Casona frente al Rawson: así viven hacinadas unas 30 personas
En exclusiva, habló uno de los inquilinos de la casa donde hace unos días protagonizaron un allanamiento y denunció discriminación y mala interpretación del contexto que viven allí.
En las entrañas de una casona muy familiar para la comunidad de San Juan, se teje una historia marcada por la solidaridad y los desafíos de quienes la habitan. Cristian, uno de los residentes, compartió la narrativa de los últimos cinco años conviviendo en ese lugar. El inquilino relató que la casa les fue prestada por el dueño, un gesto humilde ante la falta de un techo: "Nos lo prestó porque no teníamos a dónde ir" expresó.
Enfatizó que la comunidad que habita en la casona está compuesta por personas que se dedican a cuidar coches, limpiar vidrios y otras actividades, y afirmó que no hubo usurpación: "Vinieron incluso las hijas del dueño y nos dejaron. Nadie usurpó nada, la gente habla mal y piensa mal" lamentó Cristian. Sin embargo, señaló que: "Ya no queremos que hablen más mal de nosotros. La gente nos discrimina y eso no nos gusta nada. Aparte hay muchos niños, gente grande" expuso.
Como un llamado de auxilio, Cristian expresó ante las cámaras su esperanza de encontrar una solución a sus necesidades, llegando a nombrar al Ministro de Familia y Desarrollo Humano, Carlos Platero para que tome cartas en el asunto. Por otra parte, ante las denuncias previas y allanamientos que afectaron la imagen de quienes viven ahí, Cristian señaló: "Nosotros lo tomamos mal, no podemos ni salir a la calle porque la gente nos mira mal".
También, resaltó el carácter familiar de la comunidad: "Aquí vive gente de familia, y a quienes hacen disturbios los hemos corrido". Sin embargo, enfrentan carencias significativas, desde muebles hasta condiciones básicas de habitabilidad.
Otro inconveniente que se encontró Cristian fue el deseo de realizar mejoras en la casa, que se ve obstaculizado por las hijas del dueño: "Quisimos pintarla pero no nos dejaron las hijas, llegaron con una orden que habíamos usurpado y les explicamos que no. Sería bueno que nos pudieran dar una orden para arreglarla".
Incluso, el inquilino llegó a denunciar la falta de respuesta y la discriminación en el servicio municipal: "Pedimos un contenedor para sacar la basura y nunca nos lo trajeron, no sé si nos discriminan o qué".
Cristian, consciente de que las hijas del dueño quieren desalojarlos, afirmó: "No tenemos a dónde ir, si quieren que nos vayamos, que nos den una solución, más por los niños. A la calle no vamos a ir". El móvil además realizó un recorrido por las precarias condiciones de vida, desde el lavadero hasta las áreas comunes.
En cuanto a los detalles de cómo comen, reveló que: "Debemos hacer fuego porque no disponemos de gas. Cocinamos para todos, a veces no alcanza, especialmente para los niños" explicó Cristian.
La historia de vida en la casona es un relato complejo, donde las cámaras del móvil mostraron una dura realidad de una comunidad marginada. Sin embargo, la solidaridad y los desafíos cotidianos se entrelazan, demostrando la importancia de comprender las realidades diversas que existen en nuestra sociedad.