El violento atropello que marcó a la comunidad LGBTQI+
El 5 de noviembre de 2010, la Policía irrumpió en la mañana en la casa de Sergio Loyola, militante de La Glorieta. Los motivos nunca quedaron claros.
La mañana del viernes 5 de noviembre de 2010, Sergio Loyola dormía junto a sus hijas en su casa, cuando la paz fue violentamente irrumpida por un operativo policial. Entrando por el techo, porque los uniformados no se detuvieron a tocar el timbre, ingresaron a la vivienda despertando a las adolescentes y al referente de la comunidad LGBTQI+, según contó el damnificado.
¿El motivo del allanamiento? El militante de La Glorieta dijo que la policía llevó a cabo el operativo por una una denuncia de robo de un par de zapatillas negras y un teléfono inalámbrico, que aseguraban Loyola tenía en el interior de su domicilio. Pasándose por alto todo protocolo, los oficiales hombres ingresaron a la habitación de las menores (15 y 16 años respectivamente) y las hicieron cambiar enfrente de ellos.
Sergio que se despertó con los gritos de sus hijas, recordó el momento charlando con Canal 13, y contó que inmediatamente fue a ver que sus hijas estuvieran bien. Al ver a los Policías en la habitación de las menores, increpó a uno que parecía estar a cargo, recriminándole la gravísima falta de respeto, además de pedirle las obvias explicaciones.
La verdadera razón de la visita policial, lejos estaba de un caso de robo, para el cual, de todos modos, los efectivos necesitaban exhibir una orden, algo que nunca hicieron. La causa que los llevó a la vivienda de Capital, era amedrentar a uno de los referentes de la comunidad LGBTQI+ y militante de La Glorieta. Las zapatillas y el teléfono nunca fueron encontrados.
En ese tiempo, la casa de Loyola fue tomada como centro de operación por la cercanía del domicilio con La Glorieta, por aquel entonces, el punto de encuentro de la comunidad homosexual de la provincia.
La mesa de la casa estaba, al momento de ser allanada, llena de panfletos invitando al primer festival por el Orgullo y la Diversidad. Además, había muchos instrumentos musicales, que serían utilizados por los artistas convocados a participar en el hito social-cultural de San Juan, al otro día.
El allanamiento comenzó a las 6 de la mañana y terminó a las 8:30, cuando el artista callejero fue sacado esposado de su casa, con dirección a uno de los patrulleros estacionados en plena vereda y media calzada. A esa altura, un montón de medios aguardaban tomar las repercusiones del caso, acaso avisados por la Policía.
Esta última situación, el militante la aprovechó para denunciar a los gritos lo que realmente estaba pasando. ‘Yo me acuerdo que gritaba, me llevan por puto, por gay’. Los vecinos de Sergio al verlo sufrir el abuso policial, comenzaron a increpar a la Policía, vociferando: ‘Es un hombre de la cultura, no le hace mal a nadie’, defendieron al hombre.
A Loyola lo metieron en una celda de la Comisaría 2º y a sus hijas las dejaron en libertad. ‘Yo estaba tranquilo por mí, incluso me quede dormido en el calabozo, eran mis hijas las que me preocupaban. La mayor angustia fueron sus gritos en la mañana, los recuerdo y se me llenan los ojos de lágrimas porque tuvieron que pasar por una situación horrible'.
Sergio se despertó por los gritos de una de sus hermanas que reclamaba a los oficiales encargados de la recepción, poder ver a su hermano. En ese momento, entró un uniformado y le preguntó quién era, ya que en la puerta de la Seccional se había apostado mucha gente pidiendo por su inmediata liberación.
El militante de La Glorieta contó que al Comisario de la Segunda no le quedó otra alternativa, que llamarlo a su oficia y pedirle perdón, ya que se trataba todo de una equivocación. Loyola se enojó y le dejo en claro el verdadero motivo del operativo. El policía de alto rango se disculpó nuevamente y se eximió de toda culpa, asegurando no haber estado al frente del operativo.
‘Usted me va acompañar hasta la puerta de la comisaria y, les va a explicar a toda la gente allí afuera, el verdadero motivo por el cual me sacaron violentamente de mi casa y me trajeron a esta seccional’, le dijo el referente LGBTQI+ al comisario. El policía no tuvo más remedio que acceder al pedido del liberado y, ya en la puerta se vio en la difícil situación de explicar que había pasado. Luego de eso, el militante quedo libre.
El ahora funcionario de Capital, se llevó una gran sorpresa al legar a su casa, cuando se percató de que le habían robado la boleta de la luz con el dinero que había adjuntado a la misma para abonarla, así como también los ahorros de su hija y un pen drive. ‘Me devolví a la segunda furioso, le grité al Comisario, a quien me llevaste a Policías o ladrones’, relató.
Finalmente, al día siguiente no se realizó el Festival por el Orgullo y la Diversidad, por miedo a represalias policiales. Nunca se supo quién realmente ordenó el allanamiento..
El Primer Festival por el Orgullo y la Diversidad se realizó unos fines de semanas posteriores a la fecha suspendida. Tuvo un gran apoyo de otras provincias a raíz de este incidente y convocó a jóvenes y adultos a defender el Matrimonio Igualitario y otras demandas o deudas del Estado sobre Derechos Humanos.
Hoy en día, al cumplirse 10 años del ingrato y el más que grato recuerdo, Loyola recordó ese día con mucha emoción. ‘Ver a tantos jóvenes y personas adultas sin miedo a mostrarse siendo lo que son, fue conmovedor. Me acuerdo que me acompañaron mis hijas, mis hermanas, fue algo muy emotivo’, expresó.
En la actualidad, el militante, ya convertido en abuelo, amplió su lucha y aseguró a este medio, que el objetivo es ‘ir más allá de los derechos de la comunidad LGBTQI+, para enfocarse en toda la diversidad, entendida no solamente por la orientación sexual’, cerró.