Fueron 14 fallecidos en apenas tres días. Hasta ahora, 141 víctimas fatales desde la primera, informada el lunes 24 de agosto. En apenas dos meses y medio San Juan pasó de no tener muertos por Coronavirus, a esperar diariamente el reporte oficial con la respiración contenida. La pandemia no solo se filtró por las fronteras, se propagó por conglomerados, se metió en los geriátricos y en el Servicio Penitenciario, comenzó a circular y a contagiar sin dejar registro, sino que pasó a esta etapa nefasta de terapias intensivas repletas y despedidas sin funeral.


El récord de 7 muertos en un solo día, el pasado martes, empujó la estadística por encima del promedio. Y puso a esta semana nítidamente como la peor desde que comenzó la trayectoria de la peste en la provincia. Solo analizar las 72 horas entre el lunes y el miércoles permite dimensionar el presente.


El lunes 9 de noviembre se informaron oficialmente 3 nuevos decesos por Covid 19, todos varones y adultos mayores de 60 años. El martes 10 vino el pico de 7 fallecimientos, incluyendo a un hombre de 41 años y una mujer de 45. El miércoles 11 se sumaron 4 muertos. Y otra vez en la nómina figuraron dos personas de 40 y 39 años.


Luego se explicará seguramente que todos tenían comorbilidades. Sin embargo, la aparición de estas cuatro víctimas fatales en la lista oficial debería llamar la atención de aquellos que por el solo factor de la edad se sienten a salvo de sufrir complicaciones. 


Es cierto que la inmensa mayoría de quienes se infectan con Covid 19 pasan los 14 días de aislamiento con sintomatología leve. Pero también es real que el resto camina por una delgada cornisa hasta requerir internación. Y en los casos extremos, ni siquiera la asistencia respiratoria mecánica alcanza para sobrevivir.


De un total de 8.440 casos acumulados de Coronavirus en San Juan, ya se recuperaron 3.188 personas, según informó el Ministerio de Salud. Una lectura posible sería comparar los 141 fallecidos con ese cúmulo de finales felices. Sería lícito hacerlo. De hecho, abundan las argumentaciones acerca de la ínfima cantidad de muertos que provoca el Covid 19 en relación a los infectados. Pero todas estas interpretaciones que le bajan el precio al dolor, siempre parten de personas que se sienten a salvo. Es decir, solo pueden referirse con ese menosprecio aquellos que entienden que no les va a tocar.


Por eso las 14 muertes ocurridas en apenas tres días no solo son un número llamativo, sino que contienen un mensaje implícito, con los cuatro decesos de adultos jóvenes. Mirar para otro lado sería no querer enterarse. Sería pura negación como mecanismo psicológico de defensa para esquivar la angustia. Esconder la cabeza como el avestruz nunca fue una opción inteligente.


La peste no pide DNI, como tampoco requiere declaración jurada patrimonial. Las muertes están sucediendo tanto en los hospitales públicos como en las clínicas y sanatorios más caros de la provincia. Cada vez más sanjuaninos pueden relatar ejemplos muy cercanos, familiares o laborales, de enfermos que están dando batalla. Se multiplican los pedidos de oración en redes sociales. Está a la vista.


De los 188 internados que declaró este miércoles el Ministerio de Salud Pública por Covid 19, más de la mitad se encuentra en situación crítica. Son 95 las personas que amanecieron este jueves en una cama de terapia intensiva, en aislamiento total. Y son 50 los sanjuaninos y las sanjuaninas que pueden oxigenarse solo porque están conectados a un respirador.


Entonces, ante el drama demoledor, proliferan los pedidos de aplicar terapias alternativas como el ibuprofeno inhalado o la ivermectina, recomendados por algún anónimo o algún famoso. Da igual. Frente a esta ola, uno de los cardiólogos más respetados de San Juan, el doctor Walter Stoermann, respondió a esta inquietud el pasado martes en Paren las Rotativas. Dijo lo que ya se sabe: que ninguno de esos tratamientos tiene efectividad demostrada científicamente, e incluso están desaconsejados por la Sociedad Argentina de Infectología. 


Por lo tanto, quienes están batallando contra la pandemia no están corriendo riesgos, sino apelando a la sensatez. Rechazaron ensayar con los pacientes graves. La responsabilidad profesional no es compatible con la discusión callejera, aunque algunos todavía se resistan e intenten debatir con los médicos, ridículamente fundados en una cadena de Whatsapp.


Si Europa tuvo que retroceder hasta el confinamiento, si en Estados Unidos el presidente perdió la reelección posiblemente por pretender que la pandemia era un invento, parece prudente reencontrarse con la razón. La peste hizo pie en San Juan de la peor manera. Atrás quedó la época en que el Coronavirus era un problema de otros. Todo lo que se sabía que iba a suceder, está ocurriendo. Los datos oficiales lo acreditan. Darle la espalda a la realidad no es opción. Es un acto de irresponsabilidad.


JAQUE MATE