Tensiones de precampaña en la gran familia uñaquista
Los diversos sectores comparten un objetivo que es la permanencia en el poder. Las diferencias aparecen en los modos de alcanzar esa meta.
Solo la euforia por la Scaloneta puede relegar a un segundo plano las tensiones internas que está transitando el PJ sanjuanino. En la gran familia uñaquista, los diversos sectores comparten un objetivo que es la permanencia en el poder. Las diferencias aparecen en los modos de alcanzar esa meta. Algunos aguardan rigurosamente la señal de Sergio Uñac y miran con recelo a los que, con una alta dosis de autonomía, empezaron a desplegar su artillería anticipadamente al margen del conductor.
En verdad el propio Uñac les dio luz verde el 18 de julio para salir a defender el proyecto, sin candidaturas. Fue en un acto partidario clásico, con un encendido mensaje en la sede justicialista de calle 25 de mayo. Escudados en ese banderazo de largada, algunos dirigentes alineados con la re-reelección del gobernador empezaron a recorrer la provincia. Pero el tono de sus discursos pudo incomodar a los más ortodoxos.
¿Por qué? Básicamente porque hilvanaron la gestión de Uñac con las raíces del peronismo y con las conquistas alcanzadas no solo desde 2015 sino desde 2003, cuando llegó José Luis Gioja a la Gobernación. Ese mensaje tan abarcativo pudo ser interpretado de mala manera. Fue lo que un alto dirigente muy cercano a Paula y Libertador definió como 'uñaquismo sin Uñac'.
El fenómeno ya se describió en esta columna el 7 de noviembre, bajo el título 'El escuadrón uñaquista pone a prueba las lealtades'. Subyace el temor de que estos dirigentes entusiastas del peronismo doctrinario puedan 'cortarse solos', valga la expresión popular. Es decir, que empiecen a flaquear las fidelidades. Que lleguen a olvidar la prioridad de retener la provincia con Uñac a la cabeza, en el afán de sostener cada uno su propio territorio.
Este 'escuadrón uñaquista', definido así periodísticamente, demanda recomponer la verticalidad y la pertenencia hacia el conductor. Cada vez que un dirigente levanta el perfil por afuera, provoca una mirada atenta por las dudas llegara a olvidarse de militar la continuidad del gobernador.
Nótese que las tensiones internas aquí señaladas no involucran al giojismo. Es una cuestión de oficialismo puro, enfrentado por las miradas diferentes sobre la metodología más efectiva para construir otra victoria.
Hay un par de dirigentes que asomaron nítidamente con este perfil peronista por dentro del uñaquismo: el ministro de Gobierno, Alberto Hensel, y el intendente de Chimbas, Fabián Gramajo. El primero, con unos 30 años de militancia sobre sus espaldas, viene recorriendo las juntas departamentales con un mensaje de reconciliación, poniendo en valor la doctrina clásica de justicia social, independencia económica y soberanía política. ¿Y Uñac? Implícito.
Entiende Hensel que su deber es sumarle al uñaquismo esa pata peronista de base que puede identificarse más con Gioja. La manera de conquistar adhesiones, bajo esa perspectiva, sería recuperar la retórica que se fue achicando gradualmente. Las banderas pueden estar presentes en la gestión de gobierno, pero pocas veces asoman en el discurso. En la vida interna del justicialismo esas señales cuentan. Sobre todo a la hora de entusiasmar a la tropa para que salga a trabajar en el territorio.
Las elecciones no se ganan con afiliados partidarios sino perforando esa burbuja y alcanzando al votante que se autopercibe 'independiente'. Sin embargo, poner la maquinaria en movimiento siempre será un activo importante para sumar votos en tiempos de campaña.
Gramajo también desafió los parámetros de la ortodoxia uñaquista cuando empezó a salir de Chimbas para militar en otros distritos. Por ejemplo, lo hizo en Rivadavia. Bajo su punto de vista, quedarse a la espera de que Uñac abra camino para ir detrás de su estela sería un error. Al intendente le preocupa darle ventaja a la oposición, que silenciosamente está organizando reuniones en cada departamento. El intendente tiene aspiraciones por encima de lo municipal, pero no por ello estaría dispuesto a rivalizar con el gobernador.
Hensel y Gramajo no son los únicos. Todos los dirigentes están movilizados en cada rincón de la provincia, pero algunos están más abocados a las rencillas de sus departamentos que a lo provincial. Y esa es la principal preocupación hacia arriba. La Ley de Lemas, bautizada como Sistema de Participación Amplia y Democrática (SIPAD), fue concebida con el objetivo de tributar votos piramidalmente hacia arriba, hacia la fórmula de gobernador y vice. Los múltiples candidatos a intendentes y concejales deberían elevar la cúspide.
Sin embargo, esta lógica implícita en la letra de la ley necesita también un correlato político. Según un sondeo de una consultora nacional que circuló a mediados del mes pasado, el 70 por ciento de los votantes elige al gobernador por encima de otras categorías. Es decir, la suerte de la boleta completa está muy atada al efecto arrastre que pueda garantizar la cabeza de lista. Por lo tanto, focalizar las campañas solamente en los departamentos podría ser un error. La conclusión salta a la vista: hay que militar mucho lo provincial.
Entiéndase que la campaña ya empezó. Aún sin decreto de convocatoria a elecciones, Uñac ratificó el pasado viernes ante la prensa jachallera que se votará en el primer semestre. Según la nueva ley, el gobernador está habilitado a fijar calendario electoral a partir de abril. En tal caso debería firmar el decreto en enero. Esta posibilidad es la que acelera las acciones y tensa las relaciones.
En la gran familia uñaquista existe, por un lado, el sector de paladar negro que demanda militar la continuidad del 'Modelo San Juan' como prioridad absoluta y vigila cualquier atisbo de 'uñaquismo sin Uñac'. Por otro lado, el sector que demanda abrir el juego sin tantos pruritos para ampliar la base de la pirámide, como única manera de sostener la cúspide por otros cuatro años más.
JAQUE MATE