Ya nada será igual. El diálogo amistoso que venían sosteniendo los gremios docentes con la ministra de Educación, Cecilia Trincado, y la de Hacienda, Marisa López, se resintió en los últimos días, tras el levantamiento de los autoconvocados. Ese es el clima previo a la reunión paritaria convocada para el próximo jueves 2 de junio. Los salarios serán el tema excluyente, aunque habrá una trenza de factores e intereses involucrados, bastante más allá de lo estrictamente monetario.

Decir que hubo diálogo amistoso entre los sindicatos y el gobierno no es una calificación negativa. Es pura descripción. En ese clima de cordialidad y concordia se alcanzaron los acuerdos salariales que hoy resultan insuficientes pero que, entre 2021 y lo que va de 2022, acumularon incrementos del 120 por ciento. Bastante por encima de varios convenios privados.

De todos modos, y como se planteó en esta misma columna el 18 de mayo, el acuerdo salarial docente y estatal en general duró muy poco, casi nada. Se firmó el 3 de marzo y al cabo de dos meses lo tapó la ola inflacionaria. 

Aún con el último aumento de mayo, los trabajadores de la educación y de toda la administración pública habrán sumado un 25 por ciento de mejora en los primeros cinco meses del año. Es decir, apenas dos puntos por arriba de la inflación medida por el INDEC hasta abril.

Cuando se conozca la inflación de mayo, con seguridad los sueldos habrán quedado por debajo. Por eso surgió la urgencia de adelantar la revisión salarial que originalmente estaba prevista para julio. Los gremios hicieron la petición oficialmente por expediente. Solo faltaba que Hacienda pusiera día y hora para el primer encuentro.

Pero el cáracter amistoso de la paritaria se quebró el miércoles 25 de mayo cuando un grupo de docentes autoconvocados salió a manifestarse durante el desfile patrio. Por primera vez desde el regreso de la democracia, hubo paro por fuera del paraguas sindical con alto nivel de acatamiento, jueves y viernes.

Esa medida de fuerza es la que se levantó el viernes por la noche, para normalizar el dictado de clases desde este lunes. Fue luego de que el subsecretario de la Unidad Gobernación, Luis Rueda, recibiera el petitorio definitivo de los autoconvocados con el compromiso de ponerlo sobre la mesa de la negociación paritaria, a la que no tendrán acceso presencial los asambleístas. 

Según el marco legal vigente, la paritaria solo reconoce a los sindicatos como representantes legítimos de los trabajadores. Por eso lo que acuerdan las partes en ese ámbito de negociación tiene fuerza de ley. Obliga a unos y a otros. ¿Qué lugar ocupará entonces este sector docente que rechaza a la dirigencia gremial y reclama tener voz propia, sin intermediarios?

Que el gobierno haya recibido el petitorio de los autoconvocados no implica comprometerse a conceder cada uno de los puntos ahí consignados. Pero políticamente se abrió un canal de diálogo con ese sector emergente. Y por supuesto esa acción también despertará otras reacciones.

El gobierno ganó tiempo y en un contexto de reclamo social, cuenta como victoria parcial. Por un lado se levantó el paro y esta semana habrá clases al menos hasta el día de la paritaria, el jueves. Por otro lado, los autoconvocados se despegaron expresamente de la convocatoria que circuló por redes sociales para generar un estallido similar al de 1995, evocando aquel 'sanjuaninazo'. Los docentes que estaban reunidos en Paula y Libertador rechazaron mezclar las cosas. Su principal interés es recuperar el salario, no incendiar la provincia.

Los gremios paritarios quedaron resentidos después de que la ola de los autoconvocados les pasó por encima. Le sucedió a UDAP, a UDA y a AMET. Sin embargo, el gremio mayoritario lo sufrió en mayor proporción. El secretario general de UDAP, Luis Lucero, fue mencionado una y otra vez en los cánticos de los manifestantes en los alrededores del Centro Cívico. Lo pusieron en el banco de los acusados, sospechado de no haber defendido los legítimos intereses de la docencia.

Lucero no es un recién llegado a la dirigencia sindical. Aunque llegó a la máxima conducción de UDAP en 2019, su historia militante se remonta tres décadas atrás. Fue el primer docente ayunante de la Carpa Blanca de los '90. Ha visto pasar varios gobiernos y al día de hoy no se considera peronista ni kirchnerista. Sintió el remezón esta semana, luego de haber sido señalado con dureza. El tono amistoso que alguna vez tuvo la paritaria tiende a evaporarse, de cara a la próxima cita del 2 de junio.

Los puntos del petitorio de los autoconvocados son coincidentes con las pretensiones de los gremios. Pero las consignas no escritas, las que se dijeron durante los días de movilización, elevan las expectativas muy por encima del diálogo que venía sosteniéndose la paritaria. Por ejemplo, un básico inicial de $100.000 pesos y $6.000 la hora cátedra. Si la ministra de Hacienda o algún otro funcionario pone sobre la mesa de la negociación ese documento, UDAP pedirá más. Esa es la estrategia, según reveló una alta fuente gremial.

Está en juego el salario. Ese es el punto excluyente de la negociación. Pero, como se dijo al comienzo, hay toda una trenza de factores involucrados. Y los sindicatos serán puestos a prueba por sus propios afiliados. Por eso el único camino posible es endurecer los términos.

Nuevamente, gobierno tendrá que combinar dos aspectos indispensables: alquimia financiera y muñeca política. Una no funcionará sin la otra. ¿Alcanzará para satisfacer el reclamo adelantar los aumentos de julio y octubre, sumando entre ambos un 15 por ciento? Seguramente es lo que se preguntan por estas horas en Hacienda.


JAQUE MATE