Una mano para Manes
El prestigioso neurocientífico quedó en el centro del debate por una investigación que revela los niveles de depresión por la cuarentena prolongada.
Tan inaceptable resulta mirar el país con ojos de porteño, como juzgar lo que sucede en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) con perspectiva sanjuanina. En una dirección u otra, se cometerá algún error de interpretación, si no se tiene en cuenta el contexto absolutamente diferente que afecta a unos y a otros. Es el mismo país, pero las realidades se bifurcaron desde el comienzo mismo de la pandemia.
Fue noticia el neurocientífico Facundo Manes este martes tras una entrevista con Marcelo Longobardi, porque dijo que la salud mental está fuertemente afectada por la cuarentena prolongada, que esta semana cumplirá cinco meses desde aquel primer decreto de necesidad y urgencia del 20 de marzo.
A través de su fundación, el especialista encaró un estudio según el cual 6 de cada 10 argentinos tienen síntomas de depresión. Dijo que esto cuadruplica los valores previos a la pandemia. Y que la proporción se agrava si se focaliza en los jóvenes, porque son 8 de cada 10 los que presentan algún rasgo depresivo.
Lamentablemente la entrevista, que fue replicada al unísono por los medios gráficos digitales más críticos a la cuarentena, no especificó en qué zona se realizó el estudio de campo. Es decir, si los resultados referidos para todo el país son en realidad las sensaciones de quienes viven en el AMBA.
Si se generalizó el resultado tomando únicamente la situación de Buenos Aires o incluso si se añadieron los principales centros urbanos de Argentina, se estaría cometiendo un error grosero. La Nación es tan grande como diversa. Y esa diversidad se amplificó todavía más en tiempos de Coronavirus. San Juan tiene más del 95 por ciento de sus actividades habilitadas para funcionar y continúa sumando protocolos. No es igual a lo que era, porque resulta inviable, pero se acerca bastante.
Hasta el próximo domingo 16 de agosto seguirán prohibidas las reuniones sociales en todo el país, por un DNU de Alberto Fernández. Fue una medida desesperada -y de acatamiento bastante relativo- ante la explosión de contagios en las zonas de circulación viral comunitaria. Pero San Juan dejó pasar la prohibición y no retrocedió medio milímetro. La Fase 5 de distanciamiento siguió aplicándose sin alteraciones. En estos pagos, el almuerzo del domingo en familia y la juntada con amigos no se vieron afectados en absoluto.
Entonces, es de prever que el impacto psicológico de estos largos cinco meses no sea igual en San Juan que en el otras ciudades argentinas donde la cuarentena nunca logró despegar. Habría que tener mucho coraje para discutir con Manes, no cabe polemizar si no se hace desde el plano estrictamente científico, más allá de su orientación política o ideológica. Merece respeto su formación académica. Tanto como la del vapuleado doctor Pedro Cahn y el equipo de infectólogos que asesora al presidente.
Por eso vale citar la reflexión de una reconocida licenciada en Trabajo Social de San Juan, investigadora y docente de la UNSJ, como Nora Goransky. En su cuenta de Facebook escribió: "Que alguien le avise (a Manes) que para deprimirse hay que estar vivo, y que si les dan a elegir a los que están en terapia intensiva conectados a un respirador elegirían la depresión. Ah, y que aquellos que ni siquiera se pudieron despedir de sus seres queridos porque murieron y fueron cremados en soledad, también están deprimidos o melancólicos".
La polémica está lejos de cerrarse, porque quedó asociada a la grieta. Asentir la cuarentena, el aislamiento o el distanciamiento equivale a quedar encasillado en el oficialismo. Y viceversa. La oposición se apoderó del discurso libertario con fuerte apoyatura de algunos líderes de opinión. Manes pudo haber quedado entrampado en esa telaraña que poco tiene que ver con la ciencia y sí mucho con la especulación.
Un paso por encima del lodazal en que algunos han convertido la discusión, cabe tener una mirada comprensiva de la realidad que les toca vivir a quienes hoy viven zambullidos en los contagios y con más de la mitad de las camas de terapia intensiva cubiertas. Como también cabe tomar distancia: traer aquellos discursos importados a San Juan para volcarlos en esta situación totalmente diferente, solo puede tener un interés político de fondo.
Para eso no hay vacuna. Hoy es el Covid-19. Mañana vaya uno a saber. Siempre habrá razones de sobra.
JAQUE MATE