Poniéndose en el hombro su trapito, su elemento de trabajo, y acomodándose el lado izquierdo de su bigote, Joaquín se acercó y, mirada radiográfica al movimiento de autos y motos de por medio, comenzó contando que tiene 24 años, que hace 4 que trabaja en la esquina de la esquina de España y Jorge Newbery, afuera de una conocida cervecería consigue ‘la moneda’ para que a su pequeña no le falte nada.

Si bien su primer nombre es Pedro, se presentó con Diario 13 como Joaquín. Por ello, Joaquín, que vive junto a su madre y su hermano en el Barrio Aramburu, con mucha predisposición dio a conocer parte de su historia. De cómo pasó de vivir con su padre en Rio Cuarto y estudiar en el ejército, a estar de miércoles a domingos desde la tarde hasta la madrugada cuidando autos y motos, de los que vienen a tomarse unas pintas en la cervecería.

Joaquín, el joven que dejó el ejército para convertirse en trapito por su hija

Sin miedo a hablar de nada, y sin una pisca de vergüenza de su trabajo, al que calificó de ‘un empleo honesto’, el joven trapito mira perdidamente a un punto y asegura que todos los sacrificios que hace, los hace para que a su hija no le falte nada. Por esa niña a la que tiene en su casa lunes y martes las 24 horas, y los viernes y sábado hasta las 19, cuando se va a trabajar.

El trabajador informal contó que en promedio por noche está sacando entre 5 y 6 mil pesos. Y cuando la gente está generosa el monto al final de una buena noche, es de hasta 14 mil pesos. Aun así la ganancia es poca, por lo que necesita un trabajo más estable, que le genere mayores ingresos.

Joaquín, el joven que dejó el ejército para convertirse en trapito por su hija

 Es por ello, que el joven que tiene secundario completo y un bachillerato en electromecánica, hace tiempo que viene buscando empleo, pero con nada de éxito. ‘No consigo trabajo en ningún lado, presenté curriculum en muchas empresas, en muchos lados, pero lamentablemente no he tenido suerte con todo eso, contó el joven mientras sacaba el paquete de cigarrillos y el encendedor de uno de sus bolsillos. Luego de unos instantes lo encendió y continuó: ‘Gracias a Dios acá me va bien, va como para sobrevivir’.

Pero no siempre se dedicó a cuidar autos y motos en las afuera de una conocida cervecería. Cuatro años atrás vivía con su padre en Río Cuarto, Córdoba. Allí estudiaba estando dentro del ejército.  Era su vocación, pero la noticia de que iba a ser padre lo hizo girar su vida hacia otra dirección. Volvió a la provincia, para trabajar de lo que sea y así acompañar bien de cerca en la que en ese entonces era su novia, y hoy es su ex, pero principalmente la madre de su hija. ‘Por más que estemos separados, cada uno por su parte le da mucho amor, atención. Siempre estamos encima de ella, no le hace falta nada, gracias a Dios’, comentó sobre su ex.

Joaquín, el joven que dejó el ejército para convertirse en trapito por su hija

D 13 - ¿Por qué el ejército?

Joaquín – Fue algo que me gustó, estuve en Río Cuarto, la ciudad donde vive mi viejo, donde estuve viviendo esos dos años con él. Ósea todo el tiempo en que estuve en el regimiento me quedaba en lo de mi viejo, en el ejército estudiaba, pero me tuve que dar la baja porque mi novia en ese tiempo, ahora la madre de mi hija, quedó embarazada.

D 13 – Cambio tu vida con esa noticia. Vos estudiando en el ejército y tu novia te dice que está embarazada, ¿cómo lo tomaste?, ¿hubo miedo, alegría, disgusto?

Joaquín - Fue un giro de 180º en mi vida. Gracias a Dios fue un momento alegre. Yo me lo tomé con mucha alegría, calma. No así la madre de mi hija que, como toda chica cuando queda embarazada de joven, no se lo tomó con tanta calma, sino que estaba asustada. Pero yo siempre estuve ahí para ella. Cuando ella me lo comenta yo le dije que siempre iba a estar, que no importaba si peleábamos o no, que en el embarazo siempre iba a estar presente, y que nunca la iba a dejar sola.

Joaquín, el joven que dejó el ejército para convertirse en trapito por su hija

Noches de calor y frío lo tienen a él desde hace cuatro años cuidando yendo de un lado al otro con su trapo, ayudando a estacionar, pidiendo la voluntad como retribución por haber cuidado el auto o la moto de alguien. Todo eso para poder darle a la madre de su pequeña 6 mil pesos semanales, pero también para que le alcance para la leche y los pañales que necesiten su niña, y para aportar en su casa, para que su madre, su hermano con discapacidad y él tengan lo suficiente.

Bárbara Azul, que este domingo está cumpliendo 3 añitos, es la luz de los ojos de Joaquín. Por ella se desvive, según asegura. La pequeña, a la que familiares y amigos conocen más por Azul que por su primer nombre (algo hereditario quizá), es hipoacusia. Ya pasó por una operación en el Hospital de Nariz, Garganta y Oído, en la cual le colocaron unos filtros por mucosidad que se tiene en el oído.

Para que la pequeña Azul fuese operada, el trabajador informal y su ex pareja necesitaron juntar 121 mil pesos. Fueron varias rifas y colaboraciones en efectivo y dinero digital las que hicieron posible que la cirugía sea una realidad. A pesar de ese esfuerzo, Joaquín asegura que la intervención médica pareciera no haber sido suficiente, puesto que sus problemas de audición y habla persisten.

Joaquín, el joven que dejó el ejército para convertirse en trapito por su hija

Por eso, la niña necesita ser intervenida quirúrgicamente por segunda vez en su corta vida. En el Hospital Rawson, a la pequeña Azul le colocarán un implante en su oído derecho donde no tiene nada de audición. Mientras que, en el izquierdo, en el cual tiene algo de audición, le colocarán un audífono.

D 13 - ¿Hay algo con lo que los sanjuaninos y sanjuaninos puedan ser solidarios con tu hija?

Joaquín – Yo pediría más oración que algo material. Pediría que la tengan siempre en cuenta los que son creyentes, o en lo que sea que crean. Yo soy muy religioso, soy Cristiano Evangélico. De todos modos, cualquier ayuda los que quieran aportar con algo de dinero o haciendo alguna rifa será bienvenido, pero dese siempre la oración sirve y mucho.

Apoyado en una de las motos que estaba cuidando, después de una larga pitada, y notablemente emocionado aseguró que no se arrepiente de haber dejado todo para estar ahí para su hija. Joaquín, el trapito de la zona, tiene toda esa historia con él, como muchos sanjuaninos y sanjuaninos, a los que la vida les propone otra historia diferente a la que hubiesen imaginado. Pese a ello, él trabaja cada noche con alegría y optimismo, aseguró mientras apagaba el ‘pucho’ en la baldosa de la vereda, y corría casi media cuadra porque había estacionado una Hilux blanca enfrente de la cervecería.