Cadáveres. Por primera vez desde que empezó esta película del Coronavirus, la muerte fue tema concreto. Y nuevamente fue una autoridad sanitaria quien puso blanco sobre negro, utilizando la mayor crudeza para volver a implorar el respeto a la cuarentena, como única defensa conocida contra esta plaga.

"Morir por coronavirus es morir en soledad, sin posibilidad de despedirse", dijo la jefa de Epidemiología, Mónica Jofré, en su habitual conferencia de prensa. Fue tras revelar que la ministra de Salud le pidió que trabaje en un protocolo para el manejo de cadáveres. 

Habrá bolsas mortuorias especiales. Y quienes pierdan a sus seres queridos no podrán verlos, ni velarlos. Posiblemente, ni siquiera sepultarlos, porque podrían ir directamente a la cremación. Esto último está en evaluación todavía.

Detrás de la estadística y su función pública, Jofré pareció quedar al borde del quiebre, cuando contó esa amarga tarea que  le encomendó la ministra Venerando. Eso de "tener que calcular las bolsas mortuorias". Una cuenta espantosa, pero imprescindible para quien ejerce la autoridad sanitaria. Sería imperdonable no estar preparados para el momento.

Es un reto quedarse en casa. Lo reiteró Jofré como viene haciendo todo el arco político sin distinción de grieta, porque los países que privilegiaron el movimiento económico están pagando demasiado caro el contagio. Este jueves Estados Unidos confirmó 80.000 infectados con Coronavirus y de este modo superó a China y a Italia. Si la superpotencia del capitalismo hoy está amenazada por la peste. ¿Qué le queda a la Argentina?

El presidente Alberto Fernández analizaba este jueves con especialistas la extensión de la cuarentena, que originalmente se previó terminaría el próximo martes 31 de marzo. Este viernes podría anunciarse la nueva fecha, que podría ser el domingo 12 de abril según ha trascendido por diferentes fuentes. 

Es una especulación consistente con la expectativa de que el pico de contagios se pueda detectar entre fines de abril y principios de mayo. Contagios producidos 14 días antes, para que recién se manifieste la sintomatología. Es decir, quedan un par de semanas de transmisión viral y de estragos por contener. El aislamiento, otra vez, resulta ser el único escudo contra este enemigo invisible.

En campaña para convencer a los sanjuaninos de que permanezcan en sus hogares, la doctora Jofré apeló al peor de los temores. Porque la enfermedad tiene una tasa de mortalidad apenas superior al 3 por ciento, entonces podría mirarse con menosprecio. 

Pero la verdad completa es que en cada familia hay un integrante potencial de ese 3 por ciento. Desde nuestros padres y abuelos adultos mayores, hasta personas con patologías crónicas que los vuelven menos resistentes a un ataque viral en sus vías respiratorias. 

Entonces, el número desaparece. La cifra adquiere rostros. Hay que tener coraje para imaginar siquiera la muerte de esas personas que forman parte de nuestras vidas. En Argentina ya fallecieron 13 víctimas del Coronavirus y la curva recién empieza.

Por eso la doctora Jofré y seguramente sus superiores, resolvieron que había llegado el momento de hablar de la muerte. De la peor manera. Conectado a un respirador artificial, en absoluto aislamiento. Sin ver nunca más a la familia ni a los amigos. Confinado a una bolsa dentro de un ataud, sin funeral. En la más absoluta soledad.

Tal vez así se entienda. Desde las emociones antes que desde la estadística. Todavía estamos a tiempo.


JAQUE MATE