Quince días después de las elecciones primarias siguen cayendo conclusiones y lecturas políticas que permiten descifrar mejor lo que sucedió e incluso aventurarse a pronosticar lo que vendrá. Y no, no se trata de incursionar en el arte de la adivinación, sino de interpretar hacia dónde van a encaminarse los actores protagónicos en oficialismo y oposición. Uno de esos referentes indiscutibles es y será Marcelo Orrego.

'Antes de andar tonteando, me voy', les repitió una y otra vez a los suyos en la cocina previa de estas PASO. La afirmación está directamente vinculada a su vocación de construir liderazgo. Consecuentemente, también consolidar su cuota de poder. Su estilo no confrontativo es bastante parecido al de Roberto Basualdo. Tiene varias otras similitudes, porque en defintiva el senador nacional fue su mecenas en la política. Pero el santaluceño se empieza a afianzar desde las pequeñas diferencias. Algo de eso se pudo ver en la toma de decisiones de 2019 y 2021, que dependieron estrictamente de su diseño.

En 2019, Orrego se reservó para sí los primeros lugares de la lista de diputados proporcionales, pagando el costo de algunos disgustos con los socios del Frente Con Vos. La Unión Cívica Radical quedó tan atrás que perdió su representación en la Legislatura. También fue el detonante de la ruptura con Dignidad Ciudadana, aunque ese partido provincial pegó la vuelta dos años después y fue recibido con los brazos abiertos. Hay receptividad, sí, pero bajo las condiciones del heredero de Basualdo.

En 2021 Orrego se convirtió en el polo de atracción de la oposición. Tanto fue así que los excluidos de su espacio conformaron la agrupación Consenso Ischigualasto y desde ahí imploraron una alianza de amplio espectro para darle pelea pareja al oficialismo. Pero no. Incluso el rivadaviense Fabián Martín hizo de nexo, escuchó y comunicó. Pero no.

Orrego tenía en mente otra cosa. Su esquema de poder es propio y, como se dijo antes, empieza por la construcción de liderazgo. Sacarse el saco de heredero de Basualdo, sin renegar de ese traspaso. Erigirse en su propio arquitecto, con nuevas reglas. Una de ellas, tal vez la principal, es que de ahora en adelante la mesa no es redonda. Y en la cabecera hay una sola silla. La suya.

Es cierto que Basualdo influyó esta vez para que Susana Laciar encabece la lista de diputados nacionales. Pero la definición final fue de Orrego. La confirmación de la dirigente histórica de Producción y Trabajo, una de las militantes de paladar negro, significó también el compromiso de Roberto de permanecer en el Senado hasta concluir su mandato en 2023. Nada de salidas anticipadas.

La aparición de Laciar como cabeza de lista fue también prenda de unidad para convencer a Rodolfo Colombo de que se bajara. Que relegara sus ganas de entrar finalmente al Congreso de la Nación, siguiendo los pasos de su padre, Ricardo.

Si Colombo decidía competir, plantear interna dentro de Juntos por el Cambio, iba a enfrentarse directamente con Orrego. Y posiblemente la candidata no hubiera sido Laciar, según reveló ahora una fuente del espacio. La primaria se hubiera transformado en poco menos que una carnicería. El santaluceño lo puso en los siguientes términos: 'Tengo que asentar mi liderazgo'. Hubo un apretón de manos y el asunto se resolvió como pacto de caballeros. 

ACTUAR, el partido de Colombo, optó por respetarle a Orrego su ingeniería. Si de algo sirvieron las urnas del 12 de septiembre, que parecía que no iban a resolver absolutamente nada, fue para testear que el orreguismo -porque ya se puede denominar de esa manera con claridad- tiene un piso de 38 puntos. Bastó que el Frente de Todos perdiera algunos votos para que la diferencia entre el primero y el segundo se achicara a tan solo el 5 por ciento.

Es verdad, Juntos por el Cambio en su versión sanjuanina de 2021 no creció. Pero tampoco descendió con respecto a 2021. Le salió un competidor duro como Marcelo Arancibia que elevó la vara de la tercera fuerza hasta prácticamente los 9 puntos. Pero ahora el expresidente del Foro de Abogados tendrá que sostenerse frente a la tentación de sus electores de migrar al orreguismo, en pleno ejercicio del voto útil.

Una fuente asociada a Juntos por el Cambio reveló en off the record que esperan sacarle unos '3 puntitos' a Consenso Ischigualasto, porque naturalmente comparten electorado. Son dos versiones del macrismo nacional, expresadas de forma diferente en la provincia. Si se cumpliera este vaticinio, Laciar achicaría todavía más la brecha con el justicialista Walberto Allende. Saldría segunda el 14 de noviembre pero en una virtual paridad. Orrego habrá probado finalmente su máxima.

El resto dependerá mucho de lo nacional. En Juntos por el Cambio reconocen que en San Juan no ganaron y apenas se acercaron al Frente de Todos porque en la provincia el oficialismo 'es fortísimo'. Palabras textuales. Coinciden con el diagnóstico hecho por el entorno de Sergio Uñac, acerca del mérito peronista de haberse sostenido en la adversidad.

Pero tanto unos como otros saben que la suerte del 14 de noviembre estará atada fundamentalmente al rumbo que tome el gobierno de Alberto Fernández. Si el presidente logra mejorar el humor social, habrá aliviado la mochila de Uñac. Caso contrario, ahí estará Orrego esperando cosechar el voto bronca.

Esa también fue una decisión adoptada por el santaluceño desde el arranque. Entendió desde 2019 en adelante, cuando empezó a tomar las decisiones él, que venían tiempos de antagonismos. Sin espacio para terceros ni aventuras provinciales. Como candidato a gobernador intentó zafar del arrastre negativo de Mauricio Macri al fundar el Frente Con Vos y pretender que no tenía relación con el partido amarillo porteño. Pero cuando le tocó competir por su banca en el Congreso Nacional, inmediatamente se identificó con el PRO. Fue pragmático. Lo sigue siendo. No está tonteando.


JAQUE MATE