Nada es para siempre
Razones para entender el cambio de ciclo en San Juan, desapasionadamente. Señales desatendidas. Futuro complejo para los perdedores y para los ganadores también.
Como canta Fabi Cantilo, nada es para siempre. Y si el amor se puede apagar en toda relación, también se puede enfriar el vínculo entre un gobierno y su electorado. Tal vez ahí, en lo emocional, haya que buscar las razones de la doble derrota sufrida por Sergio Uñac este domingo en San Juan.
Por supuesto habrá análisis profundos acerca de los aciertos y los desaciertos de la gestión. Pero ese debe y ese haber podrían no explicar del todo el resultado de este domingo, el batacazo rotundo de Marcelo Orrego. Tanto es así, que el flamante gobernador electo dijo, en su discurso de la victoria, que está dispuesto a continuar lo que está bien.
El equilibrio fiscal no se discute, sin ir más lejos. Si hubiera que buscar una política de Estado que hilvanó los últimos 20 años y tiene altas chances de sostenerse en el futuro es esa: no gastar más de lo que entra. Pero no. Habrá que bucear un poco más profundo en las causas del cambio.
Orrego fue cuestionado a lo largo de la campaña precisamente por haber focalizado en el componente emocional: 'Vamos a despertar San Juan'. Le achacaron desde la alianza oficialista la falta de un plan. Seguramente lo tiene. Seguramente no era momento de aturdir al electorado con los fríos detalles de la próxima administración.
El resultado tampoco fue por generación espontánea. Se pudo sentir con contundencia el aire de cambio en las elecciones de mitad de mandato de 2021, cuando el Frente de Todos ganó por apenas un punto y fracción las bancas legislativas. Algunos quisieron mirar para otro lado. Otros, los menos, entendieron que se había encendido una luz amarilla. Y que no todo podía ser culpa del clima nacional.
El propio Uñac dijo el jueves pasado en Banda Ancha, cuando cerraba la campaña, que hay ciclos que se cumplen. Lo dijo en referencia a José Luis Gioja pero también sobre sí mismo, porque de hecho no pudo ser candidato a gobernador nuevamente. De una u otra manera debía despedirse del poder. Incluso cuando pudiera entregarle los atributos de mando a su propio hermano, Rubén.
El resultado del comicio parlamentario y municipal del 14 de mayo indujo a Sergio a pensar que tenía un sólido colchón de votos. Si sus candidatos municipales habían arrasado hace un mes y medio, el contrato social estaba intacto. Pero no. Orrego ganó incluso en bastiones del peronismo como Rawson y Caucete.
El flamante gobernador electo probó las mieles de la victoria finalmente. Fue su segundo intento luego de haber debutado como candidato a gobernador en 2019. Una avalancha larretista vino a arroparlo en el búnker de Ignacio de la Roza y Ameghino, para capitalizar nacionalmente el batacazo sanjuanino. Pero el santaluceño tuvo un rapto de mesura en medio de la euforia: habló de la 'confianza prestada'.
Sabe Orrego que vienen tiempos difíciles. Recibirá una provincia con cuentas equilibradas y un fondo anticíclico robusto, pero también tendrá que hacerle frente a una sociedad enamorada, con altas expectativas. Nadie imagine épocas de vacas gordas.
Orrego se comprometió a redireccionar el gasto. Bajarle un poco el brillo a los grandes eventos deportivos y artísticos, para atender la emergencia en la educación, la salud y la seguridad. Es una enormidad, aunque no parezca.
Habló de resolver problemas de larga data, como las pequeñas deficiencias de infraestructura en edificios escolares y mejorar la calidad en el rendimiento de los alumnos. Nada de esto se puede abordar sin saldar el reclamo salarial docente. Fue uno de los mayores dolores de cabeza de Uñac. Y lo será también para la gestión entrante.
El nuevo gobierno asumirá el 10 de diciembre con una minoría oficialista en la Legislatura. Estará al frente Fabián Martín. El intendente de Rivadavia tiene experiencia política y será altamente valiosa en este contexto. Deberá entenderse rápidamente con uñaquistas y giojistas para tejer los acuerdos imprescindibles. Construir gobernabilidad.
Tanto Uñac como Gioja se mostraron predispuestos este domingo por la noche, a colaborar con la gestión entrante. Sin embargo el peronismo tiene ahora un asunto mucho más urgente que pensar en la convivencia con Orrego: su propia subsistencia en medio de una crisis interna como no se veía hace décadas.
El PJ funciona en verticalidad. En el poder, no es difícil encontrar liderazgos. En el llano, las internas pueden implosionar estructuras. Los rencores cruzados entre uñaquismo y giojismo están a flor de piel. Gioja le ganó a Uñac este domingo en el escrutinio provincial, por un margen holgado. Hará valer ese resultado para jugar de banca en el PJ, aunque el pocitano sigue siendo presidente del partido. Toda una rareza.
A los peronistas les queda una cita urgente, inmediata. En apenas un mes, el 13 de agosto, tendrán que enfrentar las PASO y están en el umbral de otra derrota con Orrego. Por eso habrá seguramente un rediseño de estrategias para enderezar el rumbo. Tienen mucho que perder: pasar de dos a una banca en el Senado, pasar de dos a una banca en Diputados.
Entonces el tiempo de balances y reflexiones tendrá que acelerarse. Orrego aprovechará el envión para ir por todo: ganar también las elecciones nacionales y rematar al peronismo otrora invencible. Uñac y Gioja lo saben. Tal vez por eso hayan hablado telefónicamente este domingo por la noche después de mucho tiempo. Porque nada es para siempre. Ni siquiera las peleas.
JAQUE MATE