Milagro de la Difunta Correa: un niño hemipléjico volvió a caminar
El padre del nene de 7 años asegura que se debe a sus promesas a Deolinda.
En 2018, el pequeño Fabricio estaba jugando cerca de una obra de cloacas cuando un pilar se cayó y lo aplastó. A tres años del accidente, su padre afirma que volvió a caminar gracias a la Difunta Correa. El niño estuvo una hora en el lugar hasta que pudieron trasladarlo, pero su padre afirma que los médicos le dijeron que no sobreviviría. Sin embargo, Fabricio se aferró a la vida.
Héctor, su padre, aseguró: 'Nos dijeron que no podría volver a caminar porque tenía cortes en todo el cerebro. Incluso perdió la vista de un ojo por el golpe'. Luego de 10 operaciones, el niño se recuperó en parte, pero quedó hemipléjico. Héctor es un creyente de la Difunta Correa, por lo que le prometió que subiría hasta su Santuario llevando a su hijo en sus espaldas si lo salvaba.
'Sólo quería que él viviera, que despertara, me dijeron que no volvería a ver, su ojito estaba salido y quisieron sacárselo, pero no los dejé. Fue una larga lucha', asegura el hombre, que indicó que Fabricio logró sobrevivir y si bien camina con dificultad logró hablar y comunicarse. 'Le pedí tanto a Dios y a la Difuntita que el milagro se hizo', afirmó Héctor, papá de Facundo.
La leyenda de la Difunta Correa
Cuenta la leyenda de la difunta Correa, que Deolinda Correa vivía con su marido y su hijo en la provincia de San Juan. Cuando las 'montoneras' federales de Facundo Quiroga enrolaron por la fuerza a su marido, la mujer se enteró que el hombre había sido aprehendido por los unitarios y salió a buscarlo llevando con ella a su pequeño hijo. Cuando su provisión de agua y alimentos se terminaron, la mujer estrechó a su hijo junto a su pecho y se desmayó, quedando bajo el fuerte sol de la zona.
La historia cuenta que cuando Deolinda se sintió morir le rogó a la Virgen para que conserve la leche de sus pechos para que su hijo pueda beber de ella. Tres días después, unos arrieros que pasaban por el lugar la encontraron muerta. Su hijo había estado amamantándose y ello le permitió vivir. Los hombres dieron sepultura a la mujer cerca del árbol. Años más tarde, un arriero chileno fue sorprendido por una violenta tormenta que hizo escapar a sus caballos.
Desesperado, lloró ante la tumba de Deolinda y prometió que, si recuperaba el ganado, construiría allí una hermosa capilla para que se la honrara. Al día siguiente el hombre encontró a su ganado, pastando en una quebrada, por lo que cumplió su promesa. El frente de la capilla está siempre repleto de botellas de agua, para que la Difunta Correa siempre tenga de dónde beber. Si bien la Iglesia no la ascendió a la categoría de santa, sus seguidores la consideran como tal.
(Fuente: Radio Mitre con información de Diario Móvil).