Sanjuaninos en capilla
El debut de la educación presencial pone a la provincia en vidriera. Uñac y su gabinete abren un nuevo capítulo en el manual contra la pandemia.
"Abrir las aulas es el mejor homenaje que le podemos hacer a Sarmiento", dijo el gobernador Sergio Uñac este domingo tras mantener una videoconferencia con el ministro de Educación de Nación, Nicolás Trotta. Curiosamente, este lunes en que las escuelas de los 14 departamentos fuera del Gran San Juan volverán a la presencialidad faltará un mes para celebrar el Día del Maestro. Llegar al 11 de septiembre con clases en medio de la pandemia sería un logro digno de mención. Hay que llegar.
Hay varios factores que abonan la decisión para dar este paso en positivo. La primera es sanitaria. San Juan cumplió este domingo siete días sin ningún nuevo caso positivo de Coronavirus, con apenas cuatro casos activos, todos asintomáticos y aislados en hoteles, y en consecuencia sin circulación viral comunitaria. La estadística le sigue sonriendo a la provincia, mientras en otros puntos del país la peste hace estragos.
Pero la salud pública no es el único argumento que avala el reinicio de las clases presenciales. Es el más determinante, sin lugar a dudas, pero hay otros. Como ya se ha mencionado en esta misma columna, el derecho a la educación tiene rango constitucional. Está contemplado en el artículo 14 de la Carta Magna Argentina y en el 71 de la Provincial. Seguir en la virtualidad es solo posible para los grandes centros urbanos. En la periferia, los serios problemas de conectividad lesionaron el aprendizaje.
Por eso Uñac este domingo puso en contexto que la reapertura de escuelas es específicamente en la periferia, donde más falta hace. La mayoría de los padres y madres en esta zona hacen trabajos rurales durante extensas jornadas. Tener a sus hijos en las aulas, importa en la organización familiar. Es además un valor simbólico. La escuela resulta insustituible. La señorita ocupa un lugar de referencia en la comunidad.
Según un estudio realizado en coordinación entre el Ministerio de Educación de Nación y el de San Juan, el 50,7% de los chicos del país dijo que lo que más extraña de la escuela es precisamente la maestra. En segundo lugar aparecen los compañeros, con el 45,4%. Y en tercer lugar, los recreos, con apenas el 3,7%.
Entre los adultos, el mismo estudio reveló que el 69% de los padres y madres están de acuerdo con volver a clases presenciales en grupos pequeños y turnándose los días. Esos siete de cada diez a favor son mayoría, pero un asunto de tamaña importancia no debe ni debería resolverse por imposición de los números. El Gobierno Provincial parece haberlo comprendido y la asistencia no será obligatoria. El que quiera irá y el que no, seguirá con las clases virtuales únicamente.
Lo pedagógico también ocupa un lugar relevante en la decisión de retomar la presencialidad. Por eso se priorizó el regreso de los y las estudiantes de los últimos años de primaria y de secundaria. A ellos y ellas se les agotará el tiempo más rápidamente. El 18 de diciembre, terminado este rarísimo periodo lectivo 2020, tendrán que pasar de ciclo sin margen de acomodar sus falencias educativas. El resto de los cursos tendrá el 2021 para amortiguar las carencias. Cada docente deberá hacer la alquimia necesaria para reparar el daño ocasionado por la peste.
Sin embargo, también hay una razón de índole estrictamente política. Uñac ha resuelto dar un crucial paso que no conoce antecedentes en Argentina desde que las escuelas quedaron cerradas el lunes 15 de marzo en todo el país. No fue una medida inconsulta. Nación coordinó el regreso a las aulas en nueve jurisdicciones originalmente, a través de una resolución pactada en el Consejo Federal Educativo. Pero la autonomía le deja un respetable margen de acción al gobierno provincial.
La provincia, como el país, no puede asfixiarse en el encierro indefinidamente. Si bien es cierto que no hay manuales para gestionar esta crisis sin precedentes, por su escala planetaria, la intención es encontrar el protocolo exacto para sobrellevar la pandemia. Definir la nueva normalidad, de la que se viene teorizando hace meses. Llegó la hora de pasar a la práctica. El país está mirando. Y los sanjuaninos están listos para el examen.
JAQUE MATE