Cuando el pasado martes 1 de octubre, Alberto Fernández habló de llevar el modelo sanjuanino a Nación, pudo parecer una zalamería para adular los oídos de los miles de anfitriones, incluidos los que estaban sobre el escenario encabezados por el gobernador Sergio Uñac. Pero no. Aparentemente detrás de su discurso hay una decisión política de argentinizar algunas medidas concretas sostenidas a contramano de la ola amarilla en esta chiquita y arrinconada parte de la geografía.

"San Juan es símbolo de lo que debemos hacer los argentinos", dijo textualmente Fernández desde el sector renovado del Parque de Mayo, en transmisión para todo el país. Habló de la erradicación histórica de villas que se sostuvo con recursos del Estado con doble beneficio. Por un lado, la dignificación de miles de familias y, por el otro, la inyección de trabajo, consumo y billetes a la economía real.

Completó su jornada con otros muchos reconocimientos al modelito sanjuanino. Entiéndase el diminutivo por la magnitud del territorio provincial comparado con la extensión y complejidad nacional. Fernández habló de despertar la minería como fuente de dólares frescos para la economía argentina y de brindar herramientas de competitividad a la actividad productiva regional, a través de la urgente salida al Pacífico por Agua Negra.

Pero todo esto ya es conocido y se ha repetido hasta el cansancio en los días siguientes, en inagotables análisis, obligatorios frente a la cuenta regresiva para la definición electoral del próximo 27 de octubre. Faltan apenas 20 días de intensa campaña.

El fin de semana pasado el periodista David Cufré, de Página 12, hizo una revelación interesante acerca del modelo económico del albertismo, sin saber que estaba al mismo tiempo haciendo una referencia directa a San Juan. Para tejer esa relación estamos nosotros.

"La plata a trabajar", tituló el comunicador para referirse detalladamente al aporte que deberá hacer el sistema bancario para salir de la crisis, las regulaciones que prepara el Frente de Todos y la extinción de las Leliq en beneficio de los créditos para el sector productivo.

Esto de "la plata a trabajar", significa básicamente cortar de raíz las escandalosas utilidades del sector financiero y poner esos billetes al servicio de las pymes y del consumo familiar. Entre las medidas que analizan los técnicos del Frente de Todos, está cambiar las regulaciones al sistema bancario para que vuelva a prestar dinero a tasas subsidiadas. A los sanjuaninos esta receta les suena bastante.

Hace no menos de tres años que la gestión de Sergio Uñac, con menos atribuciones que las del Banco Central ciertamente, buscó la forma de sostener el crédito para evitar el colapso del aparato productivo, el corte de la cadena de pagos, los procedimientos preventivos de crisis, las suspensiones, los despidos y el cierre de empresas.

En cierta medida se logró amortiguar el impacto de la recesión nacional, como demostró el número recientemente difundido por el INDEC sobre desempleo, poniendo a San Juan por debajo del promedio nacional. Pero la red no logró contener a todos. Hubo y hay ejemplos amargos de persianas bajas y familias que pasaron de recibir un salario a pedir asistencia alimentaria en Desarrollo Humano.

En este contexto, el gobierno de la provincia afectó sumas millonarias del Estado para subsidiar tasas de interés de créditos ofrecidos a través del Banco San Juan. Fue así, con todas las limitaciones propias de un botecito salvavidas en medio de la tempestad.

La matriz es la misma. Es entender que la plata retenida en las bóvedas y generando ganancias extraordinarias para la bicicleta financiera solo le sirve a la minoría. Pero puesta al servicio de la producción y el consumo, aporta a la economía real. Es llevar el modelo de San Juan a Nación, como dijo Fernández. No era una jodita.

JAQUE MATE