"El Negro", el querido lustrador que más conoce a la justicia sanjuanina
Se supo ganar la confianza que le permite trabajar todas las mañanas entre las más encumbradas autoridades con su humilde oficio.
Todas las mañanas recorre los pasillos de Tribunales con una presencia impecable, el cabello bien peinado a la gomina. A esta altura del año con una campera de abrigo porque en las mañanas ya comienza a apretar un poco el frío. No es abogado ni juez, mucho menos alguien que deba rendirle cuentas por sus actos a la justicia, cumple una noble y humilde función, lustrar los zapatos de quienes se pongan en frente. Hasta reclama a quien se excuse por no tener plata: "les pago yo sino tienen como lustrarse", bromeó.
Es "El Negro", o Ángel, el lustrador que se supo ganar la confianza de todos para cumplir con su trabajo, dejar impecable el calzado con sus pomadas, franelas y cepillos.
Contó a Canal 13 que hace 40 años, casi ni lleva la cuenta, que tiene este oficio que aprendió "mirando", como lustraban unos 10 o 12 lustradores que se juntaban en la Galería Estornell y también en la Calle General Acha.
"Desde los 12 años lustraba por las casas y a los 14 años aparecí aca en tribunales", recuerda con una tierna sonrisa. Viene desde el Barrio Hualilán de Rawson todos los días con un carrito donde traslada su escencial herramienta de trabajo, un cajoncito que prácticamente es una reliquia.
Recordó que él mismo se armó esa herramienta, "tenía un cajoncito de madera pero después conseguí este que debe ser del año 70 y lo restauré" rememoró. Es el que lo acompaña aún en la actualidad ofreciendo sus labores.
El Negro alardeó con la confianza que se supo ganar con acceso a oficinas importantes: "entro con el cajón tapado nadie sabe a que vengo, soy amigo de los policías, ellos cuando me ven llegar bromean": "ya viene el cansador". Su trabajo silencioso y prudente es uno de sus más grandes capitales: “hay que callarse, yo tengo el numero de varios jueces, pero no se lo doy a nadie, ni mi teléfono se lo presto a nadie, llegan a hacer una macana y caigo yo", expresó con responsabilidad.
"En este oficio conocí mucha gente buena, les ayudo si necesitan buenos zapateros como el de avenida Rioja, conozco mucho con tanta historia", manifestó sabiendo que se ha ganado una relación casi confidente con muchos de los que trabajan en las oficinas de tribunales.
No se para en la calle a lustrar porque sabe que ese no es su lugar, en cuestiones de territorio la tiene clara y eso también tiene que ver con conservar las buenas relaciones con las personas. "No me paro en la calle, si lo hago los otros chillan", contó sobre cómo se las ingenia para andar en un carrito con su cajón de lustrar sin que nadie lo moleste y sin molestar a nadie.
Contó que tiene 3 hijos y 5 nietos, "incluso uno vive cerca del centro" y el otro día lo auxilió porque le subió la presión arterial.
"Los mismo policías me ayudaron cuando me subió la presión a 24. Llamaron los policías y me atendió el médico de acá de tribunales. Ellos llamaron a mi hijo y me llevaron al hospital donde estuve todo el día". El médico le dijo que tiene un corazón de "animal", "no te vas a morir asi nomás", le expresó el profesional que lo auxilió en el Hospital Rawson donde estuvo interndo todo el día hasta superar el mal trance.