De pasar "camuflada" por las calles a ser la primera jubilada trans en San Juan
Camila Moreno tuvo que atravesar injusticias a lo largo de su vida para llegar hasta donde está ahora. "Toda mi vida aporté y como ser humano tengo derechos como todos", resaltó.
“Por ahí te encontrás con gente homofóbica que dicen que nos regalan todo. Pero yo he aportado toda mi vida y como ser humano tengo derechos como todos, más allá de la orientación sexual”, afirmó Camila Moreno, la primera mujer transgénero en jubilarse en la provincia de San Juan. A poco de aprobarse la ley de Cupo Laboral Trans en el país, la noticia de Camila invita a revisar el largo camino que queda por recorrer, y también la historia de ella que logró revertir un código contravencional retrógrado, hace 25 años.
Tenía 17 años Camila cuando decidió dejar la escuela secundaria porque “recibía bullying homofóbico y me cansé”. Ese espíritu rebelde la llevaría luego con 23 años a probar suerte en Mendoza, siempre con el apoyo de su familia. “Tengo gracias a Dios la aceptación de toda mi familia. Gracias a Dios nunca tuve que recurrir a la calle” remarcó. Recordemos que seis de cada diez mujeres trans se ven forzadas a ejercer la prostitución para sobrevivir en Argentina.
Con la idea de “querer tener mi libertad”, Camila emprendió el viaje a la provincia donde trabajó en restaurantes como moza. Si bien era aceptada en términos generales, Moreno salía a las calles mendocinas “camuflada” domo dice ella porque “allá por el ’83 no era todo tan visible como ahora, hay que acordarse los tiempos de aquella época. Me cuidaba para no ser tan visible, para que no me detuvieran”. Según Camila, en Mendoza “te detenían y al otro día te encontraban muerto. En esa época no había tantas leyes”. “¿A quién le reclamabas?” se preguntó Camila.
A pesar de cuidarse, como expresó Camila, en Mendoza sufrió mucho más la persecución en comparación con San Juan. “Eran muchísimo más estrictos, te veían caminar por la vereda, te subían al patrullero y al calabozo. Una vez estuve cuatro días dentro y tuve miedo porque no sabía qué me iba a pasar. Me detenían por prostitución en la vía pública, pero nada que ver, yo solo venía caminando del trabajo”, explicó. Es por eso que Camila “tenía que salir a carita lavada y si es posible con una gorrita para poder pasar caminando”.
Siendo la menor de cuatro hermanos, los seis años viviendo en Mendoza le pesaron y decidió volver a San Juan, en busca de reencontrarse con el cariño de su madre. Una vez reinstalada, Camila emprendió la profesión de peluquería junto con un amigo. “Un día me dijo que era una pichoncita y que tenía que volar. Me dijo que emprendiera y así fue. Pasito a pasito me instalé sola la peluquería en Santa Lucía. 39 años trabajando en mi pelu”, enfatizó orgullosa Camila. Y cómo no estarlo, teniendo en cuenta la situación de las personas trans, principalmente mujeres, en Argentina.
“Las personas trans son discriminadas por sus familias y deben abandonar sus hogares. Al no encontrar un trabajo digno en donde las acepten, ¿a dónde se dirigen? A la calle”, sentenció Camila. “En la noche te encontrás de todo: alcohol, drogas y el cuerpo se va deteriorando. Antes la mayoría era costurera, peluquera o trabajadora sexual. Ahora les aconsejo que sigan adelante y traten. Gracias a Dios salió la ley de Cupo Laboral Trans”, enfatizó la ahora jubilada.
La nueva legislación aprobada garantiza que personas travestis, transexuales y transgéneros ocupen el 1% de los puestos de trabajo del Estado argentino. Al respecto, Verónica Araya de la asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA) remarcó que “hay que entender que la expectativa de vida para una persona trans en el país es de no más de 40 años. Esto hace que no podamos jubilarnos justamente por la edad”. Es por este motivo que “festejamos el logro de la compañera y que sea el principio de un cambio social”, manifestó esperanzada.
El logro de jubilarse se lo debe en parte a la ley de Identidad de Género. “Con los cambios de Gobierno hubo más leyes que nos favorecieron y eso me ayudó a jubilarme. Entonces cuando me llegó la edad y como toda mi vida aporté, presenté los papeles. Desde la Dirección Previsional en Casa de Gobierno me ayudaron con todo el papeleo y seguimiento”, resaltó Camila. De todas maneras, ella continuará ejerciendo la profesión, “gracias a Dios tengo buena salud y no me va a quedar otra” expresó entre risas.
Haber alcanzado la edad y además jubilarse no son las únicas metas alcanzadas por Camila, ya que en 2007 consiguió revertir un código contravencional sanjuanino, antiquísimo para la época actual. El mismo establecía que no se podía salir a la calle con ropa “inadecuada a tu sexo”, en palabras de Camila. “Compañeras que iban a pagar sus impuestos cuando las veían vestidas las detenían. No podían salir tranquilas a la calle”, recordó. Junto con su mejor amiga Zulema Paredes fundaron la Asociación Civil Acercándonos y de esta manera llegaron a la Legislatura con un proyecto. “Nos atendieron muy bien, les explicamos todo y finalmente logramos revertir esa contravención” expresó Camila.
Su camino abre paso a las próximas generaciones para que jubilarse no sea una novedad y que “una compañera pueda jubilarse dentro de los parámetros considerados normales”, agregó Verónica de ATTTA. Por eso mujeres como Camila o Vero trabajan y luchan todos los días en San Juan: “Para cambiar nuestra realidad de vida. No pedimos nada fuera de lo común, poder llegar a acceder al trabajo y poder jubilarnos, algo que no podemos conquistar del todo”, puntualizó Verónica. “Estar tranqui” fue un pedido más que agregó a la lista Camila. Algo tan simple como eso.