El próximo round
El mensaje del gobernador y de la ministra de Salud pudo servir como un llamado a bajar las expectativas y renovar aquel escenario atemorizante del inicio de la pandemia.
En redes sociales, algunas personas manifestaron cierta desilusión tras el mensaje del gobernador Sergio Uñac y la ministra de Salud, Alejandra Venerando. Esperaban parámetros concretos acerca de cómo será la vida a partir del lunes 13 de abril. En el fondo, la cuarentena solo se soporta pensando en el día después, en el momento de la normalidad. Habrá que seguir esperando y el plazo, por lo visto, aún no ha sido definido.
Lo que ocurrió este miércoles fue un punto de inflexión. El gobernador y la ministra hicieron un llamado a bajar las expectativas. Y del modo más crudo, más descarnado, expusieron las razones para entender que lo peor todavía no sucedió. Por lo tanto, relajar las medidas de aislamiento sería irresponsable.
Venerando lo puso en números. Dijo que, con una población de 700.000 habitantes, se estima que podría haber hasta 40.000 sanjuaninos infectados con coronavirus. Unos 8.000 necesitarían atención médica. Y unos 1.800, internación. Por eso la provincia sumó 1.000 camas a su estructura pública y privada, esperando que la epidemia pase de largo y todas las previsiones queden ahí, para otra ocasión.
Frente a ese escenario de proporciones bíblicas, el gobierno buscó poner nuevamente el foco en lo esencial: el cuidado de la vida humana. Cuando sigue aumentando la tensión por el daño económico y crece la presión social y empresaria por poner la maquinaria en funcionamiento, la única receta para frenar el apuro es recordar el motivo de la cuarentena.
"Buscaremos un equilibrio entre lo que se quiere y lo que se puede", dijo Uñac con tono de sentencia. En esa frase sintetizó la columna vertebral de las decisiones que vendrán por delante. Habrá muchos pedidos pero se encontrarán con un marco de posibilidades que pondrán límites.
¿Significa esto que a la Nación y a la provincia no les hace mella la parálisis económica? No, en absoluto. Hay una gran preocupación por la caída de la actividad y de la recaudación. Hay temor por el empleo. Y también por el eventual cierre de pymes. Por eso habrá medidas de contención, que nunca serán ideales, jamás serán equivalentes a tener la persiana arriba, pero al menos permitirán pasar el temporal.
Uñac ha escuchado a todos los sectores de la economía en los días previos, para enviar a Nación su propuesta de cuarentena flexibilizada. Pero la palabra final será del presidente Alberto Fernández. El anuncio para todos se haría recién el domingo, cuando finalice el análisis de la situación en todo el país. No habrá que esperar milagros, igualmente.
El presidente reiteró este miércoles en una entrevista televisiva en Buenos Aires que "no se va a flexibilizar" el aislamiento social y advirtió que en los grandes centros urbanos los controles serán "mucho más estrictos".
A los industriales les pidió que se abran a escuchar a los especialistas, para dimensionar realmente la magnitud de la pandemia. El mayor temor es que abrir indiscriminadamente las fábricas significaría liberar el transporte público, principal foco infeccioso. Igual razonamiento cabe para el comercio. O los servicios en general.
Frente a la ansiedad, justificada, entendible, humana, vino el necesario llamado a la reflexión. El mensaje de Uñac debe inscribirse en esa perspectiva, ante una sociedad que parece haberse relajado con el paso de los días. Que ya no se escandaliza por la aglomeración en las veredas o la circulación vehicular como día hábil.
Está comenzando un fin de semana largo. Diluido en la cuarentena. Perdido en un calendario que pasó a segundo plano. No es momento de tomar un descanso, en el sentido amplio de la palabra. Hay que mantener la guardia bien en alto, tomar aire, y prepararse para el próximo round.
JAQUE MATE