Sorpresa y no tanto
Aunque parezca prematuro, se está trazando la línea de largada para 2027. Esa es la lectura obligada, detrás de las fórmulas Gioja-Gramajo y Uñac-Andino.
Sorpresa y no tanto. El salto de Fabián Gramajo del uñaquismo al giojismo era una posibilidad que se fue incubando con el correr de las semanas. El diálogo estaba abierto con ambos sectores del peronismo y las cosas terminaron de decantar el fin de semana. El chimbero nunca aceptó ser desplazado a un rol secundario. Su definición lógicamente tendrá un efecto en cadena.
El primer impacto será la migración de su lista municipal, encabezada por Daniela Rodríguez, del sublema de Sergio Uñac al de José Luis Gioja.
Ella es nada menos que la vicepresidenta del Partido Justicialista, segunda autoridad orgánica debajo del gobernador. Quedó en ese pedestal en marzo de 2020, cuando los Gramajo optaron por el uñaquismo en la pulseada interna contra el giojismo. Tres años después las cosas cambiaron drásticamente y la opción fue la opuesta.
La relación de Uñac y Gramajo se desgastó sin punto de retorno, aunque el intendente se esmere en marcar una cuestión sustancial: todos juegan por dentro del peronismo. No podrían imputarle una traición, si en definitiva terminarán sumándose los votos entre sí, recíprocamente.
Pero obviamente eligió ponerse en frente de Uñac. Y esa definición traerá consecuencias políticas. Siempre. La primera y más evidente es que a partir de ahora, si gana Gioja ganará Gramajo. Y a la inversa. Si les toca caer, la derrota será compartida.
El afecto societatis entre Uñac y Gramajo se deterioró hasta el borde de la extinción y esa realidad tangible fue minando toda posibilidad de acuerdo. El chimbero siempre aspiró a integrar la fórmula. El pocitano nunca lo tuvo en sus planes. De ahí en adelante, todo lo que pudieran hablar estaba condicionado a encontrar alguna compensación.
Hubo un último intento el fin de semana, en una reunión de la que también formó parte el diputado nacional Walberto Allende. En Casa de Gobierno el viernes pasado nadie daba por seguro el destino de Gramajo. Podía quedarse como podía irse. Y en esa línea, ya estaban ensayando lecturas políticas de lo que sucedería en caso de fuga.
Gramajo entiende que supera el 70 por ciento de intención de voto en su departamento, el tercero más poblado de San Juan según datos del censo 2022. En Casa de Gobierno no desconocen su rendimiento, pero tienen una lectura diferente acerca de lo que se pueda llevar efectivamente consigo el chimbero.
De acuerdo a ese punto de vista uñaquista, el puntaje de Gramajo estaría atado a su sociedad política con Uñac. Por lo tanto, la ruptura con Casa de Gobierno no le saldría gratis al intendente en términos de acompañamiento popular. Una fracción de ese respaldo podría desgranarse en el camino.
¿Quién sería el beneficiario de ese desgranamiento gramajista? ¿El piquetero Carlos Gómez o el bloquista Andrés Chanampa? Cualquiera de los dos, dependiendo también de quién goce del beneplácito explícito de Casa de Gobierno. O algún otro candidato sorpresivo que surja sobre la hora para contrapesar el peronómetro giojista.
Ese es el otro aspecto a considerar: Gioja sumó una referencia de peso en Chimbas con Gramajo, pero ya tenía a dirigentes territoriales con su propia impronta antes, desde Daiana Luna hasta Federico Caroprese, Carlos Mercado y Melisa Llanos.
En un departamento de larga tradición peronista y con ley de lemas, ese abanico de compañeros y compañeras merece una detenida observación. A las fuerzas no justicialistas siempre les costó más el voto en ese distrito popular, uno de los principales aportantes a los triunfos del Frente para la Victoria y el Frente de Todos desde 2003 hasta la fecha.
En cierto momento de esta carrera de estrategias rumbo al 14 de mayo se planteó la chance de que Gramajo pudiera emerger como una tercera opción, por fuera de Uñac y de Gioja.
Quienes alentaban su lanzamiento, lo presentaban como un dirigente que tenía un perfil similar al exgobernador frente al electorado. Jugar aparte le hubiera posibilitado al oficialismo tener un aporte adicional que beneficiara indirectamente a Uñac, si el chimbero le dividía el sufragio a Gioja.
Pero nada de eso ocurrió. El peronismo finalmente se organizó en dos columnas y Gramajo terminó optando por Gioja. Esto abre otro interrogante: ¿cómo impactará en el electorado tanta homogeneidad en la fórmula? ¿Qué aporte diferente puede realizarle el intendente de Chimbas al diputado nacional, si efectivamente tienen perfiles tan similares?
Valga la obvia aclaración: todas estas conjeturas solo tendrán respuesta el 14 de mayo cuando se abran las urnas. Entonces sí se sabrá quién tomó las decisiones más acertadas.
El otro aspecto necesario para el análisis es que que se está trazando la línea de largada para el 2027. Parece un exceso interpretativo, pero no lo es. Gramajo juega una ficha importante para anotarse en la disputa por la sucesión, por el banco de recambio. Lo mismo le sucederá a Cristian Andino cuando Uñac finalmente lo corone como compañero de fórmula.
No es una cuestión meramente deliberativa. Hay un antecedente de peso, que alienta a los vices a soñar con pegar el salto a la gobernación. Fue el camino que recorrió el propio Uñac, sin ir más lejos. Pasó de dos mandatos como intendente a la vicegobernación y desde ahí consolidó su imagen hasta ser el candidato lógico en 2015, el más competitivo.
Tanto Gramajo como Andino podrían entusiasmarse con ese precedente. Con estilos diferentes, más impetuoso el chimbero, más medido el sanmartiniano, ambos tienen aspiraciones. Desde ese punto de vista, el 2023 sería apenas un peldaño para su verdadero horizonte, dentro de cuatro años más.
Y esto tampoco debería provocar ningún sobresalto. Como la fórmula Gioja-Gramajo, que causó sorpresa y no tanto.
JAQUE MATE