Ninguna aberración
Más allá de enumerar cifras y medidas, Orrego aprovechó su primer mensaje anual para sentar postura política en torno a una mala palabra: la 'justicia social'.
Mientras para el presidente Javier Milei la justicia social es una 'aberración', para el gobernador Marcelo Orrego es el fundamento y el motor de las políticas de su gestión. Lo dijo no una sino dos veces este miércoles en su primer mensaje anual ante la Legislatura. Así sentó posición en torno de un tema medular que debería facilitar el entendimiento con la mayoría peronista en el recinto.
Tenía dos caminos el gobernador, en tiempos de polarización absoluta: ir al choque contra el peronismo por la herencia recibida o tender puentes para facilitar la convivencia y, por ende, la gobernabilidad. Optó por esto último.
Orrego habló de la 'realidad compleja' que le toca transitar, 'tejida por años de desafíos no resueltos y oportunidades postergadas'. Palo para los gobernadores anteriores y especialmente para su antecesor inmediato, Sergio Uñac. Palo elíptico y con anestesia, pero palo al fin. Ahí se agotaron las referencias que pudiesen ser interpretadas como un pase de factura.
Fue interesante cómo Orrego decidió apartarse de la lógica amigo-enemigo que parece rendirle buenos frutos a Milei. Cuando le tocó al presidente abrir sesiones en el Congreso Nacional disparó: 'los últimos 20 años fueron un desastre, una orgía de gasto público descontrolado'. Cayeron todos dentro de la bolsa. Incluido su aliado incondicional Mauricio Macri.
Con este tono furibundo, Milei no solo ganó las elecciones sino que transitó los 100 primeros días de gobierno. Logró retener cerca del 50 por ciento de aprobación popular a pesar de la seguidilla de medidas de ajuste que cayeron, fundamentalmente, en el sector de los jubilados, los trabajadores y las pymes. Forjó un nivel de acompañamiento sorprendente incluso en segmentos castigados por la motosierra.
Orrego nunca cultivó un estilo agresivo. Sin embargo el viernes 29 de diciembre le dio un remezón al tablero político cuando dijo que la provincia se encontraba en 'terapia intensiva' en el plano financiero y confirmó el veto a la reforma de la Ley de Coparticipación Municipal que había impuesto la oposición uñaquista en la Cámara de Diputados. Hubo clima de guerra.
El receso de verano sirvió para descomprimir. El tono del mensaje anual este miércoles fue absolutamente contemporizador. Seguramente el peronismo habrá anotado alguna frase incómoda. Por ejemplo, aquella de los 'desafíos no resueltos' y las 'oportunidades postergadas'. Magnificar el sentido de la expresión sería riesgoso. El uñaquismo no podría contraatacar con desmesura. Tendrá que esperar hasta que camine un poco más la gestión.
Orrego respondió a las presiones que recibe para plantarse frente a la prepotencia de Milei. La oposición le viene reclamando que emule al chubutense Nacho Torres. No está en sus planes hacerlo y así lo dejó claro este miércoles.
'Nuestra dependencia de los recursos nacionales nos impulsa a buscar, constantemente, puntos de encuentro, diálogo y colaboración con el gobierno central, a fin de garantizar el flujo de recursos y apoyos que San Juan necesita para seguir adelante', advirtió el gobernador. ¿Hace falta decir algo más? Alcanza con echar un vistazo a la historia reciente.
En el inicio de este siglo, el entonces gobernador Alfredo Avelín fue consecuente con sus principios y terminó sometido al corte total de recursos. El saldo fue el quiebre de la cadena de pagos. La moraleja fue una para toda la clase política: el que se atreva a desafiar a la Casa Rosada corre alto riesgo de derrota.
Buscar puntos de encuentro con este gobierno central no es fácil. No cuando los acuerdos de palabra se vuelven precarios. Orrego dijo sin decir, que no comparte algunas políticas públicas nacionales. Simplemente señaló que este contexto le exige al gobierno provincial 'un rol mucho más activo y comprometido, tomando siempre a la justicia social como guía de cada decisión'.
Para el peronismo esta frase habrá tenido un sabor agridulce. Por un lado, habrá sido motivo de alivio, porque el gobernador decidió no soltarle la mano a nadie so pretexto de la austeridad y la motosierra. Pero, al mismo tiempo, Orrego está amagando con arrebatarle una bandera histórica al peronismo. Si se apropia de la justicia social, ¿qué le queda a la oposición para proponer una alternativa en 2027?
En este sentido, Milei está facilitando las cosas a nivel nacional. En la lógica amigo-enemigo, la diferencia de modelos es explícita. De un lado, el liberalismo extremo que define a la justicia social como una 'aberración'. Del otro lado, el peronismo. En el medio, un desorientado Juntos por el Cambio, confundido entre el colaboracionismo total de Macri y la rebelión de algunos radicales con los lilitos.
A nivel provincial, los contrastes no aparecen tan nítidamente. No por ahora. Si la gestión de Orrego implica continuidad con austeridad, los límites con el peronismo pueden volverse difusos. Ya hubo algún reproche de parte de uno de los ex socios de Juntos por el Cambio: Marcelo Arancibia. En sus redes sociales el ex candidato a gobernador que compartió agrupación con Orrego le reclamó al gobernador que no haya planteado una exhaustiva investigación sobre la gestión antecesora.
Aunque quisiera hacerlo, no estaría Orrego en condiciones de perseguir a nadie. Llegó al poder muy condicionado por el reparto de bancas en la Legislatura. Eligió el camino del diálogo y la construcción conjunta más allá de las diferencias y divisiones. Lo dijo textualmente en su mensaje. Fue cuando mencionó por segunda vez a la justicia social como uno de los faros de la visión común.
Aquí en San Juan, no es ninguna aberración.
JAQUE MATE