar al resto de la población objetivo que tiene comorbilidades, como asma, diabetes y obesidad. Son los sanjuaninos y sanjuaninas más vulnerables frente al virus impiadoso.

El tercer aspecto destacado por Venerando es el aprendizaje. Los largos meses de pandemia permitieron que la sociedad entera, transversalmente, desde los profesionales de la salud hasta los ciudadanos de a pie en su vida cotidiana, entendieran cómo es la dinámica de los contagios y cuál es la manera más efectiva de protegerse. Nuevamente: ya no quedan misterios. Más allá de las vacunas, la única manera de cuidarse es procurar la distancia de dos metros entre personas, el uso del tapabocas, el lavado frecuente de manos y la ventilación de ambientes cerrados aún cuando bajen las temperaturas.

Entonces es cierto que llegó la segunda ola y que es más fuerte que la primera. Que están entrando las variantes y mutaciones que ya hicieron estragos en otros puntos del planeta. Que hay un agotamiento emocional porque el mundo no volvió a ser el mismo. A esta altura da la impresión de que lo más grave es la rebeldía o la negación. Se puede funcionar con protocolos. Se puede sostener el dictado de clases presenciales. Se puede mantener abierto el comercio a pleno. Se puede viajar en colectivo para ir a trabajar. Todo esto y mucho más es posible, pero con protocolos de verdad. Si se monta una pantomima, entonces todo lo pasado habrá sido en vano. Y habrá que empezar de cero. Otra vez.


JAQUE MATE