Sergio y Mario, los guardianes de los muertos
Tienen 64 y 43 años. Son dos de los panteoneros del Cementerio de la Capital. Contaron cómo es el trabajo que realizan.
“Trabajar con muertos no es nada fácil, pero con el paso de los años uno se acostumbra y aprende muchas cosas”. Con esta frase, Sergio Olmos, uno de los panteoneros del Cementerio de la Capital comentó cómo es el trabajo que realiza en este lugar, desde hace 43 años. Por su parte, Mario Videla, otro panteonero, comentó que están habituados a "convivir con la tristeza de otros" y que, por eso, ser respetuosos es una parte fundamental de su día a día. En el marco del Día de los Difuntos, que se celebra hoy, los sanjuaninos comentaron que no sienten miedo de trabajar en el cementerio y que están a gusto con su trabajo.
Sergio entra a trabajar a las 7 de la mañana. “Ahí vemos si hay algún servicio y si todo está en condiciones. Tenemos que revisar los andamios y el elevador que tenemos para poder tratar bien posteriormente los cajones, porque cualquier movimiento en falso puede generar un momento muy incómodo”, dijo el hombre que aseguró que cuando ingresó a trabajar en el cementerio le daba miedo estar tan cerca de los muertos. “Con el paso del tiempo empecé a valorar la frase popular que dice que hay que tenerles más miedo a los vivos que a los muertos”, agregó.
Al igual que él, Mario admitió que su trabajo muchas veces no es del todo agradable, pero explicó que es una tarea "que alguien tiene que hacer" y agregó que ser el responsable de tratar con los muertos en el cementerio es una tarea cargada de responsabilidad. "Muchas veces las familias vienen muy dolidas y tenemos que tener mucho cuidado. Sumado a eso, hay que ser respetuoso por la persona fallecida, porque tuvo una vida y todos vamos a llegar a eso", agregó Sergio, mientras que Mario dijo que "es difícil trabajar estando en un momento muy íntimo, como es la sepultura de un ser querido".
"Cuando empecé a trabajar en el cementerio era todo diferente. En la mañana temprano estaba todo oscuro, ahora parece una ciudad. Hace 43 años los gatos y las palomas hacían que nos asustáramos al caminar por los distintos pasillos, pero ahora es algo normal. Es un trabajo en el que se viven muchas emociones diferentes", agregó Sergio.
Por su parte, Mario, que lleva 15 años trabajando como panteonero comentó que ellos están habituados a trabajar con los fallecidos, pero que admitió que de lo que él nunca se acostumbra es de ver a la gente sufrir. “Duele ver padres que sepultan a sus hijos, o hijos que despiden a sus padres. Lo que más me cuesta hacer es llevar el féretro de los bebés. Eso es desgarrador”, dijo y agregó, en numerosas oportunidades que custodiar la última morada de las personas es una de las responsabilidades más grande que tiene en su vida.