Ana Sánchez: 'Cuando uno baila se vive algo fabuloso e irrepetible'
Desde niños hasta adultos el trabajo de la profesional consiste en acercar la danza a todos por igual.
La pasión de Ana Sánchez es bailar y enseñar a hacerlo y, como ella misma lo detalla, su carrera comenzó en 1980 con una formación artística en danza clásica. Actualmente la profesional está al frente del espacio recreativo y artístico “Amalgama” en donde para bailar no hay límite de edad, no hay límite corporal y sólo con las ganas y con el deseo se consiguen cosas maravillas e impensadas.
“Hago danza contemporánea bajo la línea de la técnica Alexander (*). Bailo y formo desde niños hasta adultos que llegan a mí porque asumen el compromiso y depositan la confianza en mí para mostrarse”, comentó Ana en referencia a su grupo heterogéneo de estudiantes que se animaron a bailar a distintas edades de su vida y sin una formación previa: “Bailo porque a través de la técnica que descubrí advertí que se puede trabajar corporalmente y comenzar a descubrir el cuerpo, en relación a la danza sin llegar al estereotipo de no haber bailado desde la infancia, la edad, el miedo. Año a año hay gente que se suma dejando de lado los prejuicios propios de la danza y es a través de ellos, que descubrí que en este trabajo todos pueden bailar y es un descubrimiento continuo y fabuloso”.
La formación de Ana en San Juan comenzó de la mano de Juan Carlos Abraham y Violeta Pérez Lobos, sus referentes a nivel local, pero también con gran admiración por la mendocina Valentina Fusari y, a nivel internacional, a la maestra Pina Bausch bailarina y coreógrafa alemana pionera de la danza contemporánea.
Defensora de las expresiones independientes Ana se refiere a su estilo y comentó: “Soy independiente en todos los sentidos, desde lo económico, social, artístico. La danza independiente te permite plasmar tu estética pero a la vez te limita, es fluctuante y discontinua porque las personas que te eligen como guía pueden estar días, meses o años. En esta situación de pandemia todos los artistas estamos haciendo malabares, dando clases virtuales y esperando ansiosos los protocolos sanitarios para volver a nuestras actividades cotidianas. Para tal fin cree un canal de Youtube para enseñar y la danza independiente es eso”, comentó invitando a visitar su canal virtual.
También, Ana se detuvo para referirse a un punto muy importante del estilo de danza que ella elije, el de la inclusión: “Tengo en mi taller gente que se vinculó a la danza clásica y aún mantiene los estereotipos propios de esa formación. Si uno ve a la persona como una unidad indivisible, se trabaja con todo su ser, con su peso, con su corporalidad, con su emocionalidad, con su sociabilidad, con su poder adquisitivo, el ser es una unidad, no disgregas, no bloqueas. Todos pueden bailar y todos pueden hacerlo cuando quieran”, dijo convencida.
De no haber sido bailarina a Ana le hubiera encantando ser antropóloga o psicóloga y, en este sentido, la sanjuanina no se quedó de brazos cruzados y está a punto de terminar una diplomatura en la materia.
Con 45 años y madre de dos niños Ana comentó que bailará mientras tenga el deseo que es lo que mueve al ser humano: “Yo bailo con la gente a la que le enseño y en algún momento le daré el paso a gente más joven. Creo que el deseo y el saber que uno tiene las ganas mueven montañas. Me veo de aquí a los 60 años bailando, dando clases, entrenando con la misma pasión que lo hago ahora”.
Precursora en San Juan de la danza teatro, Ana fue parte de una premiada obra “Flores en la cartera” junto a Sofía Spollansky y bajo la dirección de Ariel Sampaolesi. La obra trataba de dos mujeres y una cartera como elemento de unión: “La idea se inició a fines del 2000 en el taller que dirigía Sofía y era un juego coreográfico corto con una cartera. A medida que pasó el tiempo nos comenzamos a embeber de lo que sucedía en las clases y al director de la sala “El Avispero Teatro” le fascinaron las imágenes y comenzamos a trabajar en el juego de dos mujeres con una cartera, que eran el reflejo la una con la otra y el acompañamiento. Creo que la obra pasó desapercibida en ese entonces cuando se estrenó el 11 de agosto del 2001, porque quienes la vieron decían que las protagonistas eran dos lesbianas porque no llegaron a entender el juego de descontextualizar la lectura de lo que uno veía más allá de los cruces con el teatro”, comentó sobre la obra que tuvo premios y reconocimientos nacionales.
Convencida de que todos pueden bailar, Ana recomendó que quienes tengan el deseo de reencontrarse con su cuerpo se animen sin importar la edad, porque el deseo mueve al ser humano: “Año a año las muestras que hago me ofrecen la oportunidad de compartir la primera vez con alguien que expone, que ensayó y que confía que uno lo va a cuidar. Uno está bailando y es fabuloso y es irrepetible. Recomiendo que quien quiere se anime y lo haga, que vale la pena porque también que es una manera de meditar, de transmutar, de conectarte con tu ser interno. Repito, no hay límite de edad, no hay límite corporal y con las ganas y el deseo se hacen maravillas”.
(*) La técnica Alexander es un método de reeducación postural que te enseña a reconocer y corregir las tensiones habituales que interfieren con una buena postura. Parte de la idea de que una buena conexión entre el cuello, la cabeza y la espalda es fundamental para la salud física y mental.