La historia de un sanjuanino dispuesto a morir por la patria con tan sólo 20 años
A 42 años de la disputa por las islas del Canal de Beagle con Chile, que estuvo a punto de provocar un enfrentamiento bélico, Jorge Páez contó cómo fue enfrentar esa situación siendo tan joven.
Lo que ocurrió en 1978 quedó grabado a fuego en la memoria de Jorge Páez. En aquel año fue convocado para luchar por la soberanía de las islas Picton, Nueva y Lennox del Canal de Beagle. Dicho conflicto enfrentó a la República Argentina con el vecino país de Chile e involucró cientos de miles de soldados que no superaban los 18 años.
La relación de Jorge con el ejército comenzó entre 1977 y 1978 cuando tuvo que cumplir con el Servicio Militar Obligatorio. En ese momento llegó una cédula militar a su casa. La misma indicaba dónde debía realizarse una revisación médica. Luego de someterse a estos estudios, los profesionales de la salud lo consideraron apto para la incorporación.
Más adelante una nueva cédula fue enviada a su domicilio. En esta ocasión informaba en qué lugar realizaría este entrenamiento militar. El joven se formaría para el combate en el Regimiento Infantería de Montaña 22 (RIM 22), ubicado en Marquesado. Tras un arduo trabajo, junto con más de 200 chicos que al igual que él recién salían de la secundaria, pudo cumplir exitosamente con estas prácticas.
Sin embargo, su relación con este ambiente no iba a culminar allí. En 1978 estalló el conflicto entre Chile y Argentina por las islas del Canal de Beagle. A raíz de esto Jorge y sus compañeros fueron convocados nuevamente a integrar las filas militares. Esta vez no sería una práctica, debían estar dispuestos a entregar su vida por la patria.
"Nos lo comunicaron y nos pusieron en situación. En ese momento formaron el RIMOT (Regimiento Infantería Motorizado 142) integrado en su mayoría por sanjuaninos", recordó. Esta nueva creación en un principio tuvo su base en Rivadavia, en el camping El Pinar. Posteriormente se trasladaron a Iglesia, a la localidad de Las Flores.
Una vez que los soldados fueron reunidos, comenzaron a ser enviados cerca de la frontera con Chile. Los militares clase 1959 del RIM 22 tomaron un tren que los llevó hasta el sur del territorio nacional. En cambio, los integrantes del RIMOT viajaron en unimog, camionetas, camiones militares, movilidades de empresas locales y del gobierno.
Se calcula que, debido a la extensión de la frontera con el país trasandino, fueron un total de 250.000 hombres movilizados. "Los soldados del RIMOT 142 y RIM 22 éramos en su mayoría sanjuaninos. En lo particular en mi sección había un soldado de la provincia de Mendoza", comentó el veterano.
Si bien no llegaron a pisar el suelo chileno, se establecieron a unos 80 kilómetros de distancia. Estos luchadores se encontraban rodeados de armamento, municiones, suministros, etc. En un momento dado, cuando ya se encontraban mentalizados para el combate recibieron una noticia. El por entonces papa Juan Pablo II y el cardenal Antonio Samoré comenzaron una mediación con ambas naciones para evitar el enfrentamiento.
Esto se debe a que ambos países eran eminentemente católicos. A pesar de esto los soldados recibieron la orden de permanecer en el lugar y esperar. Hasta que finalmente horas después llegó la notificación que sorprendió a todos. El enviado papal Samoré, logró evitar esta inminente guerra entre dos países que se encontraban gobernados por dictaduras militares.
De esta manera todo se disolvió y solamente hubo que lamentar víctimas del lado chileno, luego del cruce de patrullas de avanzada. Si bien el conflicto bélico no llegó a producirse, este suceso sentó las bases y sirvió de experiencia para lo que sucedería cuatro años más tarde en nuestras Islas Malvinas.
Luego de esta experiencia imborrable, los soldados comenzaron a perder el contacto entre sí. Debido a esto con el paso de los años entre algunos veteranos se decidió crear la Asociación Civil Cóndores del Beagle. Esta en su momento tenía el objetivo de reunir a los clase 1958 y 1959 que participaron del conflicto austral.
Se decidió tomar como símbolo distintivo al cóndor, ya que es un ave que habita las cadenas montañosas de América y está relacionado con las causas justas y nobles. Si bien recién desde el 2014 que tienen personería jurídica, desde hacen varios años que realizan distintos tipos de actividades.
Además de reunir, peticionar, accionar y trabajar tanto sobre las dificultades de los asociados, los “cóndores” colaboran con quienes más lo necesitan. "Ayudamos a familias necesitadas mediante colectas y distribuimos lo recolectado. Damos charlas en escuelas e instituciones sobre lo vivido. Participamos de todos los actos oficiales y de la comunidad a los que somos convocados", aclaró Páez.
A día de hoy, desempeñándose como preceptor en el Colegio Monseñor Orzali a sus 62 años, el protagonista de esta historia sigue frecuentando a sus compañeros de aquel momento. Actualmente son unos 100 los socios de esta asociación, pero son alrededor de 30 los que permanecen activos en la toma de decisiones.
Estos veteranos aún luchan por un reconocimiento que tristemente nunca se les ha otorgado a pesar de haber estado dispuestos a entregar su vida por la Nación, a una muy corta edad. Sin dudas la historia de este rawsino, como la de otros ex soldados que vivieron participaron del inolvidable suceso, merece ser conocida por toda la comunidad sanjuanina.