Pedro Castro estaba por tomar su turno en el cuarto de máquinas del buque General Belgrano. Cuando entró sintió un fuerte movimiento. No se imaginó lo que estaba pasando. Pero al instante ya sintió una explosión. Ahí nomás empezó a evacuar el barco.

Era 2 de mayo de 1982. El buque escuela estaba fuera del escenario de tareas, pero sin embargo fue atacado por un submarino ingles. Marcando el mayor crimen de guerra de la historia.

Castro logró salir hasta la proa del barco. Lo primero que hizo fue mirar al cielo. Pasa que después de un ataque submarino esperaban un ataque aéreo. Pero no pasó. 

Una vez más tranquilo corrió hasta la balsa que tenía asignada. Era la 19. Pero en el nerviosismo del momento se subió a la primera que pudo. En su balsa eran ocho, él y un grupo de bahíenses y bonaerenses.

No pudieron amarrar a otros botes y quedaron a la deriva. Pasaron las horas, la tormenta azotaba y el frió no dejaba pensar con claridad. Hasta que apareció otro buque argentino que los pudo rescatar y llevar a tierra.

Esa es la historia del último sanjuanino rescatado del ARA General Belgrano. Un recuerdo que no se borrará nunca más de su memoria. Tanto como el orgullo de haber estado hasta último momento defendiendo la patria.