Uñac, cuatro años después
Similitudes y diferencias con el escenario que le tocó enfrentar al gobernador el 10 de diciembre de 2015 y el que le espera a partir de este martes.
Cuando Sergio Uñac ganó las elecciones provinciales en octubre de 2015 y luego su candidato presidencial, Daniel Scioli, perdía el balotaje frente a Mauricio Macri, se abría un escenario incierto. El antecedente más cercano de un gobierno sanjuanino enfrentado con la Casa Rosada era el de Alfredo Avelín. Y el saldo de aquella confrontación resultó doloroso en extremo. Destitución incluida.
El pocitano tenía la misión de suceder a José Luis Gioja, quien había gobernado durante 12 años siempre con el acompañamiento político y económico de los Kirchner. Para Uñac la historia sería diferente. Le tocaría explorar una relación posible con el fenómeno de Mauricio Macri y de Cambiemos. Su frase más reiterada, ante la pregunta insistente de la prensa local, fue: "no vamos a dramatizar".
Fue consecuente el gobernador con aquella consigna, sintéticamente expresada. Tendió lazos con el presidente, sabiendo que le tocaba jugar de visitante, mientras el mendocino Alfredo Cornejo se erigía en el referente regional más cercano al poder macrista. San Juan tuvo que replegarse a la fuerza, acomodarse con los recursos propios y atravesar el temporal.
Una tempestad que se agravó pasando las elecciones legislativas de mitad de mandato en 2017, cuando la ola amarilla cubrió prácticamente todo el país, quedando el lunar sanjuanino discordante, consolidando la provincia como bastión justicialista el mismo día que Cristina Fernández de Kirchner no pudo derrotar a Esteban Bullrich en Buenos Aires.
Uñac facilitó algunas medidas de Macri, en pos de la gobernabilidad. Pero se permitió rechazar categóricamente la reforma jubilatoria, que a la postre significaba un recorte de los haberes previsionales. Eso le costó entrar a una lista negra, en términos de medios afines al macrismo, como el diario Clarín. Al sanjuanino le hicieron sentir el rigor de cruzar el desierto descalzo.
Se terminó el Fondo Compensador Docente y pagó la provincia. Ídem con los subsidios al transporte público de pasajeros. San Juan tuvo que financiar obras viales y viviendas que Nación colgó, para evitar la parálisis y los despidos. Todo se hizo con la caja propia, pagando el costo de comprometer cada vez más el equilibrio fiscal. Sin llegar al extremo de caer en el déficit.
Pero todo esto ya es historia. Cuatro años después, Uñac asume nuevamente la responsabilidad de gobernar la provincia y lo hace ahora con un escenario totalmente diferente al de 2015. Le tocará jugar de local en la Casa Rosada, con muchos conocidos desperdigados en cada ventanilla del Poder Ejecutivo Nacional.
Aunque Uñac siempre cultivó el discurso moderado y evitó los enfrentamientos descarnados con el macrismo, desde este martes se convertirá en oficialismo nacional y por lo tanto, sus desavenencias con los Fernández, en caso de que aparecieran, deberán ser saneadas en la cocina interna de la política. Tendrá que poner el cuerpo también para defender decisiones del presidente, con un nivel de compromiso que no tuvo, porque no fue necesario, en su convivencia con Cambiemos.
Uñac podrá encarar este segundo mandato con la seguridad de haber transitado cuatro años de gestión. Sin embargo, tendrá que explorar otra vez los canales de relación con la Casa Rosada, hasta encontrar su lugar más apropiado. Tal vez, usando la misma consigna de 2015. Aquella de no dramatizar.
JAQUE MATE