El tsunami amarillo le pasó por encima a Santa Fe el domingo y el PJ tuvo otro fuerte llamado de atención en pleno tiempo de descuento para las primarias presidenciales. Sin embargo, sacar conclusiones apresuradas nunca fue buena recomendación. De uno y otro lado de la grieta empezaron a mirar con una fría serenidad el tablero.

La PASO del 13 de agosto será una elección diferente a las dos anteriores que hubo en San Juan: el 14 de mayo y el 2 de julio. Urge una brújula para orientar el análisis. O un GPS, para adecuarse a los tiempos que corren.

El 14 de mayo, por efecto de la súbita intervención de la Corte Suprema, San Juan solo pudo votar diputados provinciales, intendentes y concejales. El mapa se pintó 70/30 a favor del peronismo y aliados. Así quedó conformada la próxima Legislatura y el reparto de municipios.

Unos 45 días después, el 2 de julio se dio vuelta la elección por completo. Marcelo Orrego arrasó con el 51 por ciento, prácticamente solo, contra Rubén Uñac y José Luis Gioja. Semejante péndulo provocó desorientación en Casa de Gobierno. Fue un shock. Pero el resultado ya se metabolizó y se puso en marcha la campaña que falta.

Este lunes en Banda Ancha el operador justicialista Mauricio Ibarra puso en valor los pergaminos de Sergio Uñac para llegar al Senado, aún habiendo perdido su lista la gobernación. Primero que todo tendrá que confrontar, otra vez, con los hermanos Gioja. El que gane se quedará con la candidatura para competir el 22 de octubre.

Entonces surge la primera particularidad de este 13 de agosto. El primer rasgo distintivo, totalmente diferente a las dos citas previas en San Juan: no habrá sumatoria de votos sino una eliminación recíproca, sin Ley de Lemas. Nuevamente se pondrá en juego la guerra intestina del PJ que está lejos de haberse resuelto o superado.

De hecho, Ibarra protestó sonoramente contra el giojismo por haber 'festejado' la derrota del peronismo. Lo tildó de 'imperdonable'. Un poco más tarde, también en Banda Ancha, la giojista Daniela Castro le contestó. Dijo que nadie celebró nada. Simplemente 'algunos venían visualizando que esto podía pasar'. Es decir, la caída inminente.

Castro es precandidata a senadora en la lista que encabeza Juan Carlos Gioja. Este lunes dijo que el 13 de agosto será una elección absolutamente diferente a las dos anteriores. Y acertó. Pero no pudo desconocer que el contexto es desafiante, cuanto menos. Adverso.

Sin 13 no habrá 22. Es decir, el resultado de la primaria en San Juan será un fuerte condicionante para la general. Puede sonar obvio, pero no lo es para muchos que siguen desorientados y buscando el GPS. Si el PJ no consigue mostrar un nivel de respaldo contundente en las urnas el mes que viene, cuando estén todas las líneas internas involucradas en la competencia, difícilmente podrá mejorar rendimientos en octubre, cuando una parte haya sido eliminada.

¿Entonces todo es cuestión de peronistas? No, en absoluto. Juntos por el Cambio también tendrá una posta crucial. Será el primer test electoral para Orrego tras su victoria del 2 de julio. Su foto estará impresa en la boleta de Horacio Rodríguez Larreta, frente a la lista de Patricia Bullrich. Dentro del cuarto oscuro no será neutral, aunque discursivamente haya esquivado la feroz confrontación entre halcones y palomas.

Podría entonces el flamante gobernador electo, tener que levantarle el brazo victorioso a los candidatos de Patricia. Llegado el momento lo hará, pero habrá debutado con un raspón electoral. Distinto será el festejo si sus candidatos logran imponerse el 13 de agosto.

Definida la interna amarilla, habrá otro factor para observar obligatoriamente desde el búnker orreguista: los votos de Sergio Uñac. El gobernador fue inhabilitado por la Corte Suprema para competir por la reelección y designó a su hermano Rubén como candidato sustituto. En rigor, Sergio no perdió todavía.

La participación del gobernador en primera persona es un factor monitoreado por el arco amarillo. Una dirigente bullrichista lo reconoció en una charla reservada, días atrás. Nadie podría menospreciar la figura de Uñac. No al menos hasta haber comprobado cuánto caudal conserva, del que alguna vez supo tener.

Mientras tanto, Orrego ha mantenido su clásica estrategia de mesura. Solo podrá gozar de las mieles de la victoria si no comete ningún error. El triunfo del 2 de julio le ofrece una ráfaga de viento a favor. Pero cada acción podría alterar el curso.

Para Orrego, no anticipar la transición es lo lógico. Gobernar desgasta. Entonces, que gestione Uñac, como le corresponde, hasta el 10 de diciembre. Un poco antes la administración entrante tendrá que desembarcar para conocer los números y prepararse para tomar el timón.

Uñac le mandó a decir a Orrego este lunes, desde Caucete, que sigue esperando conocer a los interlocutores del nuevo gobierno. Difícilmente Orrego ventile nombres antes del 13 de agosto. O del 22 de octubre inclusive. Si lo hiciera, de inmediato habría repercusiones. Cortocircuitos lógicos por decisiones no compartidas. Desgaste.

No tiene razones Orrego para precipitar el juego. Ya es gobernador electo pero recibirá los atributos del poder recién en cuatro meses y medio. Para entonces ya se sabrá cómo se pintó el país entero. Quién es el nuevo presidente o presidenta. Quién ganó las bancas en el Congreso y el Parlasur. No quedará nada más por delante, que poner manos a la obra. Hasta entonces la prioridad será no dar pasos en falso.


JAQUE MATE