La señora Hortencia Nievas, cumplió 33 años como kiosquera de la Escuela Soler. Dedicó su vida a la crianza y a la mantención de sus hijos, quienes al día de hoy, ya son padres también. Y lo que hace que su historia sea aún mas especial, es que a pesar de quedar viuda logró salir adelante gracias a que abrió un kiosco, apoyada por la directora jubilada, Susana Distéfano.

Después de la muerte de su esposo, Hortencia, se convirtió en comerciante y única proveedora de su familia .Con cinco hijos a cargo: Viviana, Mariela, Raúl, Javier y Julio. Además sin existencia de planes sociales y siendo muy joven, le tocó enfrentar los obstáculos mas grandes para una mujer. Así fue que comenzó a atender el kiosco escolar.

Al principio fue un gran desafío, ella tuvo que equilibrar su tiempo en el trabajo y la crianza de sus hijos. Pero poco a poco, comenzó a establecerse en su papel, se ganó el cariño de los alumnos y desarrolló una gran clientela integrada por estudiantes y por padres, que disfrutaban de las golosinas que traía.

Con el tiempo, la señora, se convirtió en una parte integral de la comunidad escolar. Los alumnos y el personal de la escuela la apreciaban y la aprecian por su amabilidad y su capacidad para recordar sus pedidos habituales. Incluso después de que sus hijos crecieron, culminaron sus estudios y se independizaron, Hortencia continuó trabajando en el kiosco y en su casa, donde pudo abrir otro local. Hasta que tuvo que dejar su lugar, para cederlo a sus hijas: Viviana y Mariela, quienes con el mismo cariño atienden a la comunidad de la Escuela Soler.

La historia de Hortencia, es un testimonio de fuerza y de resiliencia. Su dedicación y trabajo  incansable son un ejemplo para todos. Su testimonio, es de gran inspiración para todos aquellos que están luchando en la vida.