Sergio Guzmán, politólogo de la UNSJ,  destacó en Banda Ancha la importancia de la alfabetización en un contexto global, subrayando que septiembre, como mes internacional de la alfabetización, nos invita a reflexionar sobre los avances y desafíos en esta área. Según datos de la UNESCO, aproximadamente 800 millones de personas en el mundo no saben leer ni escribir, un número alarmante para el siglo XXI.

"Estamos en una era donde creemos que todo el mundo ha superado esta barrera, pero cuando uno comienza a analizar los datos, se encuentra con cifras preocupantes", comentó Guzmán. Señaló que de esos 800 millones, casi 300 millones son menores de 18 años, lo que significa que tienen un futuro incierto si no logran adquirir estas habilidades básicas.

Guzmán destacó que el analfabetismo no se limita únicamente a no saber leer ni escribir. Existen otras categorías que merecen atención. La primera es el analfabetismo absoluto o primario, que corresponde a las personas que no dominan la lectura ni la escritura. Sin embargo, hay otros tipos más complejos que también afectan a una gran parte de la población.

Entre ellos se encuentra el analfabetismo funcional, que describe a aquellas personas que, aunque han aprendido a leer y escribir, no tienen el hábito de la lectura. "Es gente que no aborda lecturas complejas, que prefiere la inmediatez de la información y acumula datos sin llegar a construir un verdadero conocimiento", explicó Guzmán. Este tipo de analfabetismo es cada vez más común debido a la predominancia de las redes sociales y el acceso a información rápida y efímera.

El politólogo también mencionó la importancia de reconocer el analfabetismo digital, que afecta a aquellos que, aunque pueden leer y escribir, no dominan las herramientas tecnológicas básicas para desenvolverse en la sociedad actual. “Esto incluye desde el manejo del home banking hasta la gestión de billeteras virtuales y aplicaciones esenciales para la vida diaria”, indicó. Además, señaló que este tipo de analfabetismo afecta especialmente a las personas mayores, quienes encuentran dificultades para adaptarse a las nuevas tecnologías.

Un tema que Guzmán consideró de especial relevancia es el analfabetismo emocional. “Se trata de personas que, aunque puedan haber alcanzado altos niveles de educación y poder, no dominan sus emociones, lo que puede llevar a episodios de violencia, ya sea verbal o física”, afirmó. Este tipo de analfabetismo es una preocupación creciente, y la OMS ha alertado sobre su impacto en las interacciones sociales y el bienestar general.

Guzmán hizo hincapié en que, a pesar de los avances, América Latina aún enfrenta importantes desafíos en términos de alfabetización. Utilizando estadísticas proporcionadas por la UNESCO, mostró cómo los niveles de alfabetización varían significativamente en la región. Nicaragua, por ejemplo, tiene un 82% de población alfabetizada, mientras que en República Dominicana la cifra asciende al 95,1%. Argentina, con un 98,4% de alfabetización, está entre los países con mayor porcentaje en América Latina, lo que la sitúa en una posición destacada. "Pero esto no significa que estemos libres de problemas", advirtió.

El politólogo destacó que Argentina tiene un alto porcentaje de alfabetización en la primera categoría —leer y escribir— pero que aún existen desafíos en términos de alfabetización funcional y digital. “No podemos quedarnos con la lógica del siglo XIX. En pleno 2024, los desafíos son otros: cómo reducir la brecha digital, cómo incorporar nuevos idiomas y cómo desarrollar la lectoescritura comprensiva", agregó Guzmán.

Finalmente, Guzmán introdujo el concepto de analfabetismo global, una categoría que incluye a personas que, a pesar de dominar varias habilidades, no manejan idiomas clave como el inglés o el chino. Según Naciones Unidas, el dominio de estos idiomas es crucial para el desarrollo en un mundo globalizado.  "El analfabetismo no es solo la falta de habilidades básicas, sino también una forma de exclusión social. Aquellos que no tienen acceso a la educación, o que no pueden adaptarse a los nuevos desafíos tecnológicos y emocionales, están en riesgo de quedarse atrás en esta sociedad cada vez más compleja", concluyó Guzmán.