Rápida pero intensa. Así fue la lluvia que golpeó de lleno en casi toda la provincia. Se hizo de rogar la tormenta de verano para de a poco ir sumando precipitaciones en un San Juan que se presentaba extremadamente seco y que debió esperar al mes de febrero para tener una fuerte lluvia en lo que va de toda la época estival. Sin embargo, sucedió lo que pasa cada vez que llueve fuerte en la provincia y parece ser una constante de cada verano: la no toma de conciencia, obras, comportamientos y actitudes solidarias.

La tormenta cayó con intensidad y en los departamentos alejados perjudicó a muchas familias con filtraciones y el ingreso del agua a las viviendas. Debieron ser asistidas y algunas evacuadas. Mientras que, en el Gran San Juan, además de sufrir el impacto algunas viviendas, también sufrieron la falta de conciencia y solidaridad.

Familias que tiene su vivienda que no se encuentran en altura y están al mismo nivel de la calle o inclusive más bajas, tuvieron que lidiar con el oleaje que provocan los autos al transitar a una velocidad de unos 50km/h y no a velocidad baja, en una situación que lo amerita desde lo solidario. Un ejemplo de esto fue lo que tuvieron que pasar vecinos del barrio Ferroviario, en inmediaciones del cementerio de la Capital. Quienes tienen su vivienda por calle Las Heras, la calle más transitada y de paso entre la zona céntrica y av. Circunvalación o grandes supermercados, tuvieron que lidiar con el agua propia de la lluvia y las olas ocasionadas por los automovilistas, que sin mirar a su alrededor, aceleraban como si nada pasara al costado. Con secadores y baldes, los vecinos fueron quitando el agua del interior de las casas.

Caso similar se dio en la zona de Concepción. Vecinos de calle Aberastain, en inmediaciones de Circunvalación, no poseen acequias o cunetas para que corra el agua. El resultado: se inundan cada vez que llueve.

Otra situación que se pudo observar fue la de los peatones que intentaban cruzar calles, encerrados prácticamente en las manzanas. Primero, presos de la desnivelación y falta de mantenimiento de los desagües en el centro sanjuanino. Y segundo, víctimas de los automovilistas que los tienen sin cuidado si el peatón intenta cruzar por la esquina o por donde pueda.

Si bien el lugar para cruzar las calzadas deben ser las esquinas, en San Juan cuando hay lluvia es una materia imposible. El agua corre, algunas veces queda en un pozo y se hacen grandes lagunas que sólo son aptas para un atleta que practique salto en largo.

A esta complicación de anegamiento se suma lo que ocasionan los automovilistas desplazándose a alta velocidad, llegando con intensidad a las esquinas, inclusive sendas peatonales producto de la escasa visibilidad. Y es aquí donde en la mayoría de los casos resulta la ausencia de empatía: salpicar a quienes esperan por la vereda para cruzar o simplemente están caminando por la misma, pero la fuerza de la velocidad a la que transitan los autos, combinada con el agua que no se va por el mal funcionamiento de los desagües, hacen que el agua bañe a los peatones.

Aquí también hay que mencionar que el mal funcionamiento de los desagües se da por la responsabilidad compartida de quienes los obstruyen con residuos que no son depositados en los basureros y por la falta de limpieza e inclusive mantenimiento por parte de los municipios o quienes corresponda.

 En materia de obras, los socavones y pozos que se ocasionan también son una constante. Luego de las tormentas, cuando se empieza a transitar por el Gran San Juan, comienzan a aparecer los señaladores caseros que gracias a los vecinos o habitantes, ponen en alerta a los automovilistas. Neumáticos, ramas, cajas o cualquier elemento que sea visible, son colocados en los pozos o cráteres generados por la lluvia, el peso de los vehículos y la maña compactación o realización de la obra, hecha por alguna de las esferas del Estado.

Otra acción que se repite es la falta de sensatez entre los mismos automovilistas que se desplazan en sentido inverso. Es una obligación desplazarse con los vidrios subidos porque la velocidad de quienes transitan por la izquierda en las calzadas, provoca que salpique e ingrese agua al interior de quien tiene transitando de frente. Velocidad alta, mucha agua en la calle y con seguridad esa combinación hace ingresar agua al habitáculo de los otros automovilistas.

Cada año es una postal que se repite. Problemas que cada verano aparecen durante y tras las tormentas, algo que por ahora los sanjuaninos no pueden resolver.