Mucho más que un mensaje
La campaña plana, chata, soporífera, sufrió este domingo un giro interesantísimo. La guerra estará dada por los que se quedaron en casa. Más empoderados que nunca.
Como dijo el consultor Maximiliano Aguiar este domingo de elecciones en Canal 13, el voto es polisémico. ¿Qué significa esto? Que tiene muchos sentidos posibles a la hora de interpretar. Que es multicausal también. Por eso el resultado de estas primarias abiertas, simultáneas y obligatorias en San Juan y en Argentina fue mucho más que un mensaje.
Hay varias hebras para distinguir en un primer análisis. La más emergente es la que asumió el presidente Alberto Fernández: ganó la desaprobación de la primera mitad de gestión. No está todo dicho para 2023 pero muy lejos quedaron las épocas doradas del Frente para la Victoria, transformado en el Frente de Todos. Más que Todos, quedó reducido a un puñado.
Fue un giro interesante luego de una campaña plana, en la que particularmente en San Juan hubo un empeño sobrehumano por conservar la quietud, al menos por parte del oficialismo, en la creencia de que así las cosas marchaban sobre ruedas. El Frente de Todos en la provincia terminó este 12 de septiembre con un sabor agridulce. Dulce, porque San Juan se mantuvo a flote en un país casi totalmente pintado de amarillo, aún en distritos mucho más caros para el albertismo/cristinismo/massismo. Particularmente, provincia de Buenos Aires. Entonces, haber pintado San Juan de azul-celeste fue claramente un alivio. Pero hasta ahí nomás.
El exiguo margen con la segunda fuerza, el orreguismo liderando Juntos por el Cambio, encendió luces de alerta. Cinco magros puntos faltando unos dos meses para las elecciones generales del 14 de noviembre dejan un final sorprendentemente abierto. Ponen a todos y cada uno de los partícipes de esta contienda, en el desafío de levantar mucho la puntería. Los primeros, para ganar más holgadamente. Los segundos, para descontar esa distancia, por primera vez accesible al menos en apariencia. Y los terceros, para consolidar porcentajes que no son despreciables aunque hayan quedado lejos de la pelea polarizada. Un párrafo aparte merecen estos últimos.
Consenso Ischigualasto terminó la noche con unos 9 puntos. Fueron tres más que los obtenidos por Nancy Avelín en 2019. Si fue mérito del candidato elegido en esta ocasión, Marcelo Arancibia, o fue producto del contexto, todavía es prematuro afirmar. Lo cierto es que no alcanzaron los dos dígitos pero quedaron ahí. Ahora, en los dos meses por delante pueden ver desgranar su capital, si el electorado migra hacia Juntos por el Cambio, para participar de la pelea de fondo. O bien pueden solidificar su volumen y sacar pecho en la oposición. No les da para ganar -todavía- pero sí para sentarse en cualquier mesa de discusión política opositora, con representatividad discreta pero consistente.
El Frente de Izquierda Unidad alcanzó 7 puntos con sus dos listas sumadas, la del vencedor Cristian Jurado y la del segundo, Nicolás Méndez. Este porcentual histórico para este segmento en una provincia históricamente conservadora y más amistosa con la centroderecha fue toda una revelación. Todavía están lejos de cualquier aspiración de poder real, pero el resultado debería entusiasmarlos para hacer una construcción mayor. El ejemplo está aquí cerca, apenas cruzando la cordillera, en Chile. Solo les falta romper el cascarón y abrirse a votantes independientes. Fue precisamente el discurso del ganador de la interna, Jurado.
El gobernador Sergio Uñac se hizo cargo del resultado tempranamente, aunque el sistema oficial no había cargado un solo dato on line. Habló de victoria en 15 de los 19 departamentos. Por lo tanto, derrota en cuatro. Los tres del eje Este-Oeste, con márgenes que sorprendieron de uno y otro lado. Capital fue el más impresionante, por tratarse de un muncipio gestionado por el PJ y el bloquismo en sociedad. Fueron unos 22 puntos de diferencia a favor de Juntos por el Cambio. Si el oficialismo preveía un resultado adverso en el departamento, con seguridad nunca asumió que sería de esa magnitud.
En Santa Lucía la diferencia para Juntos por el Cambio se amplió a 25 puntos, pero es la cuna de los hermanos Orrego y el PJ no tiene figuras de relieve allí. A Uñac le fue bien en 2019 cuando fue candidato a gobernador y fue reelecto. Pero este es otro partido.
En Rivadavia la victoria de Juntos por el Cambio fue por 13 puntos y también desbordó cualquier expectativa propia y ajena. El peronismo del Oeste intentaba asumir el resultado para rediseñar la estrategia en los dos meses que faltan.
En Iglesia el oficialismo quedó 5 puntos por debajo de Juntos por el Cambio, con la nota adicional de que el mayor costo lo pagó y lo seguirá pagando el bloquismo, a través de su intendente Jorge Espejo. Si fue una cuestión de gestión municipal o algún resabio del enfrentamiento con los hermanos Marinero, es difícil saber. Habrá sido un poco de todo, bien revuelto.
Pero fue fundamentalmente una elección de rango nacional. San Juan tiene sus particularidades. El uñaquismo a última hora salió a marcar que la provincia fue una de las cinco donde el peronismo logró ganar, pese a la ola de castigo ciudadano para Alberto. Desde ese punto de vista, el 12 de septiembre pasó airoso.
Sin embargo, la campaña plana, chata, soporífera, sufrió este domingo un giro interesantísimo. Se volverá más intensa. Sobre todo porque votó apenas el 67 por ciento de los empadronados. La guerra estará dada por los que se quedaron en casa. Más empoderados que nunca. De ellos dependerá el saldo final, de un comicio apasionante.
JAQUE MATE