La vida de Cristian Gabriel Porcel empezó de manera distinta a la mayoría. Al jujeño le tocó llegar a este mundo sin la capacidad de escuchar. Nació con hipoacusia. Nunca tuvo la posibilidad de conocer la voz de su mamá o de su papá. Si bien durante sus primeros años de vida él no se daba cuenta de su condición, todo cambió cuando fue el momento de ir al colegio.

Cristian, un jujeño de 26 años, quiso dar su testimonio a Diario 13 para evidenciar las complejidades que viven personas como él en todo el país. Este joven no lograba comprender a sus compañeros ni a sus profesores. El colegio al que acudía regularmente no estaba preparado para educar a un alumno que no tuviera el sentido de la audición. Prácticamente no había comunicación alguna entre ellos. Sumado a este gran problema, los niños comenzaron a discriminarlo.

Dichos episodios de bullying empezaron a ser cada vez más frecuentes. Debido a ello Gabriel no deseaba regresar nunca más a ese establecimiento en donde la pasaba tan mal. Esto derivó en que sus papás solicitaran un traslado a una institución de educación especial, enfocada en estudiantes disminuidos visuales y sordos.

Gracias a este cambio su vida dio un giro de 180 grados. Ahora era capaz de adquirir los conocimientos con mucha facilidad y nadie lo hacía sentir menos por no escuchar. Los años fueron pasando y todo parecía ir bien hasta que un pensamiento comenzó a invadir su cabeza. No se sentía cómodo siendo "diferente" en la sociedad y quería regresar a una escuela como la anterior para "ser como los demás".

"Pasé a la Escuela Común hasta finalizar mi trayectoria en el Nivel Primario. Pasé a la Escuela Común porque yo quería ser como los demás niños", recordó Cristian. Para que no se repitiera la situación anterior, desde una escuela especial estuvieron apoyándolo todo el tiempo. De esta manera finalmente pudo culminar sus estudios primarios.

No obstante aún le quedaba por delante un desafío igual o aún más complicado: la secundaria. Como era de esperarse, volvió a suceder lo mismo. Tenía profesores con muy buenas intenciones pero que no estaban capacitados para instruirlo. Lamentablemente esto no es algo que suceda solamente en Jujuy. Sin ir más lejos, en San Juan hay cientos de personas que deben atravesar el mismo calvario.

Uno de estos casos es el de Carla Ibis. La joven, al igual que Gabriel, no tuvo una buena experiencia en la primaria pero todo empeoró cuando llegó al siguiente nivel. La sanjuanina sufrió incontables situaciones de bullyng y tuvo que arreglárselas sin un intérprete que la asista. "Me han discriminado por mi condición, sobre todo en la escuela secundaria", reveló.

Además, su familia no tenía la posibilidad de costear un audífono que le facilitara su vida cotidiana. Sin embargo, sorteando todos las piedras de su camino logró conseguir su título prácticamente sin ayuda de nadie más que de sus seres queridos.

Por el lado del jujeño sucedió algo similar. Si bien al principio desde la escuela de educación especial lo ayudaron, llegó un punto en donde no pudieron acompañarlo más. Así que prácticamente también debió valerse por si mismo para tener éxito.

Una vez que ambos culminaron estos tortuosos 12 años de instrucción, llegó el momento de intentar conseguir trabajo o seguir alguna carrera. Casualmente ambos decidieron tomar caminos similares. Primeramente Carla quiso formarse como profesora de Lengua de Señas Argentinas (LSA), título que consiguió de manera exitosa.

Luego de dicho logro, gracias a un plan de la Subsecretaría de Trabajo de San Juan, encontró su actual empleo. Ibis se dedica a dictar cursos de LSA en la Facultad de Filosofía Humanidades y Artes. Por otro lado, apenas terminó la secundaria Cristian se anotó en la carrera de Educación Especial con orientación en Discapacidad Cognitiva. Lamentablemente no fue capaz de avanzar en sus estudios, ya que se le hizo imposible sin asistencia.

A pesar de ello no se rindió y al año siguiente regresó a la misma institución, pero se inscribió en la orientación en Personas Sordas. En esta modalidad si se le permitía concurrir con un interprete. De esta manera Enzo Rodrigo Ríos entró en su vida y no salió nunca más. Si bien estaba acompañado, aún sentía un poco de miedo a fracasar nuevamente.

"Todo era nuevo y venía con el paradigma tradicional donde las personas con discapacidad no podían finalizar estudios de nivel superior. Sin embargo, quería que los estudiantes sordos tengan un referente de la comunidad sorda con quien se sientan identificados. Pensé en sugerir estrategias de enseñanza desde mi experiencia. No quería que les faltara lo que me faltó a mí", reflexionó el jujeño.

Luchando por este admirable objetivo, contando con el apoyo incondicional de su familia, de Enzo y de sus compañeros, pudo lograr el gran objetivo. Luego de cuatro años de profundo esfuerzo, se convirtió en la primer persona hipoacúsica en recibirse como docente en la provincia de Jujuy. A sus 26 años este joven se encuentra capacitado para enseñarle a niños, adolescentes y jóvenes con su condición. 

"Cuando me dijeron que había aprobado la última materia me sentí sumamente emocionado. No podía creer que había alcanzado este objetivo tan añorado. Fueron años de mucho estrés. Mi familia viajó a la localidad donde esta el Profesorado. Me esperaron con un gran pasacalles. Recibí felicitaciones de diferentes provincias. No pensé que iba a tener tanta repercusión", contó el profesor.

Si bien tanto Carla como Gabriel reconocen que una persona hipoacúsica puede tener éxito en lo que se proponga, ambos llegaron a la misma conclusión. Para que haya una verdadera inclusión, la LSA debe ser reconocida legalmente como un idioma extranjero. De esta forma se podrá enseñar en los colegios desde los más chicos hasta los más grandes.

Tomando esta decisión existirá una comunicación real entre oyentes, hipoacúsicos o personas sordas. "Abran mas sus mentes. Somos personas iguales a todas. Nosotros remamos con oyentes todos los días. Los demás deberían aprender a convivir con sordos", reflexionó la sanjuanina.