San Juan inició octubre ya oficialmente incorporada al selecto e indeseable club de los 1.000. Es decir, las provincias que acumularon esa cantidad de casos positivos de Covid-19. Es cierto que aquí la meta demoró más y fue una conquista en la comparación con otros distritos hermanos de la Argentina. Pero el camino es uno solo y avanza en un sentido único, por carriles más o menos rápidos, pero siempre en la misma dirección. El estatus sanitario cambió dramáticamente. Y con ese giro, sumado a los eternos seis meses de restricciones, asoman otras urgencias.

Es cierto que San Juan tiene una situación un poco menos acuciante que otras jurisdicciones. Al menos por el momento y en virtud de una sumatoria de decisiones ingratas. Sin embargo es una cuestión de matices. Hay menos Covid-19 en circulación, solo por conglomerado, pero hay cada vez más. Lo acreditan las cifras oficiales diarias. La provincia comienza esta semana con 1.066 casos positivos acumulados, 53 fallecidos y 84 pacientes internados, de los cuales 18 están en terapia intensiva y 12 conectados a un respirador.

El gobierno sigue haciendo equilibrismo entre el control de la curva de contagios y la apertura progresiva de actividades, simplemente porque no hay margen para seguir asfixiando la economía. En ese plan, diseñan el regreso del turismo interno con los reparos y temores de los intendentes. El calingastino Jorge Castañeda imploró en Canal 13 que, por ejemplo, se establezcan horarios acotados de ingreso. En su municipio hay 500 familias que dependen de la llegada de visitantes, pero el miedo a abrirse a los contagios se asoma como una sombra imposible de ignorar.

Pero todo esto está más o menos encaminado. De un momento a otro habrá un anuncio, con el protocolo ajustado partiendo de la experiencia de la Fase 5, los aciertos y los errores experimentados hasta antes del 19 de agosto.

Hay otra punta que empieza a asomar. Otro foco de presión que comienza a sentirse y que desborda las posibilidades de Sergio Uñac, porque tiene que ver con el tránsito entre provincias. Hubo un reventón preliminar con los 30 productores agropecuarios que exigieron poder atender sus campos, sus cultivos y su ganado en San Luis, abandonados hace 6 meses. Alberto Rodríguez Saá tuvo que ceder frente a los piquetes que aislaron su provincia. Y la gestión de Sergio Uñac debió ablandar la otrora rígida ley de encierro en un hotel por 14 días.

El ministro de Transporte de Nación, Mario Meoni, formalizó un plazo crucial. Dijo que no más allá del 12 o el 15 de octubre, retomarán el transporte de pasajeros de larga distancia y los vuelos de cabotaje. Por supuesto, esa medida que depende de la Casa Rosada, deberá pasar por el filtro de los gobernadores. Igualmente cuesta imaginar a un mandatario provincial cerrándose a la decisión. La pandemia se ha federalizado. Los contagios ocurren 50 y 50 entre el Área Metropolitana de Buenos Aires y el interior del país. Con ciudades más afectadas que otras, pero con el virus en todos lados.

Hace tiempo el ministro de Turismo de Nación, Matías Lammens, lanzó en el Consejo Federal de Turismo que encabeza la sanjuanina Claudia Grynszpan la posibilidad de establecer corredores seguros entre provincias de estatus sanitarios equivalentes. San Luis pretendió establecerlo con San Juan. San Juan lo rechazó en seco. Aquí el Coronavirus no había perforado los controles fronterizos. Claramente ese escenario ha variado.

Octubre pone en el horizonte la temporada alta para el sector más castigado económicamente por la pandemia: la hotelería, los viajes y todos los servicios derivados. Según el estimador mensual medido por el INDEC, este rubro cayó un 65 por ciento. ¿Hay margen para saltearse las vacaciones de verano en la costa atlántica y los grandes destinos que mueven millones de pesos de consumo interno? ¿Hay alguna forma de protocolizar la reapertura para amortiguar los contagios? El antecedente estival europeo no es muy alentador. En el viejo mundo abrieron balearios que luego tuvieron que cerrar.

Aún así, cerrar definitivamente y condenar a todo el sector turístico a la quiebra, no sería garantía de victoria contra la pandemia. El desafío de gobernar es más que nunca encontrar el justo medio para echar a rodar un país que, como todos, ha pagado caro el costo de pandemia. Más de 21.000 muertos y en cuenta regresiva para los 800.000 casos acumulados ponen a la Argentina en el top ten de las naciones más afectadas por la peste.

La peste cubrió al país por completo. La peste puso al país a la par del mundo. La peste no se detendrá. Tan solo se puede contener la transmisión con el distanciamiento, los tapabocas y el lavado frecuente de manos. Eso es lo que queda por delante, hasta que llegue la vacuna. No se puede, entonces, seguir en pausa eternamente. Aprender a convivir con el virus también significa reabrir las fronteras.


JAQUE MATE