La vida después del cáncer: "Abracé mi enfermedad y la viví como pude y como quise"
Belén es una sobreviviente del cáncer de mama y una de las imágenes de uno de los milagros que ocurren tras la enfermedad. Hoy es mamá, escritora y una de las luchadoras que da esperanza.
Octubre es el mes rosa, dedicado a la concientización sobre el cáncer de mama. En este contexto, Banda Ancha dio a conocer inspiradora historia de Belén Coria, una mujer que descubrió su cáncer de mama gracias a un autoexamen y decidió compartir su experiencia a través de su libro Despeinada.
Belén señaló que su está escrito a modo de diario. "La verdad, nunca imaginé que iba a ser un libro; no era su destino. Lo que lo hace más espontáneo. Cuando el editorial me dijo que debía corregir algo casi diez años después, decidí no modificarlo", dijo. A la vez, dijo que "Me pareció injusto cambiarlo porque refleja lo que viví. Hay cosas que hoy no escribiría, pero es importante mantener la autenticidad de lo que sentí. Lo curioso es que el 10% de los que leen mi libro son oncológicos, y el 90% no lo son. Esto demuestra que mi mensaje aplica a cualquier situación de la vida, porque todos enfrentamos algo".
En el año 2014, Belén se encontró en medio de una vida activa a sus 36 años. Un autoexamen la llevó a un diagnóstico inesperado. "Yo me descubrí una bolita dura, como una arveja, mientras me bañaba. Consulté y me dijeron que era un fibroadenoma, que no pasaba nada. Me indicaron una mamografía y una ecografía, pero la mamografía no detectó nada porque el nódulo estaba muy arriba", aludió.
A pesar de su confianza en los médicos, Belén pronto se dio cuenta de que algo no estaba bien. "En la ecografía se vio el nódulo, pero fue un error de la doctora y mío no insistir en la importancia de realizar ambas pruebas con especialistas", añadió. Por ello, indicó que la mamografía y ecografía son complementarias. Pasaron seis meses desde su primer descubrimiento, y Belén notó un cambio preocupante: "El nódulo triplicó su tamaño. Un día, en la oficina, sentí otra bolita igual. Fui a otro médico, quien me atendió de inmediato y me programó para una ecografía y una punción".
A pesar del panorama, ella mencionó "Nunca estuve asustada; pensaba que era un quiste. Confío en los médicos, pero aprendí que también es importante hacer interconsultas si algo no parece correcto"
Hay momentos que no se olvidan, uno de ellos fue el diagnóstico tras la punción. "Recuerdo cómo caminé, chateaba con mi hermana, quien me ofreció acompañarme. Pensaba que el cáncer era algo que le sucedía a otros, no a mí. No tenía antecedentes familiares, así que me parecía como una situación lejana". La disociación emocional fue una reacción natural ante la noticia. Sin embargo, aludió a que "Fue un momento bisagra en mi vida. Recibí el diagnóstico y me sentí como si estuviera desconectada de la realidad". A la vez, mencionó "Cuando el médico dijo mi apellido, pensaba: “¿Tengo cáncer? ¿Es verdad? ¿Entendí bien?”. El shock fue tan intenso que no podía procesar la información".
En ese entonces, ella estaba divorciada y tenía un hijo de cinco años. Había vuelto a San Juan después de vivir en Mendoza con el padre de su hijo. "Cuando me diagnosticaron, estaba sola con él, así que tuve que mudarme a casa de mis padres porque era imposible manejarme sola". Este momento fue complicado, pero intentaba mantener una rutina normal para su hijo: "Lo bañaba y llenaba la bañera mientras le cantaba canciones de Marielena Walsh". Ella lo supo pero no le dijo nada a sus padres para no preocuparlos.
A pesar de su deseo, su hermana se enteró y vino de Salta para acompañarla. Pero, curiosamente, "yo pensaba que era un poco exagerado todo. Al día siguiente fui a trabajar como si nada. A pesar de tener cáncer, me sentía en modo automático, haciendo lo que debía". Ella tuvo una mastectomía radical. "Cuando salí del quirófano, me informaron que debieron extirpar toda la mama y realizar un vaciamiento ganglionar. Luego, me indicaron un tratamiento de 16 quimioterapias y más de 30 sesiones de radioterapia".
