"Sabía que estaba el virus, pero nunca me imaginé que era para tanto", le manifestó Leonardo Molina a Canal 13. Es un taxista sanjuanino de 47 años sin comorbilidades que estuvo 35 días intubado en Terapia Intensiva tras contraer coronavirus. Estuvo casi al borde de la muerte, sin embargó salió adelante y ahora cuenta su historia para advertir del riesgo de no tomarse en serio la enfermedad.

Leonardo lleva 28 dedicándose a la profesión de traslado de pasajeros. Su familia está compuesta por tres hijas y su esposa, a quienes le debe todo tras recuperar su salud. “Mi familia siempre estuvo para mí apoyándome y la pasaron bastante mal porque nunca pensaron que iba a estar un mes metido en terapia”, destacó el taxista.

Todo comenzó en octubre de 2020 cuando sus hijas asistieron al cumpleaños de una amiga. Allí se contagiaron de covid-19 sin saberlo y llevaron el virus a su casa. Empezaron con fiebre y dolor de cabeza, pero Leonardo y su esposa nunca sospecharon que se trataba de coronavirus. Cuando finalmente el taxista cayó enfermo también, comenzaron las dudas. “Pensaba que era un resfrío nomás. En ese momento no se podía asistir al médico, así que consulté vía telefónica y me recetaron una medicación para neumonía”, explicó el taxista. En ese momento decidió aislarse por precaución y se hisopó en Santo Domingo, el centro de testeos público en Rivadavia. Pero el tiempo apremiaba: su estado de salud iba empeorando y el resultado no llegaba más.

Finalmente, apenas conoció que era positivo para covid-19, Leonardo se comunicó con el 107 para que lo fueran a buscar. “Tardaron tres días en ir a mi casa. Mientras tanto me llamaban cada siete horas aproximadamente para conocer cómo evolucionaba la enfermedad y me daban recomendaciones, como tomar ibuprofeno”, puntualizó. Cuando la ambulancia lo fue a buscar a su casa, ubicada en el Barrio FOEVA, Leonardo estaba peor que antes. “El médico me vio y de inmediato se comunicó para conseguirme una cama porque estaba muy mal. Me puso suero y me trasladaron hacia el Hospital Marcial Quiroga”.

Una vez allí, el taxista quedó  internado con oxígeno en Terapia Intensiva, con la ilusión de que en pocos días iba a salir. Pero, al día siguiente los médicos decidieron inducirlo en coma e intubarlo. Cabe destacar que Leonardo no presenta ninguna comorbilidad por lo que nunca fue un paciente de riesgo. La complicación del covid-19 se lo atribuye a que “me dejé estar varios días sin tratarme”, agregó.

“Perdí el conocimiento del tiempo. Me despertaba cada tanto pensando que había pasado un día y en realidad ya había pasado una semana. Mi familia se empezó a preocupar cada vez más”, comentó Leonardo. Por eso, su hermano movió cielo y tierra para conseguirle plasma. Aunque los médicos del área estaban dudosos de ese tratamiento ya que resulta efectivo solo en pacientes recién contagiados.

Para ese entonces, Leonardo ya llevaba 25 días intubado en Terapia Intensiva. Finalmente, las enfermeras le colocaron tres aplicaciones de plasma mientras él dormía. Contra todo pronóstico negativo, el taxista comenzó a recuperarse poco a poco. “Los médicos decían que no tenía sentido colocarme eso, pero al final el plasma me salvó”, explicó. En tan solo diez días el taxista ya estaba en una sala común, sin ayuda artificial para respirar y bien consciente.

El 26 de noviembre fue el día tanto esperado tanto por Leonardo como por su familia: el taxista fue dado de alta del hospital, luego de pasar 35 días internado, al borde de la muerte. Sin embargo, se venían meses complicados para él ya que debía afrontar sesiones de recuperación y las secuelas que deja el covid-19. “Trabajé con un grupo de terapeutas e iba todos los días a rehabilitación”, destacó.

Al principio, los kinesiólogos le dijeron que iba a tardar entre un mes a tres para recuperarse por completo. Pero, Leonardo demostró una vez más ser un luchador incansable. En tan solo veinte días ya podía respirar y caminar con total normalidad. “La recuperación se lo debo a mi fuerza de voluntad y las ganas de vivir y seguir adelante. También a todos mis compañeros y mi familia que rezó por mí incansablemente”, manifestó emocionado.

En enero de este año, Leonardo volvió al ruedo y comenzó a trabajar primero cuatro horas, hasta que volvió a su horario normal de taxista. Aunque hasta el día de hoy, el expaciente de coronavirus aún tiene secuelas de la enfermedad. “Cuando hace calor me agito y me empieza a faltar el aire. También he perdido un poco la visión: nunca usé anteojos y ahora me cuesta leer los mensajes de texto”, recalcó.

Para Leonardo, los compañeros taxistas que se contagiaron de covid-19 “no fue por el auto ni los pasajeros porque tenemos divisores y siempre higienizamos el asiento después de cada viaje. Creo que uno se infecta en una reunión familiar, como me pasó a mí, o cuando se sale a la calle, a un bar”, explicó. De todas maneras, el taxista tiene más cuidados que antes y desinfecta su vehículo constantemente.

Leonardo atravesó el coronavirus como un luchador y ahora la cuenta como una historia lejana. El impacto de la enfermedad en su salud significó, en sus palabras, “como volver a nacer y querer hacer las cosas distintas. Siempre los taxistas andamos muy apurados, buscando la plata para pagar deudas. Pero ya no tengo más ese apuro de salir a la calle por eso”, finalizó.