En el bullicioso corazón del centro, Miguel Héctor Manrique  se encuentra día a día, vendiendo estampitas para sobrevivir. Sin embargo, detrás  de su caminara diaria una historia de lucha y perseverancia.

Miguel enfrenta la dura realidad de vivir solo con esquizofrenia, una condición que moldeó su vida de maneras inimaginables. Aunque contaba con papeles de discapacidad, la situación se tornó cada vez más precaria para él. "Una persona discapacitada cuando no ama, no trabaja", reflexionó Miguel, expresando sus frustraciones. "Hace meses que estoy vendiendo estas tarjetitas, y no me va nada bien. Mi situación es muy, muy precaria. Me dan ganas de llorar".

El vendedor ambulante confesó que su discapacidad había expirado hace meses, sumergiéndolo en la oscuridad de la falta de servicios básicos. "No tengo luz, no tenía gas. La casa se me cae, todo me va mal", compartió con desánimo.

Miguel reveló aspectos íntimos de su lucha diaria: "Tengo esquizofrenia, pero la verdad lo mío es neurosis. Fui rechazado en el ambiente de mis padres". A pesar de tener una familia, vive solo,  porque sus dos hermanas que no se preocupan por él y otra esta en un hogar de ancianos.

La medicación fue una parte crucial de su rutina. "Estoy tomando medicamentos, sobre todo para dormir, porque a veces estoy nervioso por lo mal que me va", confesó. Sin embargo, enfrentó obstáculos para acceder a su historial clínico necesario para renovar su certificación de discapacidad.

A pesar de tener la oportunidad de irse del país, prefirió quedarse en San Juan. Criticó la política local y consideró la posibilidad de mudarse a otra provincia en busca de una mejor calidad de vida.