Ella debió recibir un tratamiento adicional: "Tuve 18 sesiones, más de una droga monoclonal. Las monoclonales son como “inteligentes” porque, a diferencia de la quimioterapia, que es invasiva y afecta todas las células, estas van directamente al lugar donde está el cáncer".
La lucha de Belén no solo fue física, sino también emocional. A lo largo del tratamiento, se dio cuenta de que había diferentes tipos de cáncer de mama y conoció a muchas mujeres en situaciones similares, por ello recordó: "En las sesiones de quimioterapia conoces a muchas chicas y mujeres. Cada una tiene su propia historia, y eso te ayuda a entender que no estás sola en esta lucha".
Su lucha contra el cáncer de mama: "Abracé mi enfermedad y la viví como pude y como quise"
"Recuerdo que antes de empezar, el oncólogo me llevó a recorrer el lugar. Era como un día turístico, pero en un sitio donde nadie quiere estar. Miraba a todas esas personas y pensaba en lo que estaban pasando", expresó. Ella quiso ir sola, al final sufrió una reacción alérgica y un shock anafiláctico. "Fue bastante traumático. Ahí me di cuenta de que tenía algo grave, y aunque intenté minimizarlo, el proceso me hizo enfrentar la realidad".
Al consultarle cómo lidió con la caída del cabello y el impacto emocional de los tratamientos, expresó "Cuando me dijeron que algunas mujeres sufren con la caída del cabello, pensé que eran exageradas. Pero no sabes cómo me dolió. Traté de minimizarlo todo el tiempo, pero era un mecanismo de defensa. Finalmente, acepté lo que estaba viviendo". Era duro, pero no cayó: "Decidí que esto era lo que me tocaba y que debía vivirlo. No podía seguir fingiendo que todo estaba bien". Por este motivo, explicó: "La aceptación está lejos de la resignación. Aprendí a abrazar mi situación, por dolorosa que fuera".
Su fuerza era mayor, por ello se dio cuenta que "aunque el diagnóstico era aterrador, había que ponerle un poco de esperanza. El cáncer culturalmente se relaciona con la muerte, pero gracias a la ciencia y a las terapias alternativas, hay posibilidades de vivir. Comencé a ver mi situación como una etapa en mi vida".
Belén mencionó que la búsqueda de respuestas fue parte de su proceso. "Me sentía abrumada, y cuando mi oncólogo me sugirió buscar testimonios de otras mujeres sobrevivientes, me di cuenta de que lo que encontraba no me satisfacía. Había mucho enojo y tristeza, lo que reflejaba lo que yo misma estaba sintiendo". Seguidamente dijo que todo eso fue lo que la llevó a comenzar a escribir. "Empecé a publicar mis pensamientos y vivencias porque sentía que mi familia y amigos querían saber de mí. Al principio, tenía pocos seguidores en una fan page de Facebook, pero rápidamente mi mensaje resonó. De repente, tenía miles de seguidore", aludió.
Ella aprendió mucho. Una de esas cosas era escucharse. "Me di cuenta de que debía gestionar mis emociones y cómo me hablaba a mí misma. La experiencia del cáncer me dio una nueva perspectiva sobre la vida. Aprendí a disfrutar cada momento y a no dar nada por sentado", dijo. "La vida puede ser finita, y eso me ha hecho valorar los pequeños momentos, como ver una mariposa", añadió.
A sus 40 años y tras haber luchado contra el cáncer de mama, se enteró de que estaba embarazada. Lo sorprendente es que la noticia llegó a solo días de someterse a una cirugía para extraerle el útero y los ovarios, un procedimiento recomendado para prevenir una posible reactivación hormonal, que podría haber puesto en riesgo su salud.
"No estaba en mis opciones", apuntó. Ella ya había atravesado un diagnóstico de cáncer de mama que incluyó quimioterapia, mastectomía y una reconstrucción mamaria dos años después. Para ella, la posibilidad de un nuevo embarazo no solo estaba descartada, sino que ni siquiera lo había considerado. "Después de todo el tratamiento oncológico, se me adelantó la menopausia. Mi cáncer era hormonal, y me recomendaron preservar óvulos, pero en ese momento mi vida pasaba por otro lado". Además añadió que "No estaba en pareja y me dijeron que tener útero y ovarios era peligroso por la actividad hormonal que podían generar, así que decidí seguir adelante con la operación".
Ella recordó que fue de viaje a Buenos Aires por trabajo cuando comenzó a sentir molestias. Alarmada por la posibilidad de una metástasis, se puso en contacto con su médico. "Llamé a mi cirujano, le conté que sentía puntadas en un ovario y que tenía miedo. Ya tenía todos los preoperatorios listos para la cirugía en diez días. Fui a verlo y me hicieron una ecografía mamaria que salió perfecta". Tras ello le hicieron una ecografía transvaginal, y ahí fue cuando me dijeron: "Pasame el otro monitor... acá hay un bebé enorme".
"No lo podía creer", señaló. Con 21 semanas de embarazo y a días de la cirugía, Belén no tuvo tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo. "Salí llorando del consultorio. Lo primero que pensé fue en el miedo de que el cáncer volviera, que todo se complicara. Después, lloraba porque me sentía abrumada. Tenía 40 años y no estaba en mis planes volver a ser madre", dijo.
A pesar del shock inicial, el médico le dijo que su embarazo era un "milagro" y que debía vivir el momento con tranquilidad. Pero no fue fácil de asimilar. "Me decía "quedate tranquila, esto es un milagro". Yo pensaba: "¿Milagro? ¡De qué me estás hablando!" No lo podía entender. Nunca había sentido a mi bebé, no sabía que estaba ahí".
La sanjuanina señaló como este evento cambió su vida, y lo que significó aprender a escuchar a su cuerpo después de años de tratamientos invasivos. "En ese momento, no sabía escuchar mi cuerpo. Estaba disociada. Pero después de lo que viví, entendí que la vida te sorprende cuando menos lo esperás. Mi hija Lucía nació a término, saludable, y ahora tiene seis años" apuntó. Seguidamente reflexionó: "Ahora tengo un hijo de 16 años y una hija de 6, y soy consciente de que no todo está bajo nuestro control. Hay cosas que simplemente suceden, y hay que aprender a aceptarlas y vivirlas".
Ella fue clara al decir: "A veces creemos que cuando perdemos una parte de nosotras, como los senos, dejamos de ser mujeres. Pero no es así. Yo soy mucho más que un par de lolas. Convivo con cicatrices, pero también con la vida".
Belén habló sobre su libro titulado Despeinada: "El libro se puede conseguir conmigo directamente, lo estoy haciendo yo misma. Si bien hay un proyecto de llevarlo a la Feria del Libro en Buenos Aires, por ahora decidí que la distribución fuera más personal". Algo que recordó fue que el día que llegaron los libros, se cumplían 10 años de la cirugía de la mastectomía." Fue muy loco, porque era como cerrar una etapa, una década completa", añadió. El título del libro no es casualidad. Belén lo eligió porque refleja tanto el proceso físico como emocional por el que ha pasado desde que le diagnosticaron cáncer de mama. "La caída del pelo no me afectó tanto, lo llevé bien, pero cuando empezó a crecer de nuevo... ahí sí fue un desafío. Mi cabello volvió de manera caótica, descontrolada, y ese desorden reflejaba también cómo me sentía por dentro", determinó.
"Cuando me diagnosticaron, me hubiera gustado poder hablar conmigo misma, con la Belén de hoy. Me diría: "Quedate tranquila, pasalo, vas a estar bien". El cáncer lo viví como una "pausa impuesta". Cuando entendí que era una pausa en mi vida, fue cuando sentí una tranquilidad interna", aludió la mujer que puso en palabras el pasar de muchas. Para ella, esa aceptación fue clave para enfrentar el miedo constante que conlleva un diagnóstico de cáncer. A pesar de todo, Belén logró sobreponerse no solo a la enfermedad, sino también a los desafíos de la vida cotidiana.
Belén usa sus redes sociales como una plataforma para compartir su historia y conectar con otras personas que están pasando por situaciones similares. Su cuenta de Instagram, @belen.coria, se convirtió en un espacio donde ofrece apoyo y visibiliza las etapas de su proceso de recuperación.