Vale recordar una máxima que a veces puede traspapelarse en el fragor de la campaña: en política no siempre dos más dos es igual a cuatro. La matemática puede presentar resultados insospechados cuando se trata de la voluntad popular. Sin embargo, es lícito imaginar qué hubiera sucedido y qué sucedería si se movieran algunas piezas para acumular algunos puntos en la disputa del poder.

Los números más frescos son los de noviembre de 2021, cuando los sanjuaninos votaron por legisladores nacionales. Esos guarismos siguen pesando en el diseño de las estrategias para el año que viene. El Frente de Todos logró retener las dos bancas que ponía en juego, con el 43 por ciento de los votos. Juntos por el Cambio quedó en segundo lugar con el 42 por ciento. Y Consenso Ischigualasto terminó tercero con el 8 por ciento.

Esa escala alimentó dos conclusiones en el discurso opositor. La primera fue que más de la mitad del padrón eligió una alternativa no oficialista. Votaron en contra del gobierno de turno. La segunda fue que si Juntos por el Cambio y Consenso Ischigualasto hubieran jugado unidos habrían derrotado al Frente de Todos con algo más de 50 puntos en la sumatoria final.

Pero este razonamiento tiene contraindicaciones también. La primera de ellas dice que cada cita electoral es incomparable, porque se votan categorías diferentes y los contextos son únicos. Hay encuestas que orientan los diagnósticos, que permiten medir los climas. Pero la única verdad se conoce el día del comicio. Como ejemplo sirve mencionar a Capital, donde la oposición viene ganando sostenidamente las elecciones legislativas de mitad de mandato pero el oficialismo retiene la intendencia desde 2007 hasta la actualidad.

La otra advertencia sobre las sumatorias simples es que a las alianzas hay que sostenerlas en el tiempo. Hay ejemplos abundantes al respecto. Construir frentes electorales exitosos no garantiza resultados en la gestión. En el mediano plazo el costo termina siendo mucho mayor.

Fue tal vez el aprendizaje más doloroso de los armadores de la Alianza que llevó a Don Alfredo Avelín a la Gobernación en diciembre de 1999. En agosto de 2002 se había disuelto el acuerdo con un juicio político y posterior destitución. Los partidos integrantes de aquella coalición exitosísima en lo electoral, pero fallida en la gestión, pagaron el costo a lo largo de las dos décadas siguientes.

Igualmente es tentador sacar cuentas a partir de los votos de 2021 para proyectar 2023. El Frente de Todos acumuló 179.000 votos, contra 173.069 de Juntos por el Cambio. La diferencia quedó por debajo de los 6.000 votos. Nunca antes habían estado tan cerca. La tercera fuerza, Consenso Ischigualasto, obtuvo 35.142 votos. Una coalición opositora hubiera arrasado.

De ese cálculo se sigue tomando quien encabezó la lista de los dinosaurios, Marcelo Arancibia, para estimular una construcción más amplia. Este martes en Banda Ancha insistió en que todavía están a tiempo de abrir el espacio y recuperar el diálogo perdido. Su partido, el GEN de Margarita Stolbizer, pasó de Consenso Ischigualasto a Juntos por el Cambio, al igual que el ARI-Coalición Cívica que lidera Facundo Guzmán en San Juan. Ambos pases ya son irreversibles y dejaron algunas heridas sangrantes en el frente dinosaurio.

En Consenso Ischigualasto quedó el resto de las fuerzas bajo el liderazgo compartido entre ADN, de Martín Turcumán, y Cruzada Renovadora, de Alfredo Avelín. El malestar con Arancibia y con Guzmán radica en que la estrategia original era dialogar entre frentes, no tener charlas individuales. Finalmente sucedió lo segundo. Previa palanca desde Buenos Aires, Marcelo Orrego terminó abriendo las puertas y se produjeron estos ingresos particulares a Juntos por el Cambio.

Turcumán fue tentado a reincorporarse al PRO. Le mandaron mensajes con acento porteño. Pero él desestimó el convite. Avelín directamente no tuvo contacto con el orreguismo y a esta altura parece inviable un entendimiento político entre ambos.

'Falta todavía lograr una mayor amplitud porque lo que se debate en 2023 es la alternancia en el poder', reflexionó Arancibia en Banda Ancha. Su mayor preocupación es que Sergio Uñac o José Luis Gioja ganen la gobernación el año que viene, luego de 20 años ininterrumpidos de administración justicialista.

Gracias a la nueva versión de la Ley de Lemas, si Uñac y Gioja finalmente fueran candidatos se terminarán sumando sus votos, a pesar de sus diferencias internas indisimulables. La oposición, al competir dividida, no contaría con esa ventaja. Más allá de la esperanza de Arancibia, siguen apareciendo escollos. Javier Milei pasó por San Juan y dejó una indicación estricta para lo que queda de Consenso Ischigualasto: con Juntos por el Cambio no hay nada que hablar. Fue una muy buena noticia para el oficialismo. Cada punto que obtenga la tercera fuerza sería resta para Orrego.

'Me hubiese gustado hablar con Milei y explicarle que el escenario provincial no es el escenario nacional', dijo Arancibia en Canal 13. 'Ellos deberían advertir desde su lógica libertaria y anarco-capitalista que lo peor que le puede ocurrir a San Juan es que se perpetúe el Frente de Todos', insistió el abogado margarito. No parece que el economista de la cabellera alborotada esté dispuesto a invertirle tanta energía a la provincia. Su preocupación es la Presidencia. Liberarse de ataduras con Juntos por el Cambio sería prioritario.

¿Y Orrego? El líder de la oposición en San Juan tiene otra perspectiva. Nunca se mostró desesperado por coordinar un contingente donde se suba todo el mundo. Por el contrario, apostó a generar una construcción propia, con aliados pero no a cualquier precio. Hace tiempo sostiene que el país y la provincia marchan indefectiblemente hacia una polarización cada vez más extrema. Sin lugar para terceros. Porque hay sumas que suman y hay sumas que restan.


JAQUE MATE