El calvario de un director de escuela, tras declararse homosexual
Daniel Rojas de 52 años, estuvo preso 37 días por un supuesto caso de abuso sexual, del cual 6 años después fue sobreseído. Hoy en día, miembro activo de La Glorieta lucha por un San Juan más inclusivo.
La voz de Daniel se escuchó notablemente conmovida por teléfono. Traer al presente un episodio pasado que lo marcó en su vida, le removió sentimientos de tristeza, bronca e impotencia. El hombre, empleado del Ministerio de Educación, miembro fundacional de la Agrupación La Glorieta y profesor de Educación Especial, charló con Canal 13 sobre el acto de injusticia y discriminación más terrible que le ha tocado vivir por su condición sexual.
Promediaba agosto del 2006 y Daniel llegaba en un colectivo desde Mendoza a la Terminal de Ómnibus de San Juan, tras haber aprovechado el fin de semana largo, para tomarse unos días de descanso. Lo que nunca se imaginó, fue lo que sucedió a después. Apenas pisó suelo sanjuanino, todo un operativo policial lo esperó para esposarlo y llevarlo a la Comisaría 6º de Rawson.
El por entonces Director de la Escuela Especial Bilingüe para Sordos, de Rawson, había sido denunciado por una de las madres de sus alumnos por un supuesto abuso sexual. Toda la institución educativa estaba alterada. El gabinete escolar, padres, maestras y alumnos. La máxima autoridad de la institución pasó 37 días preso, hasta que el juez decidió que era prudente que recuperara su libertad.
‘Fueron los perores días de mi vida, interminables, sufrí muchísimo’, dijo casi quebrándose. El caso no tardo en cobrar repercusión y llegar a los medios de la provincia y del país, que, según el miembro de la Glorieta, lo destrataron sin siquiera darle la oportunidad de contar su versión.
Lo que siguió, fue el accionar del Ministerio de Educación provincial separándolo momentáneamente de su cargo de director. En poco más de un mes, su vida había dado un giro inesperado, dándole paso a años de muchas tristezas, donde solo encontró refugió en su familia, sus compañeros de trabajo y de militancia.
La génesis de su calvario se originó unos días antes del final del semestre. Daniel aseguró que, si bien los días previos al comienzo de las vacaciones de invierno notaba a la escuela rara, nunca imaginó lo que, por atrás de él, se estaba tramando. ‘Las maestras me esquivaban o me miraban con desprecio, con asco, el clima era tenso. Tuvimos una reunión de personal que fue un desastre, pero todo se desataría después, justo unos días antes de terminar el semestre’.
Fue entonces que, a pocos días de la llegada del receso invernal, la psicopedagoga y la fonoaudióloga, que junto con el Director conformaban el gabinete escolar, lo citaron para enfrentarlo de una vez por todas. A esa altura, el directivo se imaginaba por donde venía el interés de esa reunión, pero las dejó hablar. Sus compañeras, al principio se mostraron dubitativas, pero luego le preguntaron con cierto grado de violencia,’¿sos homosexual?’.
Cansado de la situación, las miró y les dijo: ‘Quieren saber si soy homosexual, si, lo soy’. Luego, ambas se miraron con una mezcla de sorpresa y cierto regocijo por haber logrado la confesión del hombre. Daniel relató que lo que sintió después de esa mirada sería la guía de sus emociones para lo que vendría, ya que nada volvería a ser igual, y más que romperse algo había estallado y, en gran parte contra su voluntad.
El director acusado de abuso sexual, fue a declarar y se sometió a las pericias psicológicas. Un cierto alivio bajó para él, cuándo le aseguraron que no iría a parar al Penal de Chimbas. ‘A pesar de estar sumergido en una onda tristeza, siempre estuve tranquilo porque sabía que no encontrarían pruebas para terminar culpándome, ya que no las había.
Tras los 37 días privado de su libertad, el juez ordenó que lo liberaran y así Daniel volvió a ser libre. La desazón golpeó a su puerta nuevamente, ya que, a los pocos días, desde el ministerio le informaron que había sido derivado al Aérea de Educación Intercultural Bilingüe de Pueblos Originarios, en 2007 donde hasta el día de hoy permanece.
Al llegar a su nueva área de trabajo, Daniel se sentía señalado por su reciente pasado. Sentía que todas eran miradas acusadoras hacia él y su caso, que sus nuevos compañeros murmuraban sobre los días en los que estuvo preso.
Fueron 4 años de terapia, para lograr sanar parte de su calvario originado por la injusticia de haber sido acusado de un crimen del cual era inocente. Con su psicólogo aprendió a aceptar su historia como parte de él y, desde entonces, hasta el día de hoy, la relación con sus compañeros es totalmente distinta a la inicial. ‘Cuando superé ese prejuicio, vi que el equipo de trabajo me trataba muy bien, me contuvieron, fueron muy importantes'.
Sin embargo, el ex Director se sentía con mucha bronca por haber sido injustamente acusado y discriminado por ser homosexual. ‘Tenía mucha bronca e impotencia, porque me arruinaron la carrera, lo que amaba hacer ya no lo podía hacer, para lo que me había preparado estudiando tanto no me permitían ejercer, solo por ser gay’, manifestó.
Al llegar el momento del juicio penal, la crudeza de esos 37 días detenido volvió a rodearlo. El tener que ir a declarar siendo acompañado por sus padres fue muy duro y humillante, según afirmó. Finalmente, la justicia lo sobreseyó por falta de pruebas tras 6 largos años, en el 2012. Esta vez los medios locales y nacionales no se hicieron presentes, solo sus padres, con quien lloró amargamente, abrazados después de que terminara su calvario.
‘En ese tiempo no había INADI, ni existía La Glorieta, nuestros derechos no se respetaban, porque no había nadie que lo hiciera’, expresó. Justamente fueron esos años de incertidumbre, bronca y amargura, los que hicieron que Daniel junto a otros homosexuales, fundaran en junio de 2010 la Agrupación La Glorieta.
‘La injusticia y la discriminación que viví me llevó a la militancia en La Glorieta, para luchar para que lo que me ocurrió a mí, no le suceda a otro’, aseguró. Actualmente, Daniel se desempeña como Secretario de Educación: Educadores por la Diversidad, dentro de la agrupación, donde se siente acogido y valorado.
Daniel sabe que el recordar esa etapa de su pasado que lo marcó negativamente y le privó la posibilidad de crecer en lo que el ama hacer, siempre será una espina clavada en su corazón. El dolor quizás nunca se irá, porque es parte del, pero al menos la lucha lo revitaliza y le da esperanza de poder construir junto a sus compañeros un San Juan más inclusivo.