Desde sus comienzos, la Fiesta Nacional del Sol fue y es un reflejo del patrimonio cultural sanjuanino, y una de sus figuras icónicas es sin dudas Jorge Pascual Recabarren, mejor conocido como Jorge Darío Bence. A lo largo de sus 50 años en los escenarios, Bence fue el emblema de la voz tradicional de la fiesta, uniendo generaciones y valores a través de la palabra. En la próxima edición, el 2 de noviembre, recibirá un merecido homenaje en el Estadio del Bicentenario, en la última noche del evento, coincidiendo además con su cumpleaños número 94.

Este sanjuanino, nombrado también “Prócer de la Cultura” por el Instituto de Arte Folclórico Nacional, lleva el folclore en la sangre. “Siempre hice cosas relacionadas al folclore. Recuerdo los ranchos típicos llenos de gente disfrutando las guitarreadas frente al escenario en el Parque de Mayo”, rememora con nostalgia sobre los inicios de la fiesta. Las “Noches de serenata” en Plaza 25 de Mayo, donde participaron 500 guitarristas, es otro recuerdo inolvidable para el Aparcero Mayor de Cuyo. “Era un gran panel de cuerdas, con multitudes hasta la calle Sarmiento. Algo nunca visto”, contó emocionado.

A lo largo de su carrera, Bence fue maestro de ceremonias de diversos festivales en la provincia, como la Fiesta de la Tradición en Jáchal y la Fiesta del Melón y la Piedra en Sarmiento, entre otros. Cada uno de estos eventos le permitió cultivar amistades y dejar una huella en la cultura local, destacando su papel como embajador de las tradiciones sanjuaninas.

Para Bence, esta vocación es más que una profesión; es un don. “Esta condición me la dio Dios, no cabe duda, y se lo agradezco. Aprendí mucho de todos los congéneres”, expresa, destacando que su amor por la ceremonia comenzó en la infancia, influenciado por sus maestros Elsa Boero y Douglas Picón, quienes lo eligieron como animador de los festivales escolares.

Ahora, a pocos días de subir una vez más al escenario de la Fiesta Nacional del Sol, Bence confesó que no necesita guion para conectarse con el público. “La fiesta me contagia y así surge todo lo que tengo que decir. Cuando piso el escenario, me transformo, por eso digo que no soy yo quien habla, sino Dios”.