Tuvo razón Enrique Conti cuando dijo que la presentación de Marcelo Arancibia en su contra, el pasado lunes en la Legislatura, fue electoralista. Por supuesto que lo fue. Es más, el candidato de Consenso Ischigualasto no lo ocultó. Por el contrario, le dio toda la visibilidad posible porque sabe que es ahora o nunca, faltando menos de tres semanas para ir a votar, que podrá defender cada décima de los 9 puntos obtenidos en la PASO y, por qué no, intentar arrimar algún sufragio más.

No será fácil para la tercera fuerza ese cometido. El 12 de septiembre las dos primeras fuerzas, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, quedaron cerca una de la otra como nunca antes. Apenas a cinco puntos de distancia. La polarización es innegable y los terceros enfrentan por estos días el peligro de diluirse por efecto del voto útil.

Por los antecedentes, el orreguismo y sus aliados esperan que una parte del caudal de Arancibia desista y migre hacia la oposición que tiene más a mano la posibilidad de ganar. Esto es básicamente el concepto de voto útil. Es apoyar al que mejores chances tenga, aunque para ello haya que disimular algunas imperfecciones, yendo por el objetivo mayor: 'ponerle un freno al kirchnerismo'. El slogan repetido hasta el infinito sintetiza precisamente la búsqueda de esos electores que en la primaria acompañaron a Consenso Ischigualasto.

El expresidente del Foro de Abogados, que no llegó ayer a la política, conoce a la perfección estos mecanismos. Ante la ola de especulaciones acerca de que podría resignar su candidatura, dar un paso al costado para facilitarle la victoria a Juntos por el Cambio, redobló su apuesta. Al apuntar contra Conti le pegó en el corazón a la mesa de conducción que encabeza Marcelo Orrego. En la jerga de la batalla naval, deberían cantar: 'averiado'.

Tanto se sintió el golpe asestado por Arancibia que rápidamente en Juntos por el Cambio viralizaron un meme con su foto y la leyenda: 'Empleado del mes del Frente de Todos'. Porque lógicamente, le imputan ser funcional al oficialismo cada vez que ataca a la representación local del macrismo.

Sin embargo Arancibia no tiene muchas otras opciones. Su primera acción en los albores de la campaña fue buscar un gran acuerdo opositor. Con Martín Turcumán y Alfredo Avelín mandaron hasta señales de humo hacia Orrego para que aceptara liderar un gran frente opositor. Pero el santaluceño rechazó hacerlo porque básicamente entendía que el escenario se iba a dividir en dos y que le alcanzaba con lo que tenía para rivalizar con Sergio Uñac. Abrir la puerta a los dinosaurios implicaba básicamente contraer compromisos para 2023. Si se pudiera evitar, mejor.

Caído ese intento unificador, Consenso Ischigualasto apostó por el candidato más duro que tenía a mano. La única manera de sobrevivir en medio de los dos titanes, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, era poner al más ruidoso y combativo. El más opositor de los opositores. El que denunció al exgobernador José Luis Gioja por la contratación del seguro para los estatales. El que confrontó abiertamente con Uñac desde el Foro de Abogados por la Ciudad Judicial, también.

La irrupción de Arancibia en la línea de largada se presentó como una incógnita. Por primera vez iba a medirse en una candidatura de alcance provincial. La única forma de hacerse notar era dejarse ser. El lugar del oficialismo estaba absolutamente claro. El de la oposición moderada, también. Había que crear otro nicho y sondear cuántos votos puede reunir.

Ese otro nicho no admitía mesura. El abogado jugó a fondo y sorprendió con 9 puntos la noche del 12 de septiembre. Parecía haber aplacado su ímpetu en este segundo tramo de campaña. Se lo vio poco. Estuvo recorriendo la provincia, los departamentos, pero casi podía interpretarse que descuidó el primer plano. Tal vez estaba midiendo los tiempos, solamente calculando cuándo era oportuno hacer el siguiente movimiento.

Conti lleva seis años como vocal del Tribunal de Cuentas. Nunca dejó la actividad política. En incontables ocasiones pasó por los estudios de Canal 13 para hablar del escenario nacional y provincial, e incluso de la interna del partido bloquista. Que saliera recién ahora Arancibia a denunciar el incumplimiento de la inhibición constitucional, es claramente una acción de campaña. Fue correrle el velo a un asunto incómodo a tres domingos de la elección.

Incómodo para Juntos por el Cambio, en primer término. Pero también es incómodo para el mayoritario bloque justicialista e incluso para los bloquistas que integran la Legislatura, que tienen número suficiente como para mandar al archivo el expediente y pretender que aquí no pasó nada. Costo político para unos y para otros.

'Si el bloque oficialista no hace nada y lo manda al archivo, va a quedar claro que hay un pacto de no agresión', sostuvo Arancibia. Se sabrá este jueves. La nota podría pasar 'a conocimiento', lo que significa guardarla en un cajón. O podría ser derivada a una comisión. En tal caso el asunto seguirá ganando volumen aunque seguramente cualquiera fuera la resolución, sucedería después de las elecciones. Es una posibilidad muy conveniente y salomónica porque en paralelo, le quitaría esa lanza a Arancibia.

Sin embargo, en las últimas horas trascendió que el oficialismo en la Legislatura le daría intervención de inmediato al Jurado de Enjuiciamiento. En tal caso el futuro de Conti quedará expensas de lo que resuelva ese tribunal. Nada sucederá antes de las elecciones del 14 de noviembre.

Dicho todo esto, si la denuncia fue o no fue electoralista, parece secundario a esta altura de los acontecimientos. Arancibia averió a Juntos por el Cambio pero al mismo tiempo incomodó al Frente de Todos, porque si hubiera una decisión de avanzar en contra de Conti, ese quiebre implicaría romper la armonía en el recinto. La presión solo cederá el 14 de noviembre cuando se abran las urnas.


JAQUE MATE