De cuidacoche a verdulera, la historia de una canadiense que se asentó en San Juan
Erika Lorenzo es canadiense y tiene una historia de migraciones y desarraigo. Desde hace diez años cuida coches en la provincia y ahora puso una verdulería en una esquina importante de San Juan.
Historia recurrente en la ficción, hombres y mujeres, buscando nuevos horizontes empujados por los infortunios de la vida. El desarraigo y la frustración se hacen piel para quienes tienen que mudar su porvenir y ponerle fichas a la incertidumbre. Así sucedió con Orlando Lorenzo, padre de Erika, que un día decidió partir a Canadá, atemorizado por la obligación de hacer el servicio militar.
El hombre, que era comerciante, tuvo una empresa de limpieza y una agencia de limusinas junto a su mujer, trabajó y prosperó en el lejano país del norte donde tuvo dos hijas, Erika era la mayor de ellas. Luego de un tiempo del hombre decidió que era hora de volver, y con su familia emprendió el regreso a la provincia de San Juan, su tierra natal.
“Me sentí nerviosa porque no me acordaba bien del castellano, estábamos acostumbrado a la ciudad donde hay más casas que acá”, dijo la Erika que llegó a la provincia y luego se fue a Buenos Aires, siguiendo los designios de su padre, buscando un nuevo porvenir. Pero no estuvo exenta de dificultades, “al principio no me dejaban trabajar porque no teína papeles y cuando hice los documentos, nadie me aceptaba por el idioma que me costó mucho. Siempre había problemas para trabajar asique siempre hacia changas hasta que pude llegar hasta acá”, dijo afligida.
En 2005 decidió volver, empujada por una gran preocupación, “me vine de Buenos Aires a San Juan cuando nació mi hijo en el 2005, se estaba poniendo muy peligroso, me robaban a cada rato y no quería que mi hijo creciera en un lugar donde robaban todo”.
La provincia la recibió nuevamente, donde tuvo una labor intensa para salir adelante con su hijo, cuidando autos, vendiendo pre pizzas, semitas y ahora trabajando en una verdulería que puso junto a su padre en la esquina de Entre Ríos y Pedro Echagüe. “En San Juan estamos luchando como todos, mi papa inició este negocio pero él no puede venir por la columna y no puede estar sentado. Para que no esté cerrado lo inicié yo, no sé nada de verduras aprendí solita de la nada”.
Con la esperanza de volver Canadá cuando su hijo de 16 años y termine el secundario, la mujer es esfuerza a diario para blindarle su apoyo. “Espero salir adelante con el trabajo que tengo para poder darle algo a mi hijo” finalizó Erika Lorenzo.