Es un relato circular, que se repite a sí mismo y que siempre vuelve a su punto de partida: los empresarios de colectivos demoran el pago de salarios, la UTA anuncia paro y la medida de fuerza se termina levantando por gestión del gobierno provincial. Este miércoles volvió a suceder. Pero ya había pasado idéntica secuencia en marzo, abril y mayo, según un rapidísimo rastreo de archivo. Fue otra vez la misma historia.

En realidad, las protestas de la UTA hace tiempo que se gestan en Buenos Aires y desde ahí se nacionalizan. La sede sanjuanina adhiere, por acatamiento vertical, aunque la realidad local no sea tan dramática como en otros distritos. Esa disciplina gremial le permite a la entidad sindical exhibir poder de fuego en todo el país. Habilita a la cúpula a sentarse con el "paro nacional" sobre la mesa cada vez que haya una convocatoria en el Ministerio de Trabajo.

Si esa contundencia se fuese desgranando, el peso específico en la negociación se vería deteriorado. Entonces, el activo más preciado es ese, el de la unidad territorial. El dedo en el gatillo, con la facultad de detener el transporte de pasajeros en las 23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Después habrá tiempo para retroceder en las jurisdicciones donde la medida no se justifique. Por ejemplo, San Juan.

Y así funcionaron las cosas este miércoles. Hubo un anuncio rimbombante de paro por tiempo indeterminado debido a la demora en el pago de una suma salarial acordada y del aguinaldo. UTA San Juan adhirió de inmediato. La cámara empresaria ATAP recibió un llamado enérgico de la ministra de Gobierno, Fabiola Aubone. Y el conflicto terminó antes de empezar siquiera.

La funcionaria uñaquista ha debido actuar reiteradas veces en situaciones parecidas y siempre su argumento ha sido el mismo: no cabe de ninguna manera paralizar el servicio de transporte público de pasajeros en San Juan, porque la provincia está haciendo un esfuerzo enorme para subsidiar el pasaje. Esto viene de la gestión de Mauricio Macri.

El ministro de Transporte de la era Cambiemos, Guillermo Dietrich, levantó los subsidios nacionales para la tarifa del transporte de pasajeros en San Juan y la provincia tenía dos alternativas: dejar que el precio del boleto se duplicara de un día para el otro, o contener la situación con recursos propios. Se optó por la segunda, aunque con un costo realmente elevado. 

Hasta el año pasado eran 96 millones de pesos mensuales, que para 2020 se actualizaron a 122 millones. Ese es el desembolso que hace el Estado Provincial, de sus propias arcas, hacia las empresas de colectivos para mantener a raya el precio del boleto sin perjudicar la rentabilidad del capital privado. Funciona como una compensación.

A ese dinero que reciben las empresas de la ATAP se suman otros 50 millones mensuales que transfiere Nación, desde que empezó la gestión de Alberto Fernández. Con este aporte se evitó el reajuste del boleto que debía aplicarse desde el 1 de enero de 2020. E incluso se logró evitar el segundo aumento que cabía por pliego desde este 1 de julio.

La ministra Aubone no tuvo que recordarle a la ATAP los números, porque los conocen perfectamente. Bastó con una advertencia. La provincia está haciendo un esfuerzo económico de semejante magnitud para garantizar la prestación de un servicio esencial como el de colectivos, aún pese a la caída de recursos en cuarentena. Por lo tanto, no habrá tolerancia. No puede haber paro. Y es responsabilidad empresaria evitar la medida de fuerza.

En Gobierno igualmente reconocen que los ingresos a las empresas de transporte de pasajeros se han visto afectados por la limitación de completar los colectivos hasta la mitad de su capacidad. Esto ha impactado de manera innegable en la rentabilidad del negocio. Sin embargo, el estatus sanitario provincial justifica sostener esta medida, al mismo tiempo que garantiza un flujo de personas constante en las calles, en la medida en que se sigue flexibilizando la cuarentena. Una cosa trae la otra.

En tiempos de pandemia, los esfuerzos deben ser compartidos. Ese es el mensaje que volvió a repetirse en privado. Paradójicamente, el mismo día en que empezó el Acuerdo San Juan.


JAQUE MATE