Que la inflación carcome la paciencia, además del bolsillo, no es novedoso. Si a ese cóctel se le agrega una interna sindical no resuelta, el resultado explota en la calle. Fue lo que sucedió este miércoles patrio en San Juan, en paralelo al desfile cívico militar que volvió a la avenida José Ignacio de la Roza después dos años bajo la tierra, como diría María Elena Walsh.

El parate impuesto por la pandemia impactó en lo económico, en lo educativo, pero también en lo emocional. Volver a desfilar con los colores celeste y blanco, retomar aquella cita tradicional, tuvo alto valor simbólico. Fue una batalla ganada, luego de que el Covid 19 pusiera al mundo entero bajo encierro.

Y se logró. Aún transitando la cuarta ola de contagios, con una duplicación de casos positivos en la última semana comparada con la semana anterior según los datos oficiales, el desfile se pudo llevar a cabo sin mayores temores. Puede haber y seguramente habrá nuevos contagios, pero esta vez está el respaldo de las vacunas para garantizar que no habrá una avalancha de internados.

En el desfile el móvil de Canal 13 pudo recoger testimonios de familias enteras que asistieron al evento con entusiasmo. No está todo bien. La inflación sigue apretando la economía de los hogares y flamear las banderitas celestes y blancas no hará desaparecer las frustraciones mágicamente. Pero regresar a la avenida Central como no sucedía desde 2019 fue todo un desahogo. Y eso estuvo bien. Más que bien.

El gobierno de Mauricio Macri se despidió en diciembre de 2019 con una inflación anual del 54 por ciento y con una recesión que había paralizado el 60 por ciento del aparato industrial. Los tarifazos y las constantes devaluaciones se combinaron para detonar el poder adquisitivo. 

La llegada de Alberto Fernández quedó condicionada a dar respuestas en un plazo perentorio porque la mayoría no daba más. Esa recuperación prometida empezó a exhibirse en las cuentas macro, pero está todavía muy lejos de aliviar las urgencias domésticas. Aquella promesa de 'llenar la heladera' sigue todavía pendiente. Y los plazos se agotan.

El Frente de Todos justifica la crisis con dos grandes argumentos. El primero es la herencia macrista, sintetizada en la fenomenal deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional. El segundo es la pandemia, que generó necesidades imprevistas. El Estado tuvo que salir a asistir a todos los sectores, desde los más vulnerables con el IFE hasta los empresarios con subsidios para pagar salarios. Esa emisión monetaria, como sucedió en otros países, tuvo efectos colaterales.

De manera inesperada estalló el conflicto ruso-ucraniano que elevó el precio internacional de los alimentos, generando otro efecto externo para agravar la inflación argentina. Todos estos argumentos tan burdamente descriptos en esta columna, de ninguna manera calmarían el malestar de las familias que no alanzan los 95.000 pesos mensuales de ingresos para superar la línea de pobreza.

Entre enero y abril de 2022 el índice de precios al consumidor alcanzó el 23,1 por ciento. En los últimos 12 meses la inflación acumulada llegó al 58 por ciento. Los números son inapelables. Y como se editorializó en este mismo espacio el miércoles 18 de mayo, el acuerdo salarial de los estatales sanjuaninos duró poco, casi nada. Apenas dos meses.

El 45 por ciento en cuotas que se cerró el 3 de marzo se licuó anticipadamente. El viernes pasado en Banda Ancha el secretario de Hacienda, Gerardo Torrent, recordó que los haberes de mayo se liquidarán con el 25 por ciento de aumento acumulado. Pero la inflación oficial de mayo con seguridad terminará arriba de ese valor, considerando el ritmo que traen los precios. 

Contener la escalada en las góndolas de los supermercados escapa a las posibilidades de la provincia. El acuerdo presentado el martes pasado por el Ministerio de la Producción con algunos mayoristas tiene un listado acotado de artículos con valores de referencia que deberían resguardarse no más allá de los próximos 30 días, en el mejor de los casos. Está claro que una medida semejante es un gesto de buena voluntad de las partes, pero nadie espere que tenga un impacto mayor.

La inflación depende de variables de la macroeconomía y ese partido se juega en Buenos Aires. Sus efectos, en cambio, se sienten aquí. El deterioro del salario incomoda. Y si a ese malestar se le agrega una dosis de interna sindical, el resultado es una protesta como la sucedida este miércoles durante el desfile patrio.

Como se pudo ver en la transmisión de Canal 13 en vivo, un grupo de docentes autoconvocados -identificados de ese modo con carteles- se hizo presente con un ruidoso reclamo salarial. Absolutamente legítimo. La Policía les cortó el paso, en resguardo de la seguridad del gobernador Sergio Uñac.

Los momentos de tensión grabados con teléfonos celulares se viralizaron rápidamente en redes sociales. Con la misma velocidad apareció el término 'represión' multiplicado una y otra vez. Si hubo algún exceso de parte de los uniformados, habrá que denunciarlo ante la unidad fiscal que corresponda. Sin demora.

Al problema raíz, que es el impacto de la inflación en los ingresos, se le suma otro de carácter político. Este grupo de docentes no se reconoce representado por ninguno de los tres sindicatos que integran la paritaria: UDAP, UDA y AMET. Entonces, frente a esa interna no resuelta, salen a la calle a visibilizarse.

Para el Gobierno se convierte en una situación más que incómoda. La ministra de Hacienda, Marisa López, ha reconocido que deberá anticipar la revisión del acuerdo salarial, porque no dan los tiempos para esperar hasta julio. Por lo tanto la convocatoria se hará en lo imediato. Los tres sindicatos paritarios hicieron el planteo formal. Se conversó a puertas cerradas en la paritaria del lunes pasado. El diálogo está abierto y la negociación, encarrilada.

Pero esa negociación que llevan adelante los dirigentes gremiales no satisface a la totalidad de los docentes. No los dejó conformes el acuerdo salarial del 3 de marzo y con seguridad no les gustará cualquier otra mejora salida de la paritaria, esencialmente, porque rechazan esa representación sindical. 

Es una encrucijada difícil de resolver. La inflación no bajará drásticamente y los recursos provinciales están apenas por encima de lo proyectado para 2022. Pero no es cuestión de números solamente. Detrás de las cifras hay personas. Y un clima denso, con una pizca de interna sindical.


JAQUE MATE