El intendente electo de Rawson, Carlos Munisaga, confirmó este martes en Banda Ancha el nacimiento de la liga de intendentes peronistas. Será un bloque inspirado en la liga de gobernadores justicialistas que coexistió con el gobierno de Mauricio Macri entre 2015 y 2019. Tras la victoria de Marcelo Orrego el pasado 2 de julio, los jefes comunales se preparan para transitar la nueva etapa sin extraviarse en el camino. O al menos hacer el intento.

Luego de 20 años de gobiernos peronistas, la provincia iniciará una nueva era con Orrego al frente del Poder Ejecutivo. Tendrá cuatro intendentes de su palo: su hermano Juan José en Santa Lucía, Susana Laciar en Capital, Sergio Miodowsky en Rivadavia y Alfredo Castro en Sarmiento. Los 15 restantes tendrán que ir a golpear la puerta cada vez que necesiten recursos por fuera de la Ley de Coparticipación.

Munisaga incluyó a los 15 municipios en la nueva liga, contando a los dos bloquistas, Iglesia y Zonda, pero también a la gramajista Daniela Rodríguez, de Chimbas. Es mucho más que un detalle. La incorporación de la intendenta sugiere dar por superada la interna entre uñaquismo y giojismo. Trazar una línea a partir del 10 de diciembre en pos de la supervivencia de toda una generación de dirigentes.

La derrota sufrida el 2 de julio fue difícil de digerir para el PJ y aliados. Pero la única verdad es la realidad. Y cada vez son más las voces que identifican a la interna irresuelta como una de las causas posibles de la caída. Lo sugirió el mismo Cristian Andino la semana pasada en Banda Ancha y coincidió Munisaga, sentado en la misma silla, algunos días después.

Ninguno de los dos reniega de haber acompañado a los hermanos Uñac. De hecho, ambos ratificaron su pertenencia al espacio y su apoyo irrestricto al gobernador para que pueda llegar al Senado. Para ello tendrá que ganarle la primaria del 13 de agosto a Juan Carlos Gioja y luego dar la batalla el 22 de octubre en un tablero adverso, con un orreguismo en ascenso.

Pero la disputa por las bancas en el Congreso Nacional no aligera ni resuelve las gestiones municipales. Los intendentes electos ya están sacando cuentas para sobrellevar los cuatro años que tienen por delante, con la circunstancia inesperada -para ellos- de estar forzados a convivir con un gobernador que no acompañaron.

El escenario se parece bastante al que debió enfrentar Sergio Uñac cuando sucedió a José Luis Gioja el 10 de diciembre de 2015. Gioja tuvo la suerte de administrar con viento a favor. Compartió los cuatro primeros años con Néstor Kirchner en la Casa Rosada y los ocho restantes con Cristina. San Juan siempre tuvo un lugar destacado en la Región de Cuyo, gracias a esa relación aceitada con los pingüinos.

Pero el cambio que se impuso en las urnas en 2015 alteró las condiciones. Súbitamente San Juan quedó convertida en un lunar y Mendoza recuperó su protagonismo en la preferencia nacional, toda vez que el radicalismo integraba la coalición de gobierno. Conformar la liga de gobernadores justicialistas fue, más que una decisión, un reflejo. Fue puro instinto de supervivencia.

En esa liga los gobernadores se convirtió en un interlocutor de peso para el presidente Macri y sus necesidades parlamentarias. Curiosamente en ese contexto empezaron a hacerse visibles las diferencias entre Uñac y Gioja. Mientras el gobernador llegaba a algunos acuerdos con la Casa Rosada, el diputado nacional votaba en contra en el Congreso.

Uñac entendió que debía agudizar el pragmatismo para sostener la administración. Sacó a sus legisladores del bloque Frente para la Victoria y conformó su propia bancada. Fueron 'los sanjuaninos', a secas: Walberto Allende, Florencia Peñaloza y Graciela Caselles. Mientras tanto, Gioja se quedó con Daniela Castro en el aguerrido espacio que conducía desde afuera la omnipresente Cristina.

La fotografía de aquellos años posiblemente anticipa cómo podría funcionar la liga de intendentes peronistas que incuban para convivir con Orrego. Los jefes comunales tendrán -salvo alguna excepción- su propio diputado departamental en la Legislatura. La intención es hacer pesar su influencia en el recinto. 

El nuevo gobierno asumirá con minoría oficialista y estará muy necesitado de tejer apoyos. Se parecerá bastante a aquella red de acuerdos que construyeron Macri y los gobernadores justicialistas, desmarcados momentáneamente de Cristina.

Todo indica que también vienen tiempos de autonomía para los intendentes. Es decir, despegarse gradualmente de las conducciones hoy enfrentadas, uñaquismo y giojismo, en procura de subsistir los cuatro años que vienen. Y también con la mira puesta en el 2027. Luego se verá cómo se reestructura el partido y cómo se reconfiguran los liderazgos.

Lo dijo Andino y lo sugirió también Munisaga: tendrán que pensar paulatinamente en reconquistar a la ciudadanía. Enamorar con un nuevo proyecto, una nueva propuesta. Y esperar el turno de las urnas con la esperanza de recuperar el sillón perdido en Libertador y Paula.


JAQUE MATE