La muerte de un trabajador del Parque de Tecnologías Ambientales bajo el ataque de una jauría salvaje volvió a despertar la polémica en torno a los perros abandonados que son peligrosos para la sociedad. Según explicó el conductista canino Roberto Bastianelli en Banda Ancha, no se trata de perros callejeros, sino, cimarrones, cuyo instinto primario de supervivencia ha despertado por las condiciones hostiles en las que viven.

“Los perros cimarrones son perros salvajes o que se han vuelto salvajes, ¿pero los perros cimarrones son asesinos? no, no son asesinos. Los perros que han sido abandonados en zonas alejadas donde no tiene nada para comer ni para tomar vuelven a despertar su instinto primario que es el de supervivencia. Los perros no atacan por atacar o para hacer daño, están cazando, tienen hambre y quieren comer”, se explayó Bastianelli.

Bajo estas condiciones de hambre es que cualquier persona que se acerque a su territorio puede es una presa potencial. “Muchas veces están en ese lugar buscando residuos y algún trabajado los quiere ahuyentar y los perros defienden su comida o no hay nada de comida por ahí y el cuidador se convierte en la presa turno”.

Según el conductista canino, algunos perros cimarrones se pueden recuperar mientras que otros no. “Acá viene lo que se llama reproducción selectiva, para criar una raza, se seleccionan los candidatos, nunca se buscan perros altamente agresivos porque sabemos que la agresividad es genético hereditaria y podría incidir sobre el ejemplar”, estos deben ser castrados.

“Hay perros que son altamente agresivos y otros no, los que no lo son no hace falta rehabilitarlos,  solamente hay que socializarlos. Los que son altamente agresivos no son para cualquiera, esos perros van esterilizados y se los dan a personas que tengan la capacidad de poderlos controlar”, sin embargo, es difícil encontrar a una persona que se quiera hacer cargo de ellos.

“Esta jauría puede ser rehabilitada”, dijo el especialista y agregó, “pero quién va a querer a un perro que asesinó a una persona. Ese perro tiene dos salidas, el exterminio o que pase el resto de su vida encerrado en una jaula por una cuestión de seguridad pública”.

Recomendó que los trabajadores del PTA que estén acompañados por un guardia armado con una escopeta que permita disuadir a la jauría en el caso de un ataque y advirtió que es una situación que puede volver a pasar. “La única forma a corta distancia de controlar una manada es con una escopeta. Estos perros ya cazaron y lo van a volver a hacer, sobre esto no hay ninguna duda, estos perros tienen hambre”.

Como medida disuasoria también recomendó repartir comederos en torno al precio con alimentos, “si estos perros están alimentados y no tiene hambre no van a salir a cazar”, finalizó.