Un yerbeado a leña
Algunas señales graves del hambre, que se convirtió en tema de debate en el tramo final de la campaña presidencial.
El viernes de la semana que viene se cumplirá un mes de la sanción de la Ley de Emergencia Alimentaria en el Congreso y hasta ahora, con la norma en vigencia, la respuesta de Nación a las provincias sobre las partidas extraordinarias para reforzar comedores y bolsones a familias hambrientas, sigue siendo un silencio soberbio.
Las comunicaciones que tienen los ministros provinciales del área social son "con los secretarios de los secretarios de los secretarios", explicó ayer en Banda Ancha el titular de la cartera de Desarrollo Humano, Armando Sánchez. Les contestan que ya los van a llamar. Pero por supuesto, el teléfono... ¡no suena más!
Aunque tanto el senador Miguel Pichetto, hoy devenido en macrista fervoroso, y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, consideren que en Argentina no se puede hablar de hambre y que fogonear el tema es una acción electoralista, la realidad es implacable y no admite volteretas. Uno puede mirar para otro lado, pero eso no aplacará la desesperación.
Los datos del INDEC, que ahora el gobierno de Cambiemos pretende relativizar, arrojaron un feroz crecimiento de pobreza e indigencia en el primer semestre, sin llegar a contar la brutal devaluación de agosto todavía. San Juan está un poco por debajo del promedio nacional, pero tampoco puede exhibir un porcentaje de orgullo. En absoluto.
El director de Cáritas en la provincia, Mario Noroña, adhirió a la postura de visibilizar la pobreza y el hambre. No ocultar la mugre debajo de la alfombra, entendiendo que la mugre es nuestra propia vergüenza por el fracaso social. Al fin y al cabo, la exclusión es producto de condiciones históricas de marginalidad que no admite la movilidad ascendente.
Como hombre de la Iglesia, Noroña también quiso tomar distancia de los partidos políticos. Cuestionó que se proponga repetir fórmulas fracasadas en el pasado, como el control de precios. Consideró que la mejor forma de combatir la probreza es creando empleo. Y que esto va de la mano de leyes laborales que cuiden la situación de los trabajadores.
Se dice fácil pero realizarlo se vuelve difícil en extremo. Basta remitirse a la historia argentina o la memoria de nuestros mayores. La vida entera escuchando de crisis, con momentos de pequeños vientos de cola o veranitos breves. Y más crisis. Los que primero se caen son los más vulnerables. Los que primero pierden el empleo y a los que más les cuesta luego la reinserción.
El referente de políticas sociales del albertismo, Daniel Arroyo, alertó el pasado lunes con datos alarmantes. Argentina se encamina a su tercera generación de excluidos. Y vamos rumbo a la cuarta. Y dijo también que tener hambre es muy sencillo de definir: ocurre cada vez que una persona debe resignar la cena y sustituirla por una taza de té.
En San Juan los jubilados pueden dar testimonio. De los 120.000 sanjuaninos que perciben un beneficio previsional, el 78% cobra la mínima de $13.800. Ni siquiera sumando los ingresos de un matrimonio de adultos mayores se alcanza el valor actual de la canasta básica de los jubilados, que ya ronda los $37.800.
En la Oficina de Asesoramiento Previsional de San Juan, situaciones como estas explotan cotidianamente. Lo refirió con claridad el responsable de esa dependencia, Raúl Romero. Hay varios jubilados que tuvieron que resignar el gas natural, darle de baja, por la imposibilidad de pago. Y volver a calentar con leña en el patio de sus casas. Así hierven el agua y cuelan la infusión de yerba mate. Así cenan un yerbeado. Así también se van a acostar con hambre.
JAQUE MATE