El segundo día de presencialidad voluntaria ratificó la tendencia. Hay un abismo entre las escuelas de gestión estatal y los colegios de gestión privada, en función de la asistencia de los alumnos y las alumnas. Es una de las consecuencias que está dejando la pandemia: la peste está golpeando a todos, pero no por igual. Así como sucede en lo económico, en lo pedagógico también hay daños más severos en unos que en otros.

De acuerdo a los números oficiales del Ministerio de Educación, este martes hubo una asistencia promedio del 52 por ciento. Sin embargo, sería falaz decir que 5 de cada 10 chicos asistieron a la escuela y la otra mitad se quedó en casa con la virtualidad. Una generalización semejante distorsiona la realidad.

Afortunadamente la información suministrada todavía separa la escolaridad pública de la privada. Entonces surge el dato crucial. Apareció el lunes y se ratificó el martes. Mientras en la gestión estatal la asistencia apenas llega al 40 por ciento, en la privada ronda el 80 al 90 por ciento.

La forma correcta de expresarlo sería la siguiente: en las escuelas públicas optaron por la presencialidad tan solo 4 de cada 10 alumnos y alumnas. En las privadas apenas 1 o 2 se quedaron en casa. El resto se volcó masivamente al aula, en burbuja y con todos los protocolos.

Es necesario preguntarse a qué obedece semejante diferencia. ¿Es simplemente una cuestión de índole económica? ¿El uso del transporte público es determinante? Puede haber un poco de cada cosa. O tal vez los meses extraordinarios de 2020 fueron debilitando el vínculo entre las familias y las instituciones educativas. Tal vez alguno tiró la toalla.

Una de las condiciones acordadas en la reunión técnica de Educación con los sindicatos paritarios, el viernes pasado, fue que esta nueva bimodalidad jamás debería duplicar la tarea de los docentes. Entonces, quienes asistan presencialmente tendrán una clase tradicional. Los que se queden en casa podrán descargar una guía de una plataforma virtual, contestarla con la ayuda de su familia y mandarla para ser corregida. Y punto. No habrá contacto por Zoom.

La fractura entre un tipo de educación y la otra es explícita. Inocultable. Lo reconoció la coordinadora pedagógica del ministerio, Ana Rodríguez, el lunes pasado en Banda Ancha. 'La diferencia es insalvable', fueron sus propias palabras. Sin embargo, la circunstancia sigue siendo extraordinaria y frente a la división social el gobierno optó por dejar liberada a la voluntad de cada familia la elección.

En dos jornadas completas de recorrida por escuelas de gestión mayoritariamente estatal, el móvil de Canal 13 recogió algunos datos reveladores. En la escuela Provincia de Salta, de Rivadavia, las familias de alumnos que vienen de La Bebida optaron por la virtualidad para evitar el transporte público. Pero son minoría. La gran mayoría vive por la zona y se podría desplazar caminando. La mayor presencialidad se da en la mañana, a pesar de que hace más frío que en la tarde. Claramente hay otros factores que inciden en la no asistencia. Uno de ellos sin dudas es el miedo.

Este martes y luego de una seguidilla de días de curva de contagios a la baja, la provincia volvió a superar la barrera de los 400 casos diarios. Además hubo cinco fallecidos. Hay embarazadas y niños internados en áreas Covid. Con ese bombardeo informativo, es natural que haya familias temerosas de la peste y elijan resguardarse. Cerrar todo hasta que pase el temporal, aunque el temporal no tenga fecha de finalización.

Está avanzando la campaña de vacunación y el pronóstico más optimista es que entre agosto y septiembre se pueda alcanzar un nivel de inmunidad de rebaño importante. Lo dijo el viernes en Banda Ancha el vicegobernador Roberto Gattoni. Sin embargo, la pandemia ha demostrado ser imprevisible. Quedarse estático hasta que amaine podría resultar un perjuicio enorme. Entonces, mientras hay decenas de miles de niños, niñas y adolescentes en casa, hay un número semejante que está reencontrándose con el aula, con la docente.

¿Y si no fuera solamente el miedo? ¿Y si en realidad se estuviera debilitando el vínculo entre la escuela y la comunidad educativa? Al fin y al cabo, el aprendizaje siempre puede posponerse, en tanto y en cuanto se conserve la salud. Lo primero es preservar la vida. Esa es una verdad. 

Sin embargo, desde el lunes pasado es una verdad relativa, porque desde el lunes pasado la mitad de la matrícula escolar quedó colgada de internet -en el mejor de los casos- mientras la otra mitad seguirá avanzando a un ritmo diferente en el aula. Hay una enorme concentración de esta segunda mitad, la que está aprendiendo mejor, en los colegios privados. 

Es tanto como que un grupo camine y se detenga cada tanto, mientras el resto hace rato empezó a correr. Es cuestión de tiempo para que unos ni siquiera puedan ver hasta dónde han llegado los otros.

A lo largo del año pasado, según datos de la CTERA, abandonaron la escuela un millón y medio de estudiantes. San Juan tiene su cuota dentro de ese número impresionante. Es lo que se busca remediar cada vez que se habla de 'revinculación'. Es un eufemismo para decir que algo hay que hacer, para que vuelvan al aula aquellos que colgaron los libros.

En algún momento la pandemia será un mal recuerdo. En esta instancia parece urgente, a la par de lo sanitario, atender la inequidad educativa. Caso contrario, lo que viene es una sociedad más desigual.


JAQUE MATE