No tuvo el carácter oficial de la autoridad sanitaria, porque en efecto ninguno de ellos integra el Ministerio de Salud Pública de la provincia. Sin embargo, el informe sanjuanino presentado este jueves ante la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires contó con el respaldo de modelos matemáticos. Es estadística partiendo de los datos actuales, con un pronóstico tan dramático como previsible. Imaginable aún por pura intuición.

Pero no es cuestión de corazonadas o de juicios de valor teñidos ideológicamente. Es la aplicación de ciencia pura y dura. El doctor del Instituto de Automática de la Universidad Nacional de San Juan, Daniel Patiño, fue el portavoz de una investigación que involucró a un grupo más importante de académicos vinculados al Conicet. Según su exposición, de no mediar un nuevo confinamiento para aplastar la curva de contagios, San Juan llegará al pico entre enero y febrero.

Partiendo de esta proyección, la situación informada por Salud Pública a diario es apenas el despegue de una cantidad de infectados que seguirá duplicándose en menos de 14 días. Esa velocidad feroz es la que está sufriendo la provincia y nada indica que vaya a detenerse, porque la pandemia se ha explicado a sí misma desde su inicio en Wuhan.

Hablando del aprendizaje forzoso sobre el Covid 19, Patiño recordó que la principal característica de esta peste es que en muy poco tiempo satura y colapsa el sistema sanitario. Por modelo matemático se sabe que, de la cantidad de infectados, 20 por ciento va a requerir un tratamiento médico, el 5 por ciento irá a terapia intensiva y el 2,5 por ciento necesitará un respirador.

El científico citó "estudios recientes" según los cuales el 75 por ciento de las personas que han contraído el virus tiene secuelas. De manera tal que lo importante ya no es solamente no saturar el sistema sanitario, sino evitar el contagio cuanto sea posible.

Un fin de año alarmante
Parte de la exposición de Daniel Patiño este jueves ante la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.

Patiño señaló enfáticamente que una cuarentena de 40 días en el inicio del brote puede mitigar y hasta erradicar el contagio, como lograron hacerlo Uruguay, China y Dinamarca. Aparentemente, San Juan se adelantó en el confinamiento estricto a instancias de una medida sanitaria nacional, tomada en función de lo que estaba sucediendo en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Entonces, tiempo después, pudo verse que en la gran urbe no colapsó el sistema y empezó a decrecer la curva, mientras la peste se mudó al interior y provocó estragos en las terapias intensivas.

Los científicos siguen sugiriendo el confinamiento como única alternativa para ralentizar los contagios. Con datos de Google, midieron una movilidad del 73,3 por ciento en la provincia, lo cual inica que San Juan está mucho más flexibilizada que los parámetros de la Fase 3. 

La otra alternativa a la cuarentena estricta sería un testeo masivo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que esto sería 10 test cada 1.000 habitantes. Según Patiño, San Juan debería hisopar y procesar unas 3.000 muestras por día. Es inviable por infraestructura. Pero también por costos. Tanto es así, que hasta las naciones más poderosas de Europa resolvieron retroceder y hasta declarar el toque de queda. No hay presupuesto que pueda solventar un operativo de tamaña magnitud.

La tasa de positividad sanjuanina está en el orden del 35 por ciento. Si se aplica a los sospechosos informados a diario por Salud Pública, el número de contagios ronda los 800 cada 24 horas. Con esta proyección, la víspera de la Navidad encontraría a San Juan con unos 28.000 casos acumulados al 11 de diciembre.

Sin intervención, en enero probablemente se habrá alcanzado el pico, para comenzar a bajar. Se infectará al menos un 10% de la población, unas 70.000 personas. En el calendario, la fecha puede parecer muy cercana. Pero dos meses van a parecer una eternidad.

Patiño puso los números oficiales a funcionar en modelos matemáticos y obtuvo resultados alarmantes. Es positivo contar con esa proyección, enfrentarse al peor de los escenarios imaginables para actuar en consecuencia. Pero también reconoció el científico que la administración de la pandemia cuenta con un elemento indispensable, que es el poder político. El gobierno de San Juan tiene sobre el tablero un problema mayúsculo, con dos caras. Por un lado, la progresión de contagios y la creciente ocupación de camas. Por el otro, una sociedad agotada por una cuarentena que empezó prematuramente y un daño económico que está lejos de haber sido reparado.

El encuestador Antonio de Tommaso dijo el pasado martes en Paren las Rotativas que la opinión pública de San Juan está dividida en mitades. El 50 por ciento pone como máxima preocupación la pandemia. Y el otro 50 por ciento, su nivel de ingresos. Gobernar implica sopesar una canasta de variables mucho más compleja.

El modelo matemático es inapelable. La proyección de los científicos no puede ser desoída. Es un elemento clave para considerar, aunque no es el único. Ahí radica la complejidad. Quedan por delante dos meses eternos. Y un fin de año todavía no escrito.


JAQUE MATE