El escenario de tercios es negocio para los amarillos, según dijo este fin de semana a este periodista un encumbrado dirigente del gobierno de Marcelo Orrego. Si el año que viene se repitiera el reparto de bancas como sucedió en 2023, sería a pedir de boca. El pronóstico está bastante condicionado por la frialdad con que Javier Milei está tratando a los eventuales aliados.

El presidente ha sido bastante reacio a hacer concesiones. El largo peregrinar de la Ley de Bases, sus marchas y contramarchas, fue la demostración cabal de la rigidez libertaria. Aún así los gobernadores de Juntos por el Cambio -incluido Orrego- dieron sobradas muestras de colaboración. Esta vinculación estratégica e interesada está construyendo un camino común rumbo a 2025.

El año que viene Milei tendrá su primer plebiscito electoral y -como él mismo viene diciendo- será su oportunidad para incrementar exponencialmente la representación violeta en ambas cámaras del Congreso. Enfrente estará el peronismo, hoy en busca de reorganizarse. ¿Qué lugar les quedará a los amarillos en este tablero?

El año que viene Milei tendrá su primer plebiscito electoral. Enfrente estará el peronismo. ¿Qué lugar les quedará a los amarillos en este tablero?

Milei no admite medias tintas. En público se rebeló contra el toma y daca de la política. En privado, más de una vez le terminó ganando el pragmatismo. Pero sigue siendo un líder que cultiva la polarización. La división entre el bien y el mal. De un lado, La Libertad Avanza. En frente, el peronismo/kirchnerismo confundido con la izquierda, como si todo se pudiese meter dentro de la misma bolsa.

Esa mirada no admite terceros. Para el PJ debería ser una buena noticia. El que no vote a Milei solo tendría como opción opositora votar al justicialismo. Cierra por todos lados. ¿Y Orrego? ¿Puede terciar con el poder de su propia gestión y el respaldo amarillo del bloque de gobernadores?

Aparentemente sí. Para un encumbrado dirigente de la gestión orreguista, inevitablemente Juntos por el Cambio terminará convergiendo con La Libertad Avanza. Será por la vía formal, a través de una alianza. O no. También puede ser de facto. Es decir, que el mismo electorado compartido pueda optar por ambas versiones del oficialismo nacional/provincial.

Para que esta proyección funcione, debería mantenerse el peronismo reducido a una mínima expresión. En la usina política de Producción y Trabajo entienden que hay un hartazgo social contra el justicialismo que les costará mucho revertir a los herederos de Sergio Uñac y José Luis Gioja. El cansancio es proporcional a la esperanza que genera en diversos sectores tanto la administración de Milei como la de Orrego.

Por supuesto esta lectura solo aplica a los votantes que optaron por el cambio en 2023. Hay un núcleo duro que nunca pudieron penetrar el presidente ni el gobernador. Las encuestas coinciden en que la división sigue favoreciendo al oficialismo de turno. Tanto Milei como Orrego conservan valoraciones positivas del orden del 50 por ciento. Si enfrente no existe ningún dirigente que pueda hacerles sombra, alcanzará con mantener el statu quo para llegar relativamente holgados al 2025.

Tanto Milei como Orrego conservan valoraciones positivas del orden del 50 por ciento. Si enfrente no existe ningún dirigente que pueda hacerles sombra, alcanzará con mantener el statu quo para llegar holgados al 2025.

Pero esto es Argentina. Pensar en el futuro siempre es un acertijo o, peor aún, una timba. Nadie puede arriesgar cómo llegará Milei a las parlamentarias del año próximo. Ni qué suerte le tocará a Orrego, atado indefectiblemente al clima de la macroeconomía.

Si después del ordenamiento fiscal viene la reactivación, los oficialismos podrán respirar. ¿Querrá Javier estrechar lazos con Juntos por el Cambio? Por ahora las señales han indicado todo lo opuesto. 

Karina Milei está fundando aceleradamente su propia estructura en cada distrito, para minimizar la dependencia política de terceros. Pero tanto Patricia Bullrich como Luis Petri lucen muy afianzados en el gabinete. Ellos podrían ser la puerta de entrada para un entendimiento electoral. Al menos es lo que calculan aquí, en esta provincia tan alejada de las luces de Buenos Aires.

Si la Casa Rosada se cierra definitivamente a las alianzas, Juntos por el Cambio tendrá que sobreponerse con la potencia de los gobernadores. La receta no asusta en San Juan. Si el costo fuese volver a jugar en un escenario de tercios, estaría bien.

Orrego pondrá en juego una sola banca el año próximo, la que ganó en 2021 Susana Laciar y que hoy ocupa María de los Ángeles Moreno. Si le tocara morder un tercio en 2025 como ya le pasó en 2023, podría conservar su capital en la Cámara Baja del Congreso.

Distinto sería el costo para el justicialismo. El año que viene finalizarán mandatos Walberto Allende y Fabiola Aubone. ¿Están en condiciones el PJ y sus aliados de ganar por amplio margen y retener ambas bancas? ¿O solo pueden aspirar a conservar una sola como les ocurrió en 2023?

Para el orreguismo, los peronistas siguen debilitándose. No tienen la tracción electoral que pudieron sostener durante los últimos 20 años. Recomponerse les tomará tiempo. Por eso el 2025 podría repetir el escenario de tercios. Sería buen negocio para los libertarios sanjuaninos y para los amarillos, pero no para el ex Frente de Todos.

Sin embargo este arreglo en borrador solo les serviría el año próximo para la renovación parcial del Congreso. El 2027 será otra cosa. Habrá mucho más en juego. Pero falta demasiado como para hacer conjeturas. Y tiene que correr mucha agua debajo del puente.


JAQUE MATE