Lejos de la hostilidad del pabellón está el taller en el que las presas del Servicio Penitenciario Provincial aprendieron el arte de la lencería. Un grupo de 26 internas se junta dos veces por semana para coser corpiños y bombachas que serán donados a mujeres que sobrevivieron al cáncer de mamas. 

"Es como que el día que tenemos el taller yo ya arranco a full, con otra mentalidad", cuenta Eli, una de las detenidas que lleva siete años privada de su libertad. 

Para Mabel Bienvenida Páez el taller de costura es motivo de orgullo y es la encargada de recibir a las cámaras de Canal 13. "Es una forma de contribuir a la sociedad que tenemos nosotras", relata y muestra los corpiños y bombachas dispuestos arriba de una mesa, con un mantel para que no se ensucien. Los conjuntos que hicieron son como cualquier otro, que se consigue en una casa de lencería del centro sanjuanino pero ellas no los van a vender, los van a regalar. Es que esos corpiños, fabricados especialmente para insertar una prótesis mamaria, serán donados a las mujeres sanjuaninas que sufrieron  una mastectomía. 

Esos dos días en los que las internas van al taller son su escape para ellas. Por esas dos horas se olvidan por qué están ahí y el mate y las risas invaden el lugar. En los estantes están dispuestos los materiales de las chicas. Ahí, entre hilos, agujas y retazos de tela están sus creaciones, otras que hicieron para sus hijos que viven con ellas en el Penal hasta los cuatro años. 

Mabel y Eli tienen ahí a sus bebés y dicen que el taller también les sirvió para aprender a coser ropa para sus niños. 

"A mí me dan un pedazo de tela y las chicas se asombran con lo que puedo hacer", explica Eli,que ya aprovechó lo aprendido para coserle ropa a su hijito. 

"Hay mucho prejuicio en lo que la gente cree de las mujeres que están acá. Para mí son mis alumnas como cualquier otra", asegura la profesora, Elizabeth Castro, que fue contratada por la Fundación Fe y Alegría para enseñarle a las detenidas distintos oficios. 

La idea es que, cuando salgan de la cárcel, tengan la posibilidad de reinsertarse en la Sociedad, de trabajar con lo que aprendan adentro del Penal. 

Además de los talleres de lencería, también hay de peluquería y las internas pueden aprender a jugar al rugby. Son estas actividades las que hacen que el día a día sea más llevadero para las chicas. 

Cuando alguien les pregunta qué les gustaría, cuál es su mayor anhelo, todas coinciden: quieren otra oportunidad.