El retiro que le ayudó a llorar la pérdida de su hijo
La inseguridad se llevó al joven Ismael Cajas y su padre Ronald no encontraba consuelo. Tres días de encuentro con Dios y con él mismo le dieron una nueva visión de cómo vivir su ausencia.
La inseguridad en la provincia se cobró la vida del joven Ismael Cajas un 4 de junio de 2017.Tenía 22 años. Toda una vida por delante, llena de sueños y muchos dibujos que atesoraba en una carpeta. Aquella pérdida fue para la familia Cajas un golpe grandísimo que dejó una herida para toda la vida.
Ronald Cajas, su padre, estaba desbastado. A la pérdida de un hijo el ser humano todavía no le ha podido poner un nombre. Meses después de aquella fatídica noche de junio, el papá estaba destrozado, pero consiente de que tenía que seguir adelante por sus otros hijos y su esposa. Entonces salió a trabajar.
Uno de esos días de trabajo, como cualquier otro día de trabajo. Siendo el chofer de una grua tomó un viaje con un hombre que lucía preocupado y ocupado. Con sus dos celulares a cuestas poca atención le ponía. Ronald seguía manejando, pero le intrigaba su actitud y no sabía dónde tenía que llevar su vehículo.
En un momento del viaje, el hombre le contó que le decían ‘El Gato’ y que por esos días andaba muy ocupado organizando un retiro espiritual de impacto. Le pidió perdón por la poca atención que le estaba dando. Sin embargo, otras palabras retumbaron en el corazón de Ronald. Lo que ese sujeto dijo sobre el retiro. Él era un hombre de poca y nada de iglesia. Nada de misa dominical, pero algo entendió con la palabra retiro. Sabía que se trataba de algo profundo, de un encuentro.
Fu entonces que el padre de Ismael se animó y le preguntó si no lo podía meter a ese tal retiro. ‘El Gato’ le contestó que no, porque ya estaban todos los cupos ocupados, y el viaje siguió curso. Pero esta vez, la atención de este hombre se posó sobre el conductor de la grúa.
Le contó que los que eran seleccionados para hacer el retiro son hombres y mujeres con historias de vidas difíciles, con situaciones complejas a superar. Nada que Ronald no supiera por esas fechas. ‘Este retiro se prepara durante un año’, acotó ‘El Gato’, pero una nueva llamada a uno de sus celulares se llevó nuevamente su atención.
Por teléfono le pidieron bajar a un caminante (persona que hace el retiro), para agregar a un hombre que hacía poco había perdido a su hijo. Tras cortar la llamada, el hombre le contó que ese era uno de los casos por los que la estructura del retiro se modifica, puesto que ese papá destrozado era importante que hiciera el retiro.
Finalmente llegaron a destino y ‘El Gato’ se despidió de Ronald. No sin antes recibir de hasta ese momento padre destrozado anónimo su número de teléfono en una tarjeta. En donde también estaba escrito el nombre de su hijo. ‘Léelo y después me decís si sabes quién es’, le dijo Ronald.
El organizador del retiro al mirar el nombre escrito en el papel se dio cuenta que Ronald tenía una de esas historias de pérdidas que obligan a cualquier modificación del retiro. Se dio cuenta que él tenía que estar. Tenía que hacerlo. Le preguntó si quería hacerlo, y después de hacerse de rogar un poco aceptó. El camino hacia el encuentro había empezado.
El retiro se llama Emaús, dura tres días y pertenece al movimiento internacional laical de Emaús. Justamente esa edición del retiro sería el 24,25 y 26 de noviembre. Esta última fecha muy especial para Ronald y su familia, porque ese día fue el primer cumpleaños de Ismael, desde su asesinato en ese hecho de inseguridad.
Según contó a Canal 13, Ronald se encontró con Dios y con él mismo. Se dio cuenta de tantas cosas lindas que tiene la vida. Así como también de lo vivió con mucha fuerza. Llorando mucho entendió cómo debía transitar ese dolor. Y que, si bien nunca cicatrizaría, debía salir adelante porque su hijo desde arriba le decía que ‘él arriba estaba bien’.
En el Emaús Ronald conoció a nuevos hermanos de la vida. Desde ese momento conoció a Dios, se acercó a la Iglesia, y con la fe entre sus manos siguió recorriendo la vida con otra perspectiva. Con el apoyo del movimiento, además del que ya contaba por parte de su familia y amigos. El hombre que vagamente sabía lo que era un retiro, ahora militaba firme en la Iglesia Católica.
Una de las cosas que Ronald entendió tras su paso por el retiro de Emaús, fue que no debía vivir con resentimiento, ni bronca. Y si bien la palabra perdón es muy grande para calificar o describir lo que siente por el asesino de su hijo (también muy joven y actualmente preso y condenado), aprendió a que la bronca no tiene que ser la respuesta. ‘Hay que actuar en función del bien’, precisó el padre que luego de ese encuentro con Dios aprendió a llorar la muerte de su hijo.
‘4 de julio es una fecha que ha marcado un antes y un después en la vida de mi familia. En mi caso personal, las primeras lágrimas se siguen cayendo, porque yo a mi hijo lo veo constantemente en imágenes, no hay manera que yo evite esa situación. Cuando uno pierde a un hijo la situación es incomprensible, porque uno no entiende por qué no te dan tiempo a despedirte. Pero a media de que va pasando el tiempo y observa lo que hizo en sus 21 años, y los mensajes de la gente que nos cuenta lo vivió con él. Es tan grande lo que vos sentías como papá, que hoy en día, las lágrimas son de emoción', expresó Ronald con sus ojos vidriosos